lunes, junio 27, 2011

EL CINE, FOTO DE CAMPAÑA



Los llamaron los actores “de la ceja”, los “amigos de Zapatero”. Mucho se dijo de todos ellos cuando en 2008 apoyaron la candidatura del actual presidente mediante una icónica campaña de gestos y símbolos –‘la ceja’ entre ellos– y todavía hoy se recuerda con admiración, desdén y humor a partes iguales. Es el posicionamiento político de los artistas españoles, una práctica común y humana que no siempre tiene el visto bueno de la audiencia

Con este texto comienza su artículo de Cynthia M. Price, estudiante de Periodismo de la Universidad Miguel Hernández, quien me ha vuelto a entrevistar para la revista digital InCinema. Cine desde dentro, ahora sobre un tema de actualidad política, junto a otros especialistas españoles. Reproduzco las respuestas completas al cuestionario que me envió esta colega.


Por C. M. PRICE



- Durante las generales de 2008 muchos artistas españoles apoyaron a un determinado bando político. ¿Cómo cree que puede afectar esto a la campaña del partido?

- No me parece que el apoyo a determinado bando político -los artistas habitualmente son de izquierdas- pueda afectar a la campaña del partido, en este caso el PSOE.

- ¿Cómo cree que puede afectar a la carrera o consideración del profesional?

- Como los artistas -léase cineastas, actrices y actores- no son nada conservadores, ese apoyo no afectará a sus respectivas carreras.

- En la época franquista el posicionamiento político de actores y directores de cine ya existía, aunque en un ámbito y de una forma completamente distinta. ¿Cómo afectaba o qué cambiaba en aquel entonces el que un profesional del cine hiciese pública su opinión política? ¿Cómo se compara este efecto al de hoy día?

- Durante la Dictadura franquista, la mayoría de profesionales del cine era gente afecta al régimen, si querían trabajar. Y si hacían pública su opinión política, siempre era a favor del sistema. Además, contaban con las subvenciones del Estado. Un “mal endémico” que no se ha corregido en la España democrática; pues las películas las “pagan” también los ciudadanos españoles.

- ¿Por qué se posicionaba un actor o director antes, en comparación al por qué lo hacen ahora?

- La Guerra Civil había “marcado” hondamente al país. Por tanto, había que estar al lado de los “vencedores” -léase Movimiento Nacional, Falange Española-. Ahora se pueden criticar los defectos de la democracia, y no pasa nada.

- Tras salir de la dictadura, muchos artistas se prestaron a hacer público su apoyo político a un determinado bando, mediante mítines o anuncios en televisión.

- ¿Por qué lo hicieron? ¿Era una forma de decir que ya no había represión o una forma de publicitar los nuevos partidos de la democracia?

- La oposición -que también existía antes, en forma de disidencia interior- pudo hablar sin temor a ser encarcelada o marginada por desafección al régimen de Franco. Se inició, pues, una etapa de libertades, donde cada uno podía hablar libremente sobre lo que pensaba. Por ejemplo, Juan Antonio Bardem -el tío del famoso actor, Javier Bardem-, que había pertenecido al Comité Central del PCE, realizó películas políticas tan “comprometidas” como Siete días de enero, sobre la matanza de Atocha de abogados laboralistas por parte de la ultraderecha. O el también desaparecido Luis García Berlanga -asimismo con problemas de censura durante la dictadura- pudo realizar “sátiras democráticas” sobre cierta realidad española.

- En aquel momento muchos actores se posicionaron por igual a favor de bandos completamente distintos. No obstante, en el presente, parece que sólo uno de todos los partidos recibe el apoyo de los artistas. ¿Es porque realmente dicho partido es el único al que son afines los artistas españoles o porque existe un cierto temor a revelar que se opina diferente o se pertenece a uno de tantos otros partidos en España?

- No es del todo verdad que muchos actores o profesionales del cine se posicionaran por igual a favor de ambos bandos. Como he dicho antes, la mayoría están sólo a la izquierda. Y el tema de las subvenciones es general para todos -mientras se cumplan unos trámites burocráticos-; pues éste es uno de los grandes “males” del cine español, que ha heredado la actual democracia. Es posible que funcionen los “amiguismos” o simpatías ideológicas en este tema, como funcionaron antaño en la época dictatorial.

- ¿Qué visión considera que tiene el público sobre los actores que muestran una determinada preferencia política?

- El gran público tiene el concepto -heredado de la Guerra Civil y de la derecha- de que todos los actores son “rojos”. Y eso tampoco es del todo verdad. Son gente que no comulga con determinada forma de ver la vida, o con la política conservadora. Nada más.

- En otros países, como EEUU, este apoyo político sucede de forma constante pero en especial durante las últimas elecciones. De este modo, a veces son los propios artistas quienes financian o empujan la campaña de un candidato. ¿Cree que en España nos hemos “copiado” un poco de este fenómeno estadounidense? ¿o es característico de nuestra propia cultura?

- La realidad española es tan distinta de la norteamericana, que en rigor no cabe -o así me lo parece- esta comparación. Ellos son demócratas de toda la vida; nosotros, de anteayer.

- En marzo de 2010 el actor Willy Toledo hizo declaraciones sobre su apoyo al gobierno cubano, aludiendo a los presos políticos como delincuentes – incluyendo a Orlando Zapata, fallecido en una huelga de hambre. Este apoyo suscitó una fuerte polémica y un linchamiento mediático del actor. ¿Cual es o fue su opinión al respecto de este caso?

- Hace tres años, estuve en La Habana como miembro del Jurado del Festival de Cine Iberoamericano, y fui “espiado” por el Gobierno castrista. No digo más.

- ¿Considera que hay apoyos políticos inapropiados o apoyos de los que no se debería hablar aunque se crean?

- Ahora bien, en Cuba tienen “apoyos” que han dado lugar a una de las mejores escuelas de cine del mundo, en San Antonio de los Baños, que me mostraron amablemente los directivos del Festival.

- Para cerrar, un pronóstico: ¿Qué cree que puede pasar en las próximas elecciones generales en cuanto a este tema?

- Como no soy profeta, no puedo aventurar nada. Pero como España está arruinada por la crisis económica -que también es ética-, es posible que se rebajen las subvenciones estatales; sobre todo, si la derecha llega al Gobierno. Aun así, pienso -como gran parte de la opinión pública- que se producen demasiadas películas autóctonas, las cuales no siempre se estrenan; ya que las pantallas están “colonizadas” por el cine estadounidense.






(Cfr. el artículo completo, en InCinema, 10-VI-2011).

jueves, junio 16, 2011

¿ES EL CINE UN TESTIMONIO DE LA HISTORIA?



Si le preguntamos a José María Caparrós Lera, profesor de la Universidad de Barcelona desde 1982, Doctor en Filosofía y Letras, Catedrático de Historia Contemporánea y Cine, la respuesta será: “Por supuesto, pues las películas reflejan las mentalidades contemporáneas y son un retrato de la sociedad del tiempo en que han sido realizadas”


Por C. M. PRICE


Hablamos, pues, de mentalidades y retratos, de fotogramas que expresan y testifican por la historia de un país al que la gran pantalla llegó en 1896 – un año después de la proyección de los hermanos Lumiere, la primera de la historia.

El cine en España es un documento histórico que representa más de un siglo de su historia, sociedad y cultura – desde las humildes proyecciones del cine mudo hasta las grandes producciones que pasan por la actual alfombra roja. Hemos tenido tanta historia como cine y tantas películas como testimonios que contar.

Nos remontamos a 1896, año en el que no sólo se proyectaron las primeras exhibiciones cinematográficas, sino que también se rodó la primera película española (Salida de la misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza). Es desde este año hasta 1914 que España ve florecer su industria cinematográfica, ampliamente basada en Barcelona y Madrid y donde empiezan a destacar las adaptaciones de obras teatrales y zarzuelas.

No obstante, en 1931, el cine español sufre un traspié causado por la llegada de las producciones sonoras extranjeras. Puestos a no sufrir el descalabro, Manuel Casanova funda la Compañía Industrial Film Española (CIFESA) – la que será la productora más importante del país. Ese año se ruedan 6 películas y para 1934 se habían rodado 21 películas, incluyendo el éxito La verbena de la Paloma (ver fotograma).

“Como defendí en mi tesis doctoral en 1980, el cine de la Segunda República española constituyó la época dorada del cine español. Porque conectó con la gente del período y reflejó bastante bien la problemática de los años treinta. Además, coincidió con el principio de cine sonoro y fue el nacimiento de la industria (luego, prácticamente frustrada) en nuestro país,” comenta José María Caparrós. Y es que por mucho que digan algunos, la cinematografía de la Segunda República prometía muchos más éxitos de no haberse abortado esta evolución al comenzar de la Guerra Civil.

Como en todos los conflictos, durante la Guerra Civil española el cine se utilizó como una herramienta de propaganda y una vez dentro del nuevo régimen, se añade a la propaganda la que será la lacra que retrase al cine hasta los años de la democracia: la censura.

Se censuraron las películas con destape o con temas no afines al régimen y se impuso la obligatoriedad de traducir al castellano todas las producciones extranjeras. El cine español se convirtió en una forma de legitimar un régimen que se había instaurado a la fuerza y había que demostrar, de algún modo, que no había muerto lo que empezó en la Segunda República.

“El cine de la Segunda República española constituyó la época dorada del cine español”, afirma Caparrós. En su propia forma de evolución, el cine español pasó por varias etapas: “El largo túnel de la Dictadura franquista tuvo varias etapas: la autarquía, donde se realizó un cine de propaganda y exaltación nacional; los años 50, que tuvo lugar un giro social a través de las películas de los maestros Berlanga y Bardem; la década de los sesenta, cuando nació un movimiento renovador llamado Nuevo Cine español –aunque promovido desde el Gobierno de la España del Desarrollo–, si bien de alcance más costumbrista que político. Y se cerró con la crisis del los últimos años del sistema, con el fenómeno del “destape” y la denominada tercera vía, junto al cine crítico de algunos autores (Carlos Saura, Víctor Erice, Jaime de Armiñán)”

Añade Caparrós que pese a que durante estos años se perdió la frescura y la popularidad del período anterior, también se ganó, en algunos casos, en reconocimiento internacional, con premios en festivales más allá de las fronteras españolas.

Y bien es cierto, ya que, irónicamente, es durante el franquismo que surgen algunas de las iniciativas más notables – y perdurables – del cine español: en 1953 nace el Festival de Cine de San Sebastián y en 1956 tiene lugar la primera Semana Internacional de Cine de Madrid. Seis años más tarde, en 1962, José Mª García Escudero ocupa de nuevo la dirección general de Cine, desde donde impulsa la Escuela Oficial de Cine – centro del que saldrán varios directores de renombre e inclinaciones izquierdistas.

En relación a esto, José María Caparrós afirma que estas iniciativas vinieron del ánimo de abrirse al exterior y, también, de la denominada “izquierda del franquismo”, que estaría representada en la cinematografía por el referido García Escudero, un general y jurista del Ejército, que intentaría “democratizar” el cine español de la Dictadura.

“Este entendido -continúa Caparros, refiriéndose a García Escudero- fue llamado por segunda vez a colaborar desde la Dirección General, y se le considera el “padre” de la nueva ola española –el antes mencionado Nuevo Cine español de los 60–, también impulsando a la Escuela Oficial de Cinematografía (EOC), de Madrid, de donde salieron bastantes directores opositores al franquismo. Ese llamado “despotismo ilustrado” sería clave para dar una imagen de apertura de cara al extranjero, ya que asimismo estableció unas normas de censura más abiertas que las arbitrarias de los años anteriores.”

Con dicho despotismo ilustrado se llegó a la democracia y con ella a la supresión de la censura. Fue a partir de este momento cuando el cine español aceleró su proceso evolutivo, aunque quizá no siempre en la mejor dirección.

“En los primeros años se realizó un cine revanchista, sin matices, para pasar a un cine del desencanto en la primera etapa socialista,” dice Caparrós sobre un cine que hasta ahora, con el creciente fenómeno del cine español, no ha sabido bien cómo conectar con las preocupaciones de los españoles.

Con la democracia se abandona el cine al servicio del sistema y se empiezan a ver películas de diversas lenguas, más variadas y ricas en matices. Se empiezan a conocer nuevos artistas y directores, se hacen colaboraciones extranjeras y, por supuesto, se comienza a recibir premios y galardones bien merecidos por el cine nacional.

De hecho, en el presente, España es el país no-estadounidense que más galardones ha obtenido desde 1978. Una buena señal para el cine español que, sin embargo, y según José María Caparrós, no consigue despegar.

“Aquí hay menos dinero y, acaso, talento. Y la posición que ocupamos en el mundo –pese al prestigio de España– es pobre, ya que estamos “colonizados” por el cine norteamericano,” afirma el historiador.

No ayuda a esta empresa la extendida concepción social de que el cine español es siempre “guerra-civilista” o de “humor barato” – un concepto en el que Caparrós se pone de acuerdo con el público.

“Se ha abusado en estos años de democracia del tema de la Guerra Civil española –una herida todavía sin curar– y de la comedia barata. El espectador quiere que se le hable de temas con enjundia, y no de un trauma del pasado, ni de las frivolidades de cierta vida cotidiana. Los cineastas tendrían que apuntar más alto, y no tratar al público –como hace la Televisión– como subnormal,” sentencia, firme.

No es, quizá, lo mejor que ha dejado la historia española en el cine actual, lo cual no resta, de ninguna forma, el legado que dejaron las películas creadas en aquel tiempo. Como dice el historiador, resultan más interesantes, como fuente histórica, las películas producidas en el período que reconstruyen –rodadas en su tiempo– que las actuales. “Por la sencilla razón de que las primeras no tenían intención de “hacer Historia”, y con el tiempo son fuentes de gran valor sociológico y antropológico; mientras que las de reconstitución están mediatizadas por la visión de la época en que han sido realizadas, y muchas veces son poco o menos rigurosas.”

Con todo, el cine español tiene un porvenir difícil, lleno de retos y de la necesidad de renovarse, de encontrar mejores fuentes de financiación y de competir en un mercado dominado por los Estados Unidos.

Cuestionado sobre el futuro del cine nacional, José María Caparrós hace una reflexión poco optimista pero esperanzadora:

“El año 2010 ha bajado mucho la taquilla. Y el 2011, subirá enteros por Torrente 4 en 3D. Ahora bien, hay firmas de categoría y un público joven e intelectual que le respalda y aún confía en él. Además, para eso estamos los historiadores del cine español de nuestros amores (y dolores). ¡Y vosotros, los buenos aficionados!”

Habrá que sentarse en la butaca y esperar a ver.


(Publicado en InCinema. Cine desde dentro, http://revistaincinema.wordpress.com/)