El cineasta onubense Francisco Elías
El cineasta
vivió entre Francia, Estados Unidos y México, donde se curtió como director,
guionista y traductor. Trabajó con grandes figuras del celuloide de su época y
dejó el legado de 'El misterio de la Puerta del Sol', primer largometraje
sonoro realizado en España. 40 años después de su desaparición, Josep María
Caparrós y Enrique Sánchez Oliveira buscan apoyos para que la segunda e inédita
autobiografía del onubense, 'Anatomía de un fantasma', salga a la luz.
Por ANA RODRÍGUEZ
Cada año, cuando llega el verano, se celebra el
Islantilla Cinefórum, el Festival de Cine bajo la Luna de Islantilla, que se ha
convertido en un clásico cultural de la costa onubense. En su marco, se
entregan los Premios UHU Francisco Elías, nombre que gracias a
este galardón, y al también conocido Cineclub Francisco Elías, nos ha empezado
a sonar a todos pero… ¿Quién fue Paco Elías?
Fue un director,
guionista y traductor onubense que realizó una amplia producción cinematográfica
en España, Francia, Estados Unidos y México hasta mediados de los años 50 del
siglo pasado. Su principal hito fue ser el artífice
del primer largometraje sonoro o parcialmente sonoro que se llevó a cabo en
España, El misterio de la Puerta del Sol (1929), que se estrenó el
11 de enero de 1930.
Le tocó vivir una época muy complicada: dos
Guerras Mundiales, la Guerra Civil española que lo obligó a exiliarse por sus
ideales falangistas, la Dictadura de Franco… Quizá fueran las convulsas
circunstancias que lo rodearon las que hicieron que su figura se diluyera, no
obteniendo el reconocimiento social o popular del que fue merecedor. Sirvan
estas palabras de recuerdo y homenaje al gran maestro del
séptimo arte.
Francisco Elías Riquelme nació en Huelva
capital, en la calle Rábida para ser exactos, el 26 de junio de 1890. A los
siete años su familia se trasladó a Barcelona, donde el pequeño Paco descubrió
lo que era el cine y se aficionó a las películas de
Lumiére y Meliès.
Tanto apasionaban aquellas imágenes proyectadas al joven onubense que con 18 años
saltó a Francia, a la ciudad de París, donde se instaló con el objetivo de
aprender todo lo posible sobre aquella industria.
Trabajó en los Service
des Agence de la casa Gaumont en la capital francesa –posteriormente
también lo haría en Nueva York- como redactor e impresor de intertítulos de
películas mudas, y acabó siendo ayudante del
director de cine francés Léonce Perret. Con él viajó a Londres donde contempló por
primera vez una cinta del genial Griffith, a quien
conocería en persona años más tarde.
En París también realizó en 1911 su primer
guión, el de la película La alondra y el milano. Tres años después
regresó a Barcelona, para fundar una sucursal de la
compañía de cine francesa Éclair, al mismo tiempo que fundaba una empresa
dedicada a la impresión de películas mudas, Manufactura Film. En esta última,
dirigió su primer trabajo de ficción Los oficios de
Rafael Arcos.
Durante la I Guerra Mundial, Elías cruzó el
charco y, junto a sus hermanos Julio y José, puso en marcha la Elías
Press Inc.,
una empresa de traducción e impresión de títulos e intertítulos en castellano
de películas mudas. Su estancia en América le serviría para curtirse como
director y conocer a destacadas personalidades de la industria que amaba. En
esta época, dirigió un cortometraje en Nueva York con Manuel Noriega, A
Perfect fit (1920).
Tras pasar por Hollywood, Francisco viviría un
tiempo en México, donde se rumorea que grabó un documental
con el mismísimo Pancho Villa.
Pero los tiempos cambian y el cine mudo estaba
dando sus últimos coletazos en el continente americano. Elías decide regresar a
su país, en concreto a Barcelona, donde rodó su primer
largometraje mudo El fabricante de suicidios (1928), al que
siguió Chicas de cabaret (1929).
Sería en Madrid, en 1929, cuando el onubense
llevara el sonido al cine español. La película El
misterio de la Puerta del Sol supuso un antes y un después para la fábrica
de sueños nacional. Rodado con 18.000 pesetas y estrenado el 11 de enero de
1930, el largometraje ha pasado a la historia por incorporar
por primera vez en una cinta grabada en España técnicas de sonido.
Elías regresó a París, donde además de rodar
tres películas para productoras francesas conocería a la que fue su mujer, la
actriz y bailarina Roma Taëni.
De nuevo en España, fue cofundador de los Estudios
Orphea en Barcelona,
los primeros que rodaron películas sonoras en la Península. Con ellos
dirigió Pax; El último
día de Pompeyo; Boliche, su película más
taquillera; adaptó la zarzuela Doña Francisquita; elaboró el guión de la
comedia musical Mercedes; llevó a cabo su film
más experimental, Rataplán; y dirigió el
melodrama María de la O.
Tras dirigir Bohemios y ¡No
quiero, no quiero! durante
la Guerra Civil, Elías, de ideales falangistas, se exilió a México, donde vivió
una de las épocas más difíciles de su vida. Huir cuando se había consolidado en
su país como un director importante no fue nada fácil, a lo que se sumaron
ciertos problemas de salud que agravaron su
triste situación.
Durante los años que pasó en México, el onubense
dirigió Calumnia, La madrecita, El milagro del Cristo,
La epopeya del camino, La canción del plateado, La Virgen roja, Sierra Morena y No
te dejaré nunca,
además de adaptar al cine Ya tengo a mi hijo y El
signo de la muerte,
film este último que protagonizaron Cantinflas y Manuel
Medel.
En 1948, Francisco Elías regresó a España, pero
la suerte tampoco lo acompañó en esta ocasión. Desde entonces y hasta su
muerte, en junio de 1977 a causa de un paro cardiorrespiratorio, sólo dirigió
una película, Marta (1954), que no cosechó
grandes éxitos, y redactó el guión de Ángeles sin
cielo(1957)
y La boda era a las 12 (1962).
Apartado de ese universo que siempre había sido
su razón de ser, Paco se mantuvo gracias a las traducciones
que realizaba de libros en inglés y francés. Además escribió dos autobiografías, El
cine español y yo y Anatomía
de un fantasma,
esta última aún inédita.
Entre los pocos homenajes que recibió este
incomprendido director, se encuentra la encomienda del
Mérito Civil, que obtuvo de manos del rey Juan Carlos I y el recuerdo, a
título póstumo, del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva en 1994, además
de contar con una calle en su ciudad natal, un cineclub que lleva su nombre y
el Premio Francisco Elías del Islantilla Cinefórum.
Alguien que conoció bien al onubense es Josep
María Caparrós Lera, catedrático
emérito de Historia Contemporánea y Cine del Centre d’Investigacions
Film-Història de la Universidad de Barcelona. Con su testimonio nos acercaremos
un poco más al visionario onubense:
El catedrático Josep María Caparrós
– ¿Cuándo
conoció a Francisco Elías?
– Corría el año 1974. Fue con motivo de la realización de mi tesis doctoral
sobre el cine argumental de la II República y la Guerra Civil española; me fue
presentado por el profesor Miquel Porter-Moix, porque Paco Elías había sido el
responsable de la producción cinematográfica durante el conflicto bélico en
Barcelona. Él me ayudó mucho, presentándome a personas y contándome cuál era el
ambiente de aquellos años.
– ¿Qué relación
mantuvo con él a lo largo del tiempo?
– Hicimos una gran amistad, porque le visitaba periódicamente en su casa y me
explicaba sus andanzas cinematográficas, que fueron muy ricas. Me cedió una
síntesis de sus memorias, El cine español y yo, que publiqué en 1992
-ya muerto Elías-, junto a un artículo-homenaje anterior en el semanario Mundo, donde yo era el
crítico de cine. Ese pequeño reconocimiento lo agradeció mucho, con una carta
entrañable. Después, me dio a leer sus memorias completas, Anatomía
de un fantasma. Historia clínica del cine español, que nadie quería
editarle por el tono crítico-denunciatorio. Ahora, con su biógrafo Enrique
Sánchez Oliveira, estamos intentando publicarla en la colección de cine que
dirijo en la Universidad de Barcelona.
– ¿Cómo era
Elías en el trato personal?
– Era una persona muy cordial, llena de
vitalidad, pero resentida por el mal trato que había recibido al regresar de
México por los profesionales y las autoridades del cine español. Sufrió la más
dura ingratitud, y eso le hizo mucho daño. Él, que había sido prácticamente el
fundador del cine sonoro español.
– ¿Conoce usted
cuáles eran sus inquietudes (personales y profesionales)?
– Era un hombre inteligente, y muy trabajador. Nunca hablaba de sus inquietudes
íntimas, más personales. Estaba un poco obsesionado por ser reivindicado.
Aunque cuando el Gobierno español de la recién iniciada democracia le reconoció
oficialmente, ya era tarde. Me dijo: “A burro muerto, cebada al rabo”.
Profesionalmente, por su situación económica, edad y estado de salud, en los años
70 (falleció en 1977) ya estaba un poco acabado.
– ¿Qué pasó
con él en su opinión?
– Paco Elías había sido de la “quinta columna” durante la Guerra Civil,
falangista, y nunca se llevó bien con la izquierda, de la que era muy crítico.
Ésta le hizo el vacío en México y, cuando volvió a España, se lo hizo la
derecha franquista. Recibió de ambos lados.
– ¿Considera
que se ha reconocido la labor de este onubense o que es un gran olvidado?
– Entre los historiadores más rigurosos, sobre todo actuales, sí ha sido
reconocido. Asimismo, en Huelva se le dedicó una calle -a cuya inauguración
estuve invitado- y el cine-club local lleva su nombre. Sería importante
publicar su mencionado libro de memorias, para que su reconocimiento sea mayor,
y que Francisco Elías Riquelme pase a la Historia del Cine Español con letras
de oro, como francamente merece.
En suma, la
trayectoria del cineasta onubense fue fiel reflejo de su amor por una profesión
a la que dedicó toda su vida. Una labor que bien merece un reconocimiento mayor
del que hasta ahora ha tenido el visionario Paco Elías.
(Reportaje publicado en HUELVA BUENAS NOTICIAS, 25 - julio - 2017)