sábado, enero 31, 2004


LA CREATIVIDAD DEL CINE ESPAÑOL

La madurez y el esplendor creativo de una nueva generación de cineastas revitaliza una producción que refleja la sociedad de la última mitad del siglo pasado con aceptación de público y crítica


La cinematografía española no está pasando un mal momento, aunque algunos medios de comunicación hayan aireado su presunta crisis. Es más, la película más taquillera del año 2003 fue una producción autóctona: La gran aventura de Mortadelo y Filemón (22 millones de euros), seguida de Los piratas del Caribe (21 millones) y la segunda parte de Matrix (15 millones), duplicando aquélla la recaudación en España de El Señor de los Anillos: Las dos torres (11 millones de euros).

Por otro lado, se aprecia un incremento en la producción durante el pasado año: 126 películas nacionales y 49 en régimen de coproducción, frente a las 114 y 39 del 2002, respectivamente. Este aumento es debido al auge del cine documental y al régimen de colaboración que la Unión Europea está desarrollando frente al coloso norteamericano.

En efecto, desde tiempos bastante lejanos –final de la Primera Guerra Mundial– el cine de Hollywood tiene prácticamente colonizada la producción europea. Por lo que respecta a nuestro país, el doblaje de todas las películas extranjeras establecido durante el franquismo incrementó esa dependencia comercial del cine estadounidense. Además, el fenómeno de las multisalas –la mayoría de capital americano– hace que las majors norteamericanas tengan monopolizadas las pantallas españolas. Asimismo, con la fusión de las cadenas digitales se anuncia una menor inversión televisiva en la industria cinematográfica para estos próximos años. Con todo, los productores españoles esperan que el Gobierno obligue a las cadenas de televisión a invertir al menos el 5% de su presupuesto en cine español, a fin de contribuir a que esta industria especializada salga de la anunciada crisis.

No obstante, la defensa que han hecho los países europeos frente al ya viejo dominio norteamericano ha sido la constante realización de un cine autóctono, películas que reflejan la idiosincrasia de cada nación y poseen una mayor creatividad artística. Junto a esto, Europa ha utilizado la protección económica gubernamental y, más recientemente, la llamada excepción cultural del cine frente al mercado libre. Son muchos los que creemos que la UE debería recoger esta cláusula en su nueva Constitución, para proteger a las industrias culturales propias. En caso contrario, el monstruo hollywoodiano se hará con el cine de la nueva Europa irremisiblemente.

Y sería una verdadera lástima, ya que en estos momentos tanto el cine español como el de los países vecinos gozan de cierto esplendor creativo. Sin ir más lejos, en España hay un movimiento denominado Joven Cine –nacido a principios de los años 90, con el hoy discutido Julio Medem (La pelota vasca) como pionero– que está dando a luz obras interesantes, que conectan con el público actual. Desde la irrupción de mujeres directoras, como Isabel Coixet (Mi vida sin mí) e Iciar Bollain (Te doy mis ojos) hasta cineastas noveles como Benito Zambrano (Solas), Achero Mañas (El Bola), Fernando León de Aranoa (Los lunes al sol) o David Trueba (Soldados de Salamina), cuyas películas poseen la aceptación del público y de la crítica más exigentes.

Por otra parte, valga recordar que Pedro Almodóvar obtuvo también el año pasado su segundo Oscar de Hollywood por el mejor guión original de Hable con ella. Aunque el popular realizador manchego es un fenómeno más social que artístico. Pienso que al tratar sin ambages en su obra cinematográfica sobre el mundo gay (como afirma en su tesis doctoral Manuel J. González Manrique, La moral religiosa en el cine español de la Transición, defendida hace muy poco en la Universidad de Granada) ha recibido el parabién y la simpatía de un amplio sector de la industria del cine estadounidense contemporáneo.

Sin embargo, la historia del cine español está llena de hitos artísticos, con clásicos como Luis Buñuel, Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem, Carlos Saura. Recientemente, en este mismo diario, el propio Berlanga se pronunció a favor del Joven Cine autóctono.

El cine español refleja, mejor o peor, la sociedad de la última mitad del siglo pasado, al mismo tiempo que evidencia con creces la madurez de unos directores llenos de posibilidades creadoras, presentes y futuras. Una muestra de ello es la nominación de la Academia de la meca del cine del filme catalán Balseros, realizado por Carles Bosch y Josep Maria Doménech, como mejor documental del 2003.

(Publicado en El Periódico de Catalunya, 29-II-2004).