viernes, enero 27, 2006
BOLLYWOOD CONTRA HOLLYWOOD
La India ya produce más películas que Estados Unidos y consigue 1.000 millones más de espectadores
La reciente visita de Joan Clos y los otros representantes del Ayuntamiento de Barcelona a Bombay –ofreciendo la Ciudad Condal como plató para los rodajes de la pujante industria de Bollywood– ha puesto en evidencia el auge del cine indio; un país que, desde la década de los sesenta –junto a China y Japón–, cuantitativamente es el primer productor del mundo: ha pasado de 367, en 1969, a más de 700 películas anuales en los últimos años, superando incluso a la producción estadounidense (215, en 1967, y 450 títulos, en 2004). Unas cifras que han ido aumentando al igual que los habitantes de esa populosa nación. No obstante, las películas indias hasta hace poco apenas salían de sus propias fronteras; eran de consumo interior.
Incluso así, los filmes procedentes de la factoría de Bombay (de ahí la denominación alegórica de Bollywood, también por las convenciones genéricas e influencia de la Meca del Cine) están llegando a Occidente por dos vías. Estos musicales, comedias y melodramas, llenos de colorido, comienzan a estrenarse en las pantallas comerciales y, al mismo tiempo, llenan los videoclubes de los barrios donde viven emigrantes orientales. Sin ir más lejos, en el Raval son numerosas las tiendas que ofrecen a sus habitantes DVD de esas nacionalidades; pues es una forma de que los niños inmigrantes o ya nacidos en Barcelona conozcan su país de origen, las costumbres y tradiciones, conserven su idioma y no pierdan su cultura.
Si bien el director del Festival ImagineIndia, Qazi Abdur Rahim, declararía que el 90 por ciento de estas películas son “culebrones indigeribles para el público occidental”, los filmes indios no tienen nada que envidiar cualitativamente a las producciones americanas. Además, las películas de Bollywood poseen una coreografía sin precedentes, con cientos de bailarines y figurantes –a veces, incluso todo un pueblo ha participado en el rodaje, como en el musical Lagaan (2001), de Ashutosh Gowariker– y un colorido impresionante. Rahim añadiría: “El público queda atrapado ante tanta belleza, no importa que el argumento sea flojo. Aunque en cuanto a las historias muchos son remakes de Hollywood, los mejores montadores, directores artísticos, productores ejecutivos y diseñadores de vestuario están en Bombay”.
Sin embargo, no todo son musicales, comedias y melodramas costumbristas los producidos por Bollywood; también hay artistas de categoría como la realizadora Mira Nair (La boda del monzón, 2001), licenciada en la Universidad de Harvard, que es muy crítica con el estilo consumista de Bombay. Otro director procedente del cine de Bombay que está destacando es Shyam Benegal, a quien se ha dedicado una retrospectiva en Madrid. Alejado de las convenciones del estilo Bollywood, realiza un cine social que fustiga las costumbres ancestrales injustas –sobre todo relacionadas con la mujer– y actualmente prepara una versión India de Carmen. Benegal –que está considerado como el heredero del desaparecido maestro Satyajit Ray, quien recibió poco antes de morir un Oscar especial de Hollywood– es cabeza de fila de una nueva generación de cineastas que escapa de esa fórmula rosa para el consumo popular, y la cual empieza a exportar sus películas y a triunfar en Occidente.
Con todo, en estas películas autóctonas se aprecia la difícil convivencia entre Tradición y Modernidad en la India del nuevo siglo; pues en estos filmes de reconstrucción histórica se ofrece un sencillo estudio de mentalidades, donde todo un pueblo se presenta de forma tan clara como reveladora ante la sociedad occidental. De ahí el interés de Occidente, ya que es una manera de aproximarnos al conocimiento de aquellas comunidades huyendo del exotismo legado por la herencia colonial.
Ahora bien, otra cosa será que la taquilla responda tan generosamente como ante las películas norteamericanas. Si la India encabezó la producción cinematográfica mundial en 2004 con 800 títulos (y este año se está aproximando al millar), Bollywood se quedó atrás frente al volumen de negocio de Estados Unidos. Según Variety, Hollywood –con tan solo 450 títulos en el mismo período– recaudó 32.000 millones de dólares; mientras India obtuvo sólo mil millones. Asimismo, China se presentaría como la tercera potencia, con 212 películas producidas. Obviamente, es el mercado europeo el que “salva” al cine comercial norteamericano.
Pero cuando las producciones de Bollywood invadan Europa –en las multisalas y en los videoclubes–, las cifras cambiarán con la aceptación del gran público. Es más, en estos momentos los filmes procedentes de la India los ven 3.600 millones de personas en todo el mundo; mientras que los de Hollywood alcanzan los 2.600 millones. ¿Cuál es la clave del éxito oriental? Son películas muy simpáticas, sin efectos especiales que, ante todo, llegan al corazón.
(Publicado en El Periódico de Catalunya, 6-XI-2005).
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