miércoles, noviembre 19, 2008

"WOODY ALLEN, BARCELONÉS ACCIDENTAL. SOLO DETRÁS DE LA CÁMARA"

El cine de Woody Allen, en el análisis de un ensayista español

Por ROBERTO LAPALMA*
Un libro de reciente edición recoge aspectos de la vida y la obra de este singular artista contemporáneo, autor de obras reconocidas y notables.

Una de las personalidades más singulares de la cinematografía contemporánea es, sin dudas, Allan Stewart Konigsberg, mundialmente conocido como Woody Allen, un artista fecundo que aportó a la pantalla realizaciones que pueden considerarse verdaderos hitos en el campo del Séptimo Arte. Como ejemplo, no hay más que citar, entre otras, a Annie Hall, Interiores o Manhattan, todas las cuales contaron con su sello personal, con su estilo característico y hasta con una visión de la sociedad (fundamentalmente norteamericana) tan particular como los perfiles humanos de sus personajes. Sociedad y personajes a los que desgrana en cada una de sus obras, las que no son escasas.

A ese individuo ya septuagenario (nació en Brooklyn el 1 de diciembre de 1935), el estudioso catalán José María Caparrós Lera acaba de dedicarle un ensayo, recientemente lanzado por el sello editorial Encuentro. El libro se denomina Woody Allen, barcelonés accidental, un estudio que repasa aspectos de la vida y la obra de este cineasta que ha encontrado que, en la Ciudad Condal, se siente “querido de una manera discreta y elegante”, al decir de sus propias palabras, además de un campo fecundo para su inspiración. Por otra parte, también en ella sus películas han tenido siempre un inmejorable reconocimiento.

El libro de Caparrós Lera incluye ilustraciones de sus películas y de sus rodajes, una actualizada filmografía comentada, un análisis de sus obras, entrevistas, reseñas de distinciones varias acumuladas a lo largo de su carrera, reportajes y de homenajes que se le han tributado, además de una nómina de los filmes que Woody Allen reconoce como los mejores de la historia del cine (La gran ilusión, de Renoir; Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica; La Strada, de Fellini; Los 400 golpes, de Truffaut, El séptimo sello, de Bergman, entre otros) y hasta una recopilación de frases ingeniosas vertidas aquí y allá por el artista (“La canas ya no se respetan, se tiñen”, por ejemplo, o “Cuando un médico se equivoca, lo mejor es echarle tierra al asunto” o ”En los aviones, el tiempo se pasa volando” o bien “Hoy en día, la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido”).
Todo eso y algo más incluye este trabajo del ensayista español que, como no podía ser de otra manera, reconoce en W. A. a “uno de los grandes cineastas de nuestro tiempo” y que, además, sabe “bucear por géneros y estilos muy diversos”. Finalmente, el autor sentencia: “Cuando un artista como Woody Allen se convierte en el hondo espejo de nuestros sentimientos más íntimos nos hace universales como seres humanos y nos sentimos representados ante el mundo”.

Mucho se escrito sobre los avatares de la vida, la personalidad y la obra en general de W. A., pero no hay dudas que este aporte hecho por Caparrós Lera, no sólo se ha sumado a esa literatura, sino que constituye una contribución casi insoslayable para comprender más y mejor la trayectoria de ese verdadero y singular artista.
(*) Reconocido crítico argentino. (Santa Fe, 17-XII-2007)
Ensayo crítico sin tópicos
Por PILAR MANZANARES
La filosofía y los valores ético-antropológicos que se ocultan en la filmografía de Woody Allen son, al menos, dos de los puntos en los que ahonda este ensayo crítico que se centra en las doce películas que ha dirigido, pero no interpretado, Allan Stewart Konigsberg (sí, es él).

Dejando, en la medida de lo posible, hablar al realizador y a sus críticos, el ensayo resulta interesante y ágil. Además cuenta con unas perlas finales como la lista de los mejores filmes de la historia según Allen y 25 de sus frases más ingeniosas.

Fieles o no al director, algo complicado en un mundo en el que "la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido", el libro engancha.

(Publicado en revista EME, núm. 85 (diciembre 2008).


Un pensador nada accidental

Por MIGUEL-FERNANDO RUIZ DE VILLALOBOS
Aunque la última película de Woody Allen (suponiendo que realmente la haya filmado él), Vicky Cristina Barcelona no merece más tinta de la que desgraciadamente, para bien o para mal, se ha gastado sobre ella, la película es una buen motivo para que un erudito como José María Caparrós Lera, profesor titular de Historia Contemporánea y Cine en la Universidad de Barcelona y director del Centro de Investigaciones Film-Historia, escriba un ineludible e indispensable estudio sobre la obra de Woody Allen, más allá de sus últimos devaneos con el negocio cinematográfico. Caparrós Lera aborda en este ensayo crítico las doce películas que Allen ha dirigido a lo largo de su carrera sin aparecer en las mismas, ya que en opinión del profesor Caparrós Lera son las más logradas de su filmografía porque el director neoyorquino ha centrado en ellas toda su capacidad creativa, sin la dispersión que significa la interpretación de un personaje, aunque sea el de uno mismo. Pero Caparrós Lera no se limita a un análisis cinematográfico simple y al uso si no que lo que hace es analizar la filosofía y los valores éticoantropológicos que hay en la filmografía del cineasta, con un especial apéndice en el que se analiza a Allen como “buscador de Dios”.
El libro es de una ayuda extraordinaria para descubrir, si se lee más allá de la mirada amable del doctor Caparrós Lera a las últimas producciones del director neoyorquino, con especial referencia a su estancia barcelonesa, el paulatino deterioro que se ha ido produciendo en la filmografía de Allen, decididamente abocado a un mercantilismo que no se encontraba en películas claves de su obra cinematográfica, en las que solo actuaba como director, como Interiores, La rosa púrpura de El Cairo, Días de radio, Septiembre, Otra mujer, Alice, Balas sobre Broadway, Celebrity, Acordes y desacuerdos, Melinda y Melinda (un verdadero testamento cinematográfico), Match Point y Cassandra's Dream. Los temas de la culpa, el amor y la pasión, el artista y la moral, el acto de creación y el azar son constantes en las doce películas dirigidas y no interpretadas por Allen como analiza con su habitual eficacia y brillante exposición el doctor Caparrós Lera. Un libro de alcance que ayuda a recolocar la obra cinematográfica y el quehacer de Woody Allen, un pensador nada accidental.
(Publicado en http://www.cinedecine.com/, núm. 491 (21-XI-2008), p. 13)


Woody Allen, barcelonés accidental. Solo detrás de la cámara
Autor: José María Caparrós Lera
Encuentro. Madrid (2008), 174 págs. 21 €

Por LUIS ANTONIO SANZ

El último libro de José María Caparrós rinde tributo a uno de los más admirados directores del séptimo arte: Woody Allen. Fiel a su habitual estilo compositivo, repleto de aportaciones variadas a través de las que se proporciona al lector diversos cauces de crítica y reflexión para que forme su opinión, el profesor de la Universidad de Barcelona nos ofrece una visión polivalente, pero muy centrada, de la filmografía y universo fílmico del director neoyorquino.
El libro se inicia con un breve recorrido por la trayectoria artística de Woody Allen, que se completa con un análisis de aquellas piezas en las que el director no ha intervenido como actor, sino que tan sólo ha realizado y escrito. Es en estas obras donde el profesor Caparrós Lera cree descubrir el verdadero Woody Allen y su mayor aportación a la historia del cine, pues en ellas se revelan más nítida y magistralmente sus preocupaciones y constantes creadoras.
Woody Allen, barcelonés accidental se cierra con varias intervenciones del propio director, diversos datos respecto a su filmografía, y algunos ensayos breves que completan esta original semblanza artística de Woody Allen “solo detrás de la cámara”.
Pero, junto a este subtítulo que sintetiza el grueso de la obra, la declarada admiración del director neoyorquino hacia el cine europeo, la acogida que siempre le ha brindado el público de la Ciudad Condal, y el hecho de que ésta sea el escenario de su último filme, Vicky Cristina Barcelona, animan el otro subtítulo del libro: “barcelonés accidental”, que incide en la especial relación que se ha ido forjando entre Barcelona y Woody Allen.
Este subtítulo muestra ese gusto tan típicamente barcelonés por fundirse con determinadas figuras de la escena internacional, en un intento por participar de su universalidad, pero este subtítulo es, sobre todo, la constatación de esta singular propiedad en las cuestiones que Woody Allen aborda en su cine, así como en el modo de tratarlas.
(Reseña publicada en http://www.aceprensa.com/, 12-XI-2008).


El supuesto “affair” Allen-Barcelona

Por JORGE MARTÍNEZ

Como es sabido de todos, últimamente Woody Allen frecuenta a menudo España. Su cine es algo mucho más europeo que americano y él lo tiene claro, con lo cual dedica bastante tiempo a lucirse como “celebrity” en nuestras Barcelona y Oviedo, en ocasión de premios, doctorados honoris causa y otros rodajes.
El libro que nos ocupa parece nacer a la sombra de ese súbito e interesante interés de Woody Allen. Su último filme, por ejemplo, Vicky Cristina Barcelona, seguramente se traducirá en prolíficas visitas turísticas en los años que vienen; gente en busca del vaporoso glamour de la Johansson y la Cruz, o de la violenta y taurina masculinidad de Bardem. En cierto sentido, este libro forma parte del “merchandising” de este fenómeno cultural de superficie.
No hay dudas de que el autor de Woody Allen, barcelonés accidental –expresión sacada de un artículo del escritor de best-sellers, Ruiz Zafón-, J. M. Caparrós Lera, sabe de lo que habla. No sólo lo acredita su puesto como Profesor Titular de Historia Contemporánea y Cine en la Universidad de Barcelona, sino también su dilatada obra como estudioso y crítico del cine.
Sin embargo, la urgencia de este volumen –quizás tenía que salir junto a la mencionada película– queda acreditada en su estilo periodístico y en su carencia de organicidad, que puntúa con pequeñas y tonificantes curiosidades –una: aparece el obituario de Bergman escrito por Allen– y coincidencias –además del parecido físico ostensible entre Allen y Caparrós, que se vislumbra en la fotografía del volumen, prácticamente nacieron a la vez, si tenemos en cuenta el cambio horario.
En cualquier caso, lo que es más de valorar son las generosas citas de Woody Allen que aparecen a lo largo del corto texto. Cosas como: “al final, el arte no salva a la persona. Por muy sublimes que sean las obras que uno ha creado”; o “el arte es el catolicismo del intelectual, es decir, una voluntad de creer en el más allá.” También resultan reseñables los sabios y sintéticos comentarios de Caparrós sobre la filmografía en que Allen no comparece tan sólo como actor, sino donde se juega exclusivamente como guionista y director. Vemos, por ejemplo, cómo su certero objetivo enfoca la siguiente afirmación extraída de Interiores: “Lo que nos preocupa es de orden espiritual, religioso. Si lo comprendemos, todo lo que podemos aprender en el campo profesional, artístico, político, se convierte en temporal e incompleto.”
En suma, poco sobre el supuesto “affair” Barcelona-Allen, pero algunos dispersos y curiosos abalorios sobre este gran director cinematográfico y su obra, capaces incluso de generar una industria de “souvenirs” propia. Para acabar, dos de las frases de este genio bajito y feo, de entre las que aparecen recopiladas al final del librito: “Cuando un médico se equivoca, lo mejor es echarle tierra al asunto”, y “Hoy en día, la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido.”
(Crítica publicada en http://www.humanidad.tv/libros, 10-XI-2008).


Una reseña de Juan Ignacio VARGAS

El prestigioso profesor y crítico de Cine, José María Caparrós, que lleva más de un cuarto de siglo en la enseñanza universitaria y ha escrito cerca de cuarenta libros nos presenta esta vez una obra maestra acerca del genial cineasta Woody Allen, enfocado no como actor cómico sino como director intelectual.
Además de presentar el autor interesantes apéndices acerca del neoyorquino de ascendencia europea -de entre los que destaca el ensayo "Woody Allen y las preguntas sobre Dios"- y otros artículos relacionados son su vida y obra, el capítulo más sobresaliente es sin duda alguna la visión profunda que da del Dr. Caparrós acerca del trasfondo antropológico y teológico que esconden las obras más elevadas como Interiores (1978), La rosa púrpura de El Cairo (1985), Septiembre (1087) o Cassandra's Dream (2007), entre otras muchas.
Temas como la vida, el amor, la libertad o la muerte se traslucen a la pantalla una y otra vez, recreados en una ambientación social de elite ya sea en Nueva York, Londres o Barcelona. Este cineasta estadounidense que se jacta de ser despreciado en su país y admirado en Europa por su profundo análisis del hombre intelectual y urbanita contemporáneo, no defraudará a nadie en esta obra del crítico barcelonés.
Este libro se inspiró, entre otras, en el IV Ciclo de Cine titulado "Woody Allen, solo detrás de la cámara" impartido en IESE Business School de Barcelona y organizado por la Agrupación de Graduados de la Universidad de Navarra.

(Publicado en http://averigüelovargas.blogspot.com/, 2-XI-2008).



Entrevista a Josep Maria Caparrós

“Las películas de Woody Allen reflejan la crisis de la sociedad, es un testigo excepcional del vacío y las preguntas sin respuesta de esta época”

Por FRANCIS ALONSO

Josep Maria Caparrós es Profesor Titular de Historia Contemporánea y Cine en la Universidad de Barcelona, además de ser el Director del Centre d’Investigacions Film-Història de esta universidad. Josep María es también miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y del Círculo de Escritores Cinematográficos, el cual le concedió la Medalla a la Mejor labor literaria y periodística por su carrera profesional como crítico en 2007. Acaba de publicar un nuevo libro: Woody Allen, barcelonés accidental (Ed. Encuentro) sobre el director neoyorquino. Asistimos a la presentación del libro y aprovechamos la ocasión para hablar con el “maestro” Caparrós.

Perkeo: Josep María Caparrós se ha decidido a publicar un libro sobre Woody Allen, pero ¿no crees que se ha escrito mucho sobre este director?
Josep María Caparrós: Sí, es cierto. Este es el libro número 105 sobre Woody Allen, incluyendo monográficos, biografías o estudios concretos de películas. Podríamos decir que ya está todo dicho sobre él y que era muy difícil decir algo nuevo. Por eso decidí escoger las películas que sólo ha dirigido y escrito, pero no interpretado (de ahí el subtítulo del libro “Solo detrás de la cámara”), pues pienso que son las obras más importantes, las doce obras clave, donde él vuelca toda su sabiduría e ingenio creador. No se distrae como actor, sino que se centra en la dirección. Aunque he de reconocer que este argumento me ha fallado con la última película, Vicky Cristina Barcelona (una película frívola y sin el ingenio de las otras doce), antes de la cual el libro ya estaba cerrado. Pero —y esto es más importante en el enfoque del libro— también he intentado estudiar cuáles son las constantes de su obra a través de esas películas.

P.: ¿Y cuáles son esas constantes? ¿Sobre qué habla Woody Allen en sus películas?

J.M.C.: Yo creo que son tres: la muerte y el más allá, el amor —que en sus primeras manifestaciones era sexo casi compulsivo y mecánico— y Dios. En Woody Allen se traslucen constantemente una preocupación por si hay algo después de la muerte, la pregunta de si existe el amor perenne y duradero, la de si Dios existe y si tendría sentido un mundo sin Dios. Esta última idea la ha desarrollado mucho en la “trilogía de Londres” (Match Point, Scoop y Cassandra’s Dream). De hecho, recientemente presenté una conferencia en un congreso de teología: “Woody Allen y las preguntas sobre Dios”, lo cual sorprendió bastante.

P.: Y a todas esas preguntas que Allen se hace, ¿les ha encontrado respuestas?

J.M.C.: No, no da respuestas porque no las tiene. Un hombre que se ha casado cinco veces no creo que tenga una idea muy clara de lo que es el amor duradero, aunque con la quinta mujer dice que lo ha encontrado. Por otra parte, no entiende la justicia divina ni el misterio de Dios. Podríamos decir que Woody Allen se encuentra en la línea judaica de Job (tiene a sus espaldas ocho años de estudio en una escuela hebrea), aunque Job sí creía, mientras que él está en esa duda. Pero se nota que está buscando a Dios: es un intelectual, un hombre muy inteligente que busca la verdad. Woody Allen habla mucho también de la soledad —un problema muy tratado en el cine actual, muy claro por ejemplo en Martin Scorsese—: la gente está sola. Y, a veces, el salto hacia el sexo compulsivo, el poder desmesurado, el desorden moral o incluso el viaje como huida de uno mismo, es una búsqueda por llenar la vida. Me decía una vez un cineasta en la montaña de las famosas letras de “Hollywood”, mientras mirábamos hacia Los Ángeles: “Mira todas estas luces: está lleno de historias para películas, todo son guiones; pero la gente está sola, Caparrós, yo me encuentro solo: doce millones de habitantes, y yo me encuentro solo”. Este problema —y los de arriba— Woody Allen lo trata en sus películas. Él mismo quiere perdurar por su trabajo artístico: desde hace tiempo hace cada año una película.

P.: ¿Y qué crees que hace de Woody Allen un símbolo de nuestra época?

J.M.C.: Las películas de Woody Allen reflejan la crisis de la sociedad, es un testigo excepcional del vacío y las preguntas sin respuesta de esta época. Le quisimos dar el doctorado Honoris Causa en la Universidad de Barcelona como “testigo y retratista del mundo judío e intelectual de Manhattan”, aunque las autoridades políticas competentes revocaron nuestra decisión.

P.: Cambiando un poco de tercio, ¿por qué crees que el director neoyorquino es más apreciado en Europa que en su propio país?

J.M.C.: Los maestros de Woody Allen son todos europeos, más Akira Kurosawa. Él lo reconoce sin tapujos: le encantaría haber sido capaz de hacer las películas de Fellini, de Vittorio de Sica, Bergman, Godard... Y se nota. Pero no sólo eso. El director mete el dedo en la llaga acerca de la burguesía americana y se ríe de ellos (de sí mismo, en el fondo). Que eso lo haga Lars Von Trier, que jamás ha estado siquiera en los Estados Unidos, pues a los americanos les da igual; pero que lo haga “uno de los suyos” les duele más.

P.: Para terminar, Josep María, ¿qué películas recomendarías a alguien que quiere descubrir la obra de Woody Allen y, especialmente, estas tres constantes que antes has mencionado?

J.M.C.: Hombre, pues todas, ¿no? Pero destacaría Delitos y faltas, Hannah y sus hermanas, que están interpretadas por él, y son las llamadas “comedias teológicas”, dos obras clave, fundamentales; y luego también La rosa púrpura de El Cairo, otra obra maestra.
(Entrevista publicada en Perkeo. Revista Literaria, núm. 20, noviembre 2008, http://www.perkeo.es/).
- Otras entrevistas radiofónicas sobre el libro, en RAC1, Intereconomía, Ràdio Hospitalet y RKB (Radio Kanal Barcelona).
De Norte a Sur
Por E. RODRÍGUEZ MARCHANTE
Escribir de Woody Allen es casi tan divertido como ver sus películas o leer sus propios escritos, y tal vez por eso hay que estar muy atentos a todo lo que se publica de él, que es mucho y valioso. De lo último, hay dos libros que merecen la pena por su peculiar modo de tratarlo. Uno es directo, El universo de Woody Allen, y de mirada poliédrica: dieciséis pares de ojos lo observan, los de otros tantos críticos y analistas que diseccionan alfabéticamente, letra por letra, todo el firmamento creativo de Woody Allen, desde sus películas y actores, hasta elementos aparentemente más circunstanciales, como el clarinete, el Oscar, la neurosis, el adulterio o la política.

BARCELONA.- El otro libro es todavía más directo, Woody Allen, barcelonés accidental, y en él, el profesor José María Caparrós Lera propone un interesante y asequible estudio sobre el cine de Woody Allen sin Woody Allen (o sea, sin él como actor), además de un paseo por la relación del cineasta con Barcelona, antes, durante y después de Vicky Cristina Barcelona.

Coordinado por Hilario J. Rodríguez, El universo de Woody Allen arranca por la «A» de Acordes y desacuerdos y termina en la Z de Zelig, y entre una y otra película el recorrido es completísimo, ingenioso, revelador, ameno, y está aliñado, además, por todo ese borbotón de frases agudas que han convertido al director neoyorquino en un brillante reflejo de Groucho Marx, y que se usan en el presente libro como «separador» de capítulos o «letras»? El hecho de que sean frases conocidas no impide que nos deslumbren una vez más: «No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior»? «El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores»?

DICCIONARIO.- Juan Ignacio García Garzón, Víctor Arribas, Juan Carlos Laviana, Eduardo Torres-Dulce, Nuria Vidal, Carlos Reviriego, Ramón Freixas y Joan Bassa entre otros, aportan su punto de vista a este diccionario que rodea por completo la figura de Woody Allen y reúne su obra, sus actores, sus técnicos, sus obsesiones y sus manías de un modo natural y ordenado. El impacto de esta mirada es curioso, es un retrato transversal: Woody Allen atravesado por todas y cada una de sus circunstancias desde el fracaso a Hollywood, del matrimonio a August Strindberg, del destino a los criminales, cada término es un objeto de inspección por parte de los detectives del libro. Además, se pueden encontrar perlas como Lily la tigresa, una chaladura dentro de su filmografía, hecha en 1966 junto a (o a pesar de, como dice David Felipe Arranz) Senkichi Taniguchi.

En cuanto al libro de Caparrós Lera, Woody Allen, barcelonés accidental, aporta un breve pero minucioso repaso a las doce películas dirigidas por Woody Allen en las que no aparece como actor: Interiores, La rosa púrpura de El Cairo, Días de radio, Septiembre, Otra mujer, Alice, Balas sobre Broadway, Celebrity, Acordes y desacuerdos, Melinda, Melinda, Match Point y Cassandra’s Dream.

El libro incluye, además, el discurso que escribió Woody Allen en defensa del cine europeo y que leyó con motivo de la entrega del Premio Príncipe de Asturias y reproduce el coloquio que, también en Oviedo, mantuvo Woody Allen con José Luis Garci. Y por último, se incluye un apéndice con un comentario de Lluis Bonet de la película Vicky Cristina Barcelona cuando se proyectó en el Festival de Cannes y una curiosísima aportación de Caparrós Lera que le da una vuelta a la visión teológica de Woody Allen. Y este barcelonés accidental elabora al final una lista de las mejores películas de la Historia en la que no incluye ni una sola americana. Una curiosa lista para un curioso libro.
(Publicado en ABCD las Artes y las Letras, 10-I-2009).

martes, noviembre 11, 2008

PELÍCULAS RECOMENDADAS (10)


Nueva relación de filmes, que recomiendo para un público amplio. Como en las nueve anteriores listas, las películas señaladas con un asterisco (*) pueden gustar también especialmente a espectadores de Tercera edad.
Entre paréntesis, sigo indicando los títulos que gustarán primordialmente a los cinéfilos, y ahora añado también filmes más dirigidos a menores. Asimismo, incluyo en este nuevo listado 40 grandes películas del género histórico, que pueden gustar a todo tipo de público, sobre todo familiar.
Últimos estrenos:
- Amateurs*
- Appaloosa*
- Bella*
- Bolt (menores)
- El caballero oscuro (cinéfilos)
- Che: el argentino
- The Fall: el sueño de Alejandría (cinéfilos)
- Hace mucho tiempo que te quiero*
- High School Musical 3 (menores)
- El infierno vasco*
- El intercambio*
- La isla de Nim (menores)
- La leyenda de Santa Claus (menores)
- Los limoneros*
- Madagascar 2 (menores)
- El niño con el pijama a rayas*
- Los niños de Huang Shi (cinéfilos)
- La ola
- Peregrinos (cinéfilos)
- Red de mentiras
- El tren de las 3:10
- El último voto*
- Wall-E (menores)
CLÁSICOS DE CINE HISTÓRICO

Amadeus (1984), de Milos Forman. USA. Color - 158 minutos.
Reconocida sinfonía visual, que pone en brillantes imágenes una discutida pieza teatral sobre la vida del músico Salieri en torno al maestro Mozart. La Viena del siglo XVIII está perfectamente evocada.
Becket (1964), de Peter Glenville. Gran Bretaña. Color - 140 minutos.
Relata el enfrentamiento entre el arzobispo de Canterbury –después santo Tomás Becket– y el rey de Inglaterra, Enrique II Plantagenet. Basada en la obra escénica de Jean Anouilh, ofrece un recital de Peter O’Toole y Richard Burton.
Ben-Hur (1959), de William Wyler. USA. Color - 200 minutos.
Una de las películas más premiadas de la historia del cine. Basada en la novela de Lewis Wallace, se trata de un film-espectáculo con secuencias inolvidables (por ejemplo, la famosa carrera de cuádrigas).
55 días en Pekín (1963), de Nicholas Ray. USA. Color - 144 minutos.
Narra la revuelta anticolonial de los bóxers en la China de 1900. Sin duda, junto a El Cid, la mejor producción de Samuel Bronston rodada en nuestro país. Posee un cuadro interpretativo de primer orden.
Cinderella Man (2005), de Ron Howard. USA. Color - 144 minutos.
Biografía novelada del boxeador Jim Braddock, que alcanzó el título mundial durante la Depresión económica. Perfectamente ambientada en los años treinta, destaca el trabajo interpretativo de Russell Crowe.
Cromwell (1970), de Ken Hughes. Gran Bretaña. Color - 145 minutos.
Evocación histórica de la Revolución del siglo XVII inglés. Notable creación de de Richard Harris como el líder puritano y del inolvidable Alec Guinness como Carlos I. Hay una más reciente película británica sobre la misma época: Matar a un rey (2004).
Cyrano de Bergerac (1990), de Jean-Paul Rappeneau. Francia. Color - 138 minutos.
Nueva versión de este célebre personaje, basado en el drama romántico de Edmond Rostand (1897). La acción se desarrolla en la Francia del siglo XVII. Espléndida creación de Gérard Depardieu como Cyrano. El texto es en verso.
Los Diez Mandamientos (1956), de Cecil B. DeMille. USA. Color - 210 minutos.
Una de las grandes superproducciones de Hollywood. Con un reparto de excepción, el especialista DeMille –que ya llevó esta historia bíblica a la pantalla muda– logra un film tan poco riguroso como espectacular.
Doctor Zhivago (1965), de David Lean. USA. Color - 189 minutos.
Basada en la famosa novela de Boris Pasternak, relata una historia romántica en el marco de la Revolución rusa. Bien ambientada e interpretada, se popularizó mucho su leit-motiv musical.
Enrique V (1989), de Kenneth Branagh. Gran Bretaña. Color -137 minutos.
Brillante puesta en escena de la obra de Shakespeare, Henry V (título con el que este film fue presentado en España). El actor y director Kenneth Branagh ofrece un gran recital interpretativo, que no desmerece de la primera versión de Laurence Olivier (1944).
Espartaco (1960), de Stanley Kubrick. USA. Color - 190 minutos.
Ambiciosa superproducción sobre la célebre rebelión de los esclavos en el siglo I. Perfectamente ambientada e interpretada, contiene secuencias espectaculares junto a otras intimistas de carácter romántico-sentimental.
Éxodo (1960), de Otto Preminger. USA. Color - 205 minutos.
Basada en la novela de León Uris, relata el nacimiento del Estado de Israel (1953), de forma dramatizada. Película-río, con notable creación de tipos, muy bien realizada por Preminger. Inferior es la más reciente película análoga Oh Jerusalén.
Gandhi (1982), de Richard Attenborough. Gran Bretaña-India. Color - 170 minutos.
Biografía novelada del célebre líder indio, realizada con gran despliegue de medios y rigor histórico. Posee un fondo claramente pacifista y resulta un espectáculo de categoría.
El Gatopardo (1963), de Luchino Visconti. Italia. Color - 205 minutos.
La famosa novela de Giuseppe di Lampedusa puesta en escena con enorme brillantez por Visconti. Evoca la época del Rissorgimento y la unificación italiana, haciendo un paralelismo histórico con el contexto político de su país.
Gladiator (2000), de Ridley Scott. USA. Color - 152 minutos.
A caballo de los filmes La caída del Impero Romano y Espartaco, esta ambiciosa superproducción intentó recuperar el género peplum, aunque con un tono próximo al western. El espectáculo y los efectos digitales son de primer orden.
Grita libertad (1987), de Richard Attenborough. Gran Bretaña. Color - 154 minutos.
Una denuncia del apartheid sudafricano, a través de la tragedia del carismático líder de la “conciencia negra” Steve Biko, y del periodista liberal Donald Woods. Esta película, junto con Un mundo aparte (Chris Menges, 1988), acaso contribuyó al cambio político de ese país.
Un hombre para la eternidad (1966), de Fred Zinnemann. Gran Bretaña. Color - 115 minutos.
Obra maestra del cine histórico inglés, que evoca con perfección el reinado de Enrique VIII. Basado en la pieza escénica de Robert Bolt, se centra en el martirio de Sir Thomas Moro.
Hotel Rwanda (2004), de Terry George. Gran Bretaña. Color - 121 minutos. Basado en una historia verídica, relata el drama de un gerente de hotel que salvó a numerosos refugiados durante la masacre de los hutus a tutsis en Ruanda (un millón de muertos, en el genocidio de 1994). Otra buena película análoga es Disparando a perros.
Ivanhoe (1952), de Richard Thorpe. USA. Color - 102 minutos.
Rodado en exteriores británicos, traduce en imágenes la célebre novela romántica de Walter Scott. En la misma línea hollywoodiense, este realizador dio a luz Los caballeros del rey Arturo (1954). Ambas fueron protagonizadas por Robert Taylor.
Jesús de Nazaret (1978), de Franco Zeffirelli. Italia-Gran Bretaña. Color - 230 minutos.
Una de las mejores versiones sobre la vida de Jesucristo, narrada con la grandiosidad y sencillez del Evangelio. Con un reparto de famosos, combina el realismo y la emoción con el tono didáctico y espectacular. Se editó también para televisión.
J.F.K.: Caso abierto (1991), de Oliver Stone. USA.Color & Blanco y negro - 189 minutos. Impresionante puesta en imágenes del “informe Garrison” sobre el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy (1963). La evocación de una época conflictiva, así como la recreación de ambientes y tipos, son notables. Después realizaría Nixon (1995).
La inglesa y el Duque (2001), de Eric Rohmer. Francia. Color - 128 minutos. Polémica mirada sobre la Revolución francesa, desde la perspectiva de una bella dama inglesa que sufrió la época del Terror. Los efectos digitales del maestro Rohmer también son de primer orden.
Lawrence de Arabia (1962), de David Lean. Gran Bretaña-USA. Color - 222 minutos.
Espectacular superproducción del especialista David Lean, con un reparto y escenarios naturales espléndidos. Narra la historia de este célebre oficial británico (encarnado por Peter O’Toole) que se convirtió en líder del pueblo árabe.
El león en invierno (1968), de Anthony Harvey. Gran Bretaña. Color - 128 minutos.
Film un tanto desmitificador del Medievo, basado en una obra escénica. Ahora es O’Toole (Enrique II Plantagenet, quien había mandado matar a Thomas Becket) el que se enfrenta con Katharine Hepburn (Leonor de Aquitania).
El loco del pelo rojo (1956), de Vincent Minnelli. USA. Color - 122 minutos. Magistral película de Minnelli sobre la vida y obra de Van Gogh. Basado en una novela de Irving Stone, reproduce la estética del famoso pintor (muy bien recreado por Kirk Douglas).
Una mente maravillosa (2001), de Ron Howard. USA. Color - 123 minutos. Biografía novelada de John Forbes Nash, Premio Nobel en Ciencias Económicas (1994), que evoca una época de la Guerra Fría en Estados Unidos. Excelente interpretación de Russell Crowe.
Michael Collins (1996), de Neil Jordan. Irlanda. Color - 130 minutos. Otra biografía novelada, ahora de uno de los grandes dirigentes del IRA. Notable reconstitución histórica, con una buena creación de Liam Nelson como Collins. Fue muy polemizada en Inglaterra.
1492: La conquista del paraíso (1992), de Ridley Scott. Gran Bretaña-Francia-España. Color - 162 minutos. Evocación histórica del descubrimiento y conquista española de América, con motivo del 5º Centenario. Ridley Scott –como después haría con El reino de los cielos (2005) sobre las Cruzadas– ofrece una visión crítica desde la perspectiva actual.
La Pasión de Cristo (2003), de Mel Gibson. USA. Color - 127 minutos.
Una de las mejores versiones sobre las últimas horas de Jesucristo, que sería polemizada por sus crudas imágenes. Es una pieza artística de gran categoría. Jim Caviezel encarna la figura de Cristo inspirado en las pinturas de Caravaggio.
El patriota (2000), de Roland Emmerich. USA. Color - 164 minutos. Brillante film-espectáculo, que evoca un episodio de la independencia de Estados Unidos. Realizado por el autor de Independence Day, con el tono propagandístico que le caracteriza, está muy bien interpretado por Mel Gibson.

El pianista (2001), de Roman Polanski. Francia-Gran Bretaña-Alemania-Holanda-Polonia. Color - 143 minutos.
Obra maestra sobre el Holocausto –mucho más comedida que La lista de Schindler–, que le valió a Polanski el Oscar como mejor director. Narra la odisea del pianista Szpilman en el ghetto de Varsovia.
Quo Vadis? (1952), de Mervyn LeRoy. USA. Color - 164 minutos.
Una de las más célebres películas “de romanos”, basada en la novela de Sienkiewicz. Aunque posee poco rigor histórico, está rodada en escenarios naturales romanos y con decorados reconstruidos. Destaca la creación de Peter Ustinov como Nerón.
Ran (1985), de Akira Kurosawa. Japón. Color - 150 minutos. En la línea de la también magistral Kagemusha (1980), el gran Kurosawa evoca el feudalismo nipón del siglo XVI. Basado en el Rey Lear shakesperiano, está realizada dentro de la tradición estética japonesa.
Tierra de faraones (1955), de Howard Hawks. USA. Color - 102 minutos. Acaso la mejor película sobre el Antiguo Egipto. El guión es de William Faulkner. Narra la construcción de la pirámide de Keops. Pese a que es una visión hollywoodiense, puede servir también para “ilustrar” pedagógicamente ese período.
El tormento y el éxtasis (1965), de Carol Reed. Gran Bretaña. Color - 135 minutos. Adaptación de otra novela de Irving Stone. Trata del conflicto entre Miguel Ángel y Julio II con motivo de los frescos de la Capilla Sextina. Charlton Heston encarna al gran artista del Renacimiento y Rex Harrison al Papa. Notable reconstitución de esa época.
Tucker, un hombre y su sueño (1988), de Francis Coppola. USA. Color - 106 minutos. Biografía novelada de Preston Tucker, uno de los innovadores de la industria del automóvil. Perfecta evocación de la Norteamérica de posguerra. Jeff Bridges es el “héroe” protagonista, tan soñador e incomprendido en su tiempo como el propio Coppola.
La túnica sagrada (1953), de Henry Koster. USA. Color - 135 minutos.
Primera película en Cinemascope, que pone en escena la época de Cristo. Tuvo una continuación: Demetrius y los gladiadores (1954), de Delmer Daves, también con Victor Mature como protagonista.
Ulises (1954), de Mario Camerini. Italia-USA. Color -103 minutos.
Se trata de una lograda adaptación del mito de Homero, que relata con buen pulso cinematográfico las aventuras de Ulises (interpretado por Kirk Douglas). Silvana Mangano encarna a Penélope.
¡Viva Zapata! (1952), de Elia Kazan. USA. Blanco y negro - 113 minutos. Biografía novelada de este líder de la Revolución mexicana de 1910, que también le sirve a Kazan para sacarse la espina del maccarthismo. Gran creación de Marlon Brando.
¡Vivir! (1994), de Zhang Yimou. China. Color - 135 minutos. Auténtica obra de arte del más prestigioso cineasta chino actual. A través de la tragedia de una familia, evoca con enorme precisión y sobriedad la historia de su país durante los años 40-60.