martes, diciembre 25, 2007

LA HABANA'2007


29 FESTIVAL INTERNACIONAL DEL NUEVO CINE LATINOAMERICANO


Participar como Jurado SIGNIS en un Festival te da una perspectiva distinta. Primeramente, tienes que visionar todas las películas a concurso antes que el público, y desconoces las reacciones o aceptación de los espectadores. Y en segundo lugar, porque ejerces una función valorativa que se confrontará con los otros miembros del Jurado para sacar un veredicto final.


La 29 edición del reconocido Festival de La Habana ha servido, ante todo, para tener una visión panorámica del último cine que se produce en Latinoamérica y tomar el pulso de las producciones de esos países; pues se han proyectado 265 filmes en las diversas secciones que componen el certamen: largometrajes y cortos, óperas primas y guiones inéditos, documentales y animación (todos a concurso); y distintas muestras paralelas: cinema experimental, ciclos Éric Rohmer y Joaquim Pedro de Andrade, homenaje a José Luis Borau, últimas películas canadienses, alemanas, británicas, suizas... y un apartado dedicado al cine español, con títulos tan recientes como Mataharis, 7 mesas de billar francés, Barcelona (un mapa) o En la ciudad de Sylvia, este último del catalán José Luis Guerín, también presente en el Festival de Cine de La Habana, junto los actores Javier Bardem y Gael García Bernal o la asimismo famosa Hanna Schygulla.

Centrándonos en las películas de ficción a concurso (20 títulos que nos tocó visionar), destacaré los largometrajes más premiados. La mexicana Luz silenciosa, de Carlos Reygadas, es un drama pasional de una familia Amish, que bebe en las fuentes estéticas y existenciales de Ingmar Bergman y, más especialmente, de Carl Dreyer (con un desenlace inspirado en Ordet), y cuya belleza plástica cautivó a los espectadores y aficionados. Así obtuvo cuatro premios “Corales”: mejor película, director, fotografía y sonido.
Le seguiría en galardones la uruguaya Matar a todos, de Esteban Schroeder –que es la que votó por unanimidad el Jurado que me tocó presidir–, un filme denunciatorio de las dictaduras en el Cono Sur y sobre la tristemente célebre “Operación Cóndor”, que cuenta con una excelente interpretación de Roxana Blanco como la juez protagonista, y muy lejos del maniqueísmo habitual en este tipo de películas. Ganó los premios al guión original y mejor actriz, así como el SIGNIS que tuve el gusto de entregar en el teatro Carlos Marx a sus productores, por “luchar por el ideal de justicia y defender la verdad”. En este sentido, no podemos decir lo mismo de la análoga cinta chilena Fiestapatria, de Luis R. Vera, también presente en el certamen de La Habana, que tuvo una Mención del Jurado Internacional.
A continuación, destacaría el Premio de la Crítica (FIPRESCI), que valoró la película argentina de Ana Katz, La novia errante, producida e interpretada por esta joven profesional. Es una notable tragicomedia, llena de destellos creativos. Otras interesantes propuestas argentinas fueron: Las vidas posibles, de Sandra Gugliotta; Encarnación, de Anahí Berneri, sobre la soledad de una actriz madura; y El otro, de Ariel Potter, cuyo intérprete Julio Chávez se llevó el “Coral” al mejor actor y obtuvo el tercer premio “C oral”.

Cuba –el país anfitrión– asimismo se llevó algunos galardones: Madrigal, una escénica y barroca puesta en imágenes de Fernando Pérez (Habana Suite), a la mejor dirección artística y Premio Especial del Jurado; y otro drama pasional titulado La noche de los inocentes, de Arturo Sotto, ambiciosa película a caballo del “thriller” y la crítica social, que refleja cierta idiosincrasia cubana. Menos acertado estuvo el clásico Daniel Díaz Torres, Camino al Edén, primera parte de una trilogía televisiva sobre la Guerra de la Independencia.
Brasil fue el país sudamericano que presentó más películas a concurso. Y se llevó el segundo “Coral” y la mejor música original por El año en que mis padres salieron de vacaciones, de Cao Hamburger, también sobre la Dictadura militar del pasado siglo, ambientada en el Mundial de Fútbol de 1970, y vista por un niño refugiado en el seno de una pequeña comunidad judía de Sao Paulo. Demasiado explícitas fueron las sendas denuncias a la prostitución brasileña, El bajío de las bestias de Cláudio Assís y Desierto feliz de Paulo Caldas, y más atractivas serían La Vía Láctea, de Lina Chamie, acerca de la rotura de una pareja y el examen de conciencia final, o esa comedia desmadrada y surrealista que se titula Olor a caño, de Héctor Dhalia.
Más discreto estuvieron Bolivia, con su fábula política ¿Quién mató a la llamita blanca?, de Rodrigo Bellot, y Venezuela, con Mi vida por Sharon de Carlos Azpurúa y Postales de Leningrado de Mariana Rondón, esta última sobre el terrorismo y la cual se llevaría un premio; al igual que el clásico Paul Leduc, Cobrador: In God we Trust (México), dura parábola sobre el 11-S que obtuvo el de mejor montaje; y la ópera prima de Christopher Zalla, Padre Nuestro (USA), denuncia de la emigración mexicana en Nueva York, con el deseo de paternidad de dos jóvenes abandonados.
Si unas constantes cabe destacar en este 29 Festival Internacional del Nuevo Latinoamericano es la notable presencia de mujeres directoras, la violencia atroz y el exhibicionismo erótico en los relatos, presididos por dos hondas preocupaciones sociales y morales de fondo: las heridas todavía sin restañar de las dictaduras sudamericanas y la grave problemática de la prostitución, especialmente en Brasil. Estamos, pues, ante un panorama un tanto desolador; pero certámenes como el de La Habana sirven al menos para concienciar a público y especialistas de estas temáticas y del cine que se realiza actualmente en tales países.
El certamen se abrió con un concierto de Fito Páez y la proyección del filme Redacted, de Brian de Palma –un tremendo alegato contra la Guerra de Iraq y la política estadounidense, presidido por un discurso de Alfredo Guevara–, y se clausuró con el bello documental ecologista Tierra. La película de nuestro planeta, de Alastair Fothergill y Mark Linfield, sobre el discutido cambio climático.
El Festival, dirigido por Iván Giroud, se volcó en atenciones con los invitados. Por tanto, hasta el próximo año.

domingo, noviembre 18, 2007

DIOS Y WOODY ALLEN

Reflexivo Allen, en una secuencia de Hannah y sus hermanas

DEBATE EN EL CONGRESO INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA Y CINE

Las reflexiones religiosas que el director norteamericano divulga en sus películas centran la ponencia de un historiador


CRISTINA SAVALL
BARCELONA


"Para ti soy ateo. Para Dios, la oposición". Es una de las frases más célebres de Woody Allen, pero ayer no se citó en el primer Congreso Internacional sobre Teología y Cine, que se celebra en Barcelona. Las reflexiones religiosas que divulga en sus películas centraron la ponencia del historiador Josep Maria Caparrós, en este insólito encuentro que preside Enric Planas, exdirector de la Filmoteca del Vaticano.

A Allen le preocupan, según Caparrós, tres temas: la muerte, el sexo y Dios. Aunque matizó lo del sexo: "Lo que más le interesa ahora es el amor permanente". El profesor de la Universitat de Barcelona recordó los artículos que el cineasta publicaba en la revista The New Yorker, recopilados en el ensayo ¿Cómo acabar de una vez por todas con la cultura?, donde ironiza sobre Sigmund Freud y el psicoanálisis, Immanuel Kant y la filosofía, Ingmar Bergman y la trascendencia de su cine, la poeta Gertrude Stein y las autobiografías, el poder y la autoridad. Ni Dios se libraba.

"Se estaba autodestruyendo. Esa época coincidía con sus primera películas -Bananas (1971) y Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo pero temía preguntar (1972)-, donde el cinismo eclipsaba su profundidad existencial", afirma Caparrós, para quien su formación hebrea provocó serias dudas: "Si Dios existe, ¿cómo ha sido posible el Holocausto?".

Hannah y sus hermanas (1986) es fundamental para percibir la evolución ideológica del cineasta que acaba de rodar en Barcelona y sobre el que prepara un libro, que se publicará el próximo año coincidiendo con la llegada de Vicky Cristina Barcelona a las salas. "Fue su primera comedia teológica". En ella, Allen es un productor de TV obsesionado con el sentido de la vida. Su acercamiento al catolicismo dará lugar a los pasajes más cómicos de la trama. En Delitos y faltas su reflexión es profunda. "Habla de la mirada de Dios. ¿Cómo permite tantas acciones terribles? La conclusión a la que llega es que Dios nos observa, pero se limita a mirar".

(Publicado en El Periódico de Catalunya, 17-XI-2007).

jueves, noviembre 01, 2007

"CASSANDRA'S DREAM", LA NUEVA FÁBULA DE WOODY ALLEN

NO SE PUEDE PASAR LA LÍNEA: MATAR JAMÁS SALE GRATIS

Estamos ante la tercera obra realizada en Londres, que fue presentada en Asturias poco antes de concluir el rodaje en la Ciudad Condal de Vicky Cristina Barcelona, última película dirigida y no protagonizada por Allen. Pero antes del esperado estreno de este primer filme producido en España por Mediapro, llega a las pantallas mundiales el final de la llamada “trilogía londinense”.

Exhibida fuera de concurso en el Festival de Venecia, el genial realizador neoyorquino “intuye el dolor en el mundo pero, cuando, como cineasta, se pone serio para contarlo, el resultado suele ser inferior a cuando se decanta por la comedia. Él mismo ha dicho muchas veces que hubiera querido ser Ingmar Bergman, pero está condenado a ser Woody Allen”. (Cfr. crónica de la Mostra de Venecia por Salvador Llopart, en La Vanguardia, 3-IX-2007).

En efecto, Cassandra’s Dream narra la historia de dos hermanos –¿Caín y Abel?– ante el dilema de matar a un hombre y el remordimiento de sus condenables acciones. Pertenecientes a la clase obrera británica, se endeudarán para comprar el velero que da título al filme. Así, el apuesto Ian (Ewan McGregor), fracasado en los negocios, se prenda de una jovencísima y bella actriz, Angela (Hayley Atwell); mientras Terry (Colin Farrell), mecánico y con pareja, está atrapado por el alcohol y el juego. Ambos claudican ante el chantaje de su tío Howard (Tom Wilkinson, que realiza una breve y gran interpretación), muy rico pero en peligro de acabar en la cárcel, quien les promete a cambio ayudarles económicamente y promocionar a Angela en Hollywood. Una maraña de compromisos les conducirá al premeditado asesinato, que aflorará los fantasmas de los protagonistas y su catadura moral.

“La muerte es un instrumento fundamental en la narración desde hace siglos –manifestaría Woody Allen, en Venecia’2007–, desde los griegos hasta Shakespeare y Arthur Miller. Te permite explorar las posibilidades dramáticas y mantener la atención del espectador. Y matar es una acción extrema que obliga a visitar rincones oscuros del alma”.

Como en su magistral Delitos y faltas, El sueño de Casandra profundiza en el sentimiento de culpa y en el castigo. Casi dos décadas después, el mismo realizador volvería a insistir en un tema que parece preocuparle sobremanera: “Creo que la vida es esencialmente trágica, pues acaba mal. Pero también proporciona momentos divertidos que hay que saber aprovechar. A veces las dos opciones van juntas y, depende de cómo lo mires, la cosa es triste o cómica. Puede ser como las dos caras de la misma moneda: si se exagera, da lugar a situaciones divertidas. Pero si la culpa te la tomas en serio, la perspectiva cambia. En este caso, quería explicar la historia de dos jóvenes muy agradables que acaban siendo víctimas de su ambición y sus debilidades”.

Menos brillante y contundente que las anteriores Match Point y Scoop, Woody Allen demuestra que sigue en forma detrás de la cámara. Con un sólido y bien estructurado guión, por primera vez analiza la clase obrera y, al mismo tiempo, crítica con agudeza el mundo del espectáculo. Aunque –como escribe el crítico Salvador Llopart, en su citada crónica veneciana– en El sueño de Casandra “Allen se lo toma todo muy en serio. Demasiado, quizá, para una historia engordada, en exceso alargada, que, cuando estalla en tragedia, concluye con precipitación, sin dejar que ese drama intuido fluya entre sus protagonistas”.

Más interesante resultan los otros temas que se plantean en esta película: la ambición extrema y la ambigüedad moral. Sin llegar tan lejos como en la análoga Match Point, Woody Allen explora la vida cotidiana inglesa –¿lo hará también con la barcelonesa?– y profundiza en las miserias de la condición humana.

Con reminiscencias de la Tragedia griega y de nuevo del Crimen y castigo de Dostoiesky, un especialista en Literatura inglesa –el profesor Fernando Gil-Delgado– la valoraría así: “Es una película donde Woody Allen vuelve a plantear los temas del delito y la culpa, la conciencia y la existencia de Dios y de un más allá después de la muerte. Pero esta vez –más vale tarde que nunca– se toma el asunto totalmente en serio, aparca el estilo didáctico, el que hacía chistes fáciles sobre temas profundos para Diane Keaton, y comienza de nuevo, buscando una respuesta. (...) La historia es una invención y puede no agradar a mucha gente: por una parte está esa falta de humor de que hablábamos, falta grave si el espectador espera que lo haya; por otra está esa desconcertante fatalidad que mueve los hilos, a la que ya no estamos acostumbrados; finalmente la fotografía apagada de Vilmos Zsigmond contribuye a la impresión de obra fallida. Sin duda, Cassandra's Dream no es tan acabada como las dos anteriores, pero mucho más seria y honrada de planteamientos y, con todo, obra notable.” (Aceprensa, 9-X-2007).

Ciertamente, El sueño de Casandra es un “rizar el rizo” –Allen, como todo autor que se precie, parece hacer siempre la misma película–, pero no una pieza menor en su filmografía como director y guionista. Es muy posible que el maestro estadounidense esté un tanto agotado –un filme por temporada quizá resulte mucho a los 72 años–, aunque no en crisis como creador.

En Cassandra’s Dream vuelve a las constantes evidenciadas en su obra: sexo-amor, muerte y Dios. Aquí la relación entre el amoral Ian y la frívola Angela pasan del mero sexo explicitado pero cuidado por la elipsis al enamoramiento. El tema de la muerte está planteado con cierta profundidad, así como el de la existencia de Dios y el castigo por saltarse su ley, manifestado por el personaje de Terry. Asimismo, la Mafia –invocando a la familia y sus intereses– es vapuleada subrepticiamente.

Woody Allen avanza, pues, con respecto a Match Point, donde todo dependía del azar y el asesino quedaba sin condena, y también con relación a Delitos y faltas; aunque –todo hay que decirlo– su nueva fábula no esté a la altura estética de estas cintas.

Sin embargo, en Cassandra's Dream se plantea, como tema central, la conciencia y su origen trascendente. El transgredir el No matarás del Decálogo desencadena un dilema moral y una doble respuesta personal que acaba en tragedia. Como sentencia el propio Terry, "no se puede pasar la línea": matar jamás sale gratis. El fin nunca justifica los medios. Además, el filme muestra el enfrentamiento del éxito social (dinero, poder) con el bien-ser moral, la tensión entre el deber-ser y las tentaciones del mundo actual que, bajo los oropeles del cambio, sigue siendo el de siempre. Caín y Abel, en estado puro.

(En mi libro, de próxima aparición, Woody Allen, barcelonés accidental. Solo detrás de la cámara, 2008).

domingo, octubre 14, 2007

QUÉ ES UNA PELÍCULA


GUÍA DEL ESPECTADOR DE CINE
JOSÉ MARÍA CAPARRÓS LERA
Alianza. Madrid, 2007
320 páginas. 7,50 euros


Por Manuel MUÑIZ MENÉNDEZ

Pese a que cada vez tenemos acceso a más cine y a más información sobre cualquier película (con las sucesivas revoluciones que han supuesto el vídeo, el DVD, los canales de televisión por satélite e Internet), al espectador medio se le siguen presentando dudas sobre el Séptimo Arte, en especial sobre cuestiones técnicas. Por ejemplo, ¿quién no se ha preguntado, al ver los títulos de crédito de una película, qué es un gaffer? ¿O cuál es la diferencia entre un productor, un productor ejecutivo y un jefe de producción? ¿O qué pasos se siguen al analizar críticamente una película?
ORIENTACIÓN DIDÁCTICA.- Y si estas dudas las puede tener un espectador ya veterano, con más razón aún los adolescentes que aún están empezando a construirse un bagaje de cinefilia. Por este motivo, esta Guía del espectador de cine tiene una clara orientación didáctica, especialmente dirigida a la posibilidad de ser usada como libro de apoyo para la enseñanza de temas relacionados con el cine en las enseñanzas medias, o incluso en cursos universitarios. Apoyándose en su experiencia como profesor de la Universidad de Barcelona y en su dilatada carrera como crítico, José María Caparrós explica de forma a la vez muy clara y muy técnica diferentes aspectos tanto de la realización de una película como de su posterior recepción por críticos y espectadores, además de realizar un repaso de la historia del cine y de los títulos más destacados de los distintos géneros.
Esta Guía comienza analizando qué es el cine, desde distintos puntos de vista: como forma de arte (repasando todas las aportaciones artísticas a un filme: argumentistas, guionistas, director, actores...), como espectáculo e industria (siguiendo todo el proceso industrial de creación de una película), como medio de comunicación social y como lenguaje (en su doble vertiente de paso de la realidad al cine y del cine a la realidad, al ser recibido e interpretado por los espectadores).
Seguidamente, el autor dedica un capítulo a la historia del cine -con una cronología de los acontecimientos más importantes desde la primera sesión pública de los Lumière en 1895 hasta 2005- y otro a repasar quiénes hacen una película, desde la creación de la idea hasta los técnicos que trabajan en el rodaje.
Uno de los capítulos más notables del libro es el dedicado a “Mirar un film”. En él, Caparrós Lera se ocupa de la recepción de una cinta por parte del público, preocupándose especialmente de la influencia que las imágenes fílmicas puedan tener en el subconsciente de los espectadores -influencia, a su entender, potencialmente muy fuerte-, lo que le lleva a la cuestión de la necesidad de que las películas sean ética y moralmente correctas, en adición a sus valores estético-artísticos, a lo que debe sumarse el sentido crítico del espectador para blindarse frente a las obras que no cumplan el anterior criterio. Con esto entronca las ideas que da para la realización de una crítica cinematográfica, en la que considera que se debe atender a los elementos éticos, estéticos y dialécticos del filme.
GÉNEROS.- Finalmente, el autor pasa lista a los distintos géneros cinematográficos, listando las películas más destacadas de cada uno. Como en toda relación de este tipo, cada lector echará de menos (y de más) bastantes películas, pero es difícil no coincidir en muchas de las que se destacan en cada género: de aventuras (En busca del Arca perdida, La reina de África), bélico (Senderos de gloria, Apocalypse Now), ciencia-ficción (2001, Alien), comedia (Ser o no ser, Misterioso asesinato en Manhattan), cómico (género que Caparrós establece para diferenciar el cine paródico o crítico del puramente burlesco: Una noche en la Ópera, La quimera del oro), dramático (Ciudadano Kane, Muerte de un ciclista), fantástico-terror (Psicosis, El sexto sentido), histórico (El Gatopardo, Octubre), musical (El mago de Oz, West Side Story), policíaco (El sueño eterno, Camino a la perdición) y western (La diligencia, Los siete magníficos).

(Publicado en ABCD las Artes y las Letras, 13-X-2007, pág. 53; suplemento cultural de ABC).
OTRAS RESEÑAS SOBRE EL LIBRO
LO ESENCIAL DEL CINE (Publicado en El País, 16-VI-2007, Suplemento "Babelia", p. 14)
En Guía del espectador de cine, el crítico e investigador José María Caparrós ha condensado la información básica que un interesado en el séptimo arte debe saber. De esta manera se plantea qué es el cine, recorre cronológicamente su historia, distingue los diferentes géneros y enseña a criticar una obra cinematográfica. Además, incluye un glosario esencial y un apéndice de 250 películas indispensables, haciendo hincapié en las clásicas.- E. S.
ESCAPARATE (Publicado en Aceprensa, 17-X-2007, sección Libros: Ensayo, p. 7)
Nuevo libro del historiador del cine Caparrós Lera, que reúne en una manejable y económica edición de bolsillo datos y herramientas para acercarse al cine desde una perspectiva didáctica, con una sistemática pragmática, sencilla y útil.
El autor lleva muchos años enseñando cine en la Universidad de Barcelona y conoce bien la enseñanza media. Quizás por eso ofrece un libro muy asequible que, como él mismo señala, será de especial utilidad para los profesores de Secundaria que quieran explicar cine a sus alumnos o sacar partido docente al visionado de una película en el aula.- ALBERTO FIJO.
ÍNDICE HISTÓRICO ESPAÑOL (Vol. XLVI, núm. 123, 2010):
Compendio de información divulgativa que ayuda a entender cómo se hace, se mira o critica un film. El autor entiende el arte com una intuición poética, no como una inspiración. El cine como "mass-media" que refleja, y a la vez influye, a la sociedad; tanto por el producto comercial en sí mismo, como por el contexto de su elaboración. Dedica un capítulo a sintetizar la evolución histórica del cine, con un apartado sobre cine español. El capítulo dedicado a la "cronología esencial" es útil para la historia del ine, ya que se relacionan hechos históricos con hitos y aspectos cinematográficos. Se cometan 250 films clasificados por géneros, un glosario básico, bibliografía (23) y videografía (2) seleccionada. Abundante documentación fotográfica.- ENRIC RUIZ.

viernes, octubre 05, 2007

HISTORIA DEL CINE ESPAÑOL


Caparrós Lera publica un manual sobre la historia del cine español

Por PATRÍCIA LAINZ

José María Caparrós Lera, profesor titular de Historia Contemporánea y director del Centre d'Investigacions Film-Història de la Universidad de Barcelona (UB), acaba de publicar el libro Historia del Cine Español que ofrece una panorámica sobre la cinematografía del país, desde los orígenes hasta hoy.
Con voluntad claramente pedagógica, el autor trata de los principales cineastas y películas, así como de los diferentes estilos fílmicos desarrollados en España entre 1896 y 2006. Además, incluye una amplia cronología para contextualizar cada período histórico: mudo, sonoro, moderno y contemporáneo.

El nuevo manual, de una extensión de 335 páginas e ilustrado con 64 fotografías, está especialmente dirigido a estudiantes universitarios y cinéfilos. Contiene valiosos apéndices documentales y estadísticos, así como una filmografía básica y la bibliografía específica. También recoge las conclusiones de las famosas Conversaciones de Salamanca (1955) y un ensayo sobre la censura original del especialista Rafael de España, asimismo profesor de la UB.
Publicado por T&B Editores (Madrid), firma el prólogo el doctor Rafael Utrera, profesor de la Universidad de Sevilla y primer catedrático de Historia del Cine Español, quien ofrece una valoración historiográfica de los libros editados sobre este tema.

Josep Maria Caparrós (Barcelona, 1943) imparte clases en la UB desde el año 1982 y es miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Ha publicado 35 libros y, desde 1991, edita la revista especializada Film-Historia (www.pcb.ub.es/filmhistoria).

(Publicado en la web de la UB, www.ub.edu/comunicacions, 5-X-2007).

domingo, septiembre 16, 2007

ROHMER Y GUERÍN, ESTILISTAS EN BUSCA DEL AMOR


Dos singulares películas han abierto la nueva temporada cinematográfica, que vienen de la mano de sendos autores europeos de primera magnitud: el maestro galo Éric Rohmer y el vanguardista barcelonés José Luis Guerín.

Prácticamente ha coincidido en la cartelera española la última obra del octogenario “cerebro gris” de la Nouvelle Vague –así me lo definió en una entrevista el pionero François Truffaut–, El romance de Astrea y Celadón (2006), con el nuevo filme del innovador cineasta barcelonés, En la ciudad de Sylvia (2007). Dos títulos que presentan paralelismos artísticos y se exhibieron en la pasada Mostra de Venecia.

Les amours d’Astrée et de Céladon es la adaptación del capítulo central de una casi olvidada novela pastoril de Honoré d’Urfé (1568-1625), ambientada en la Francia de los druidas y las ninfas, la antigua Galia romana. Narra una historia de amour fou y barroco entre una pareja de pastores, atrapados por unos celos feroces y la obediencia ciega de él a su amada. La trama se construye alrededor de los conceptos de las falsas apariencias y la fidelidad, constantes que están presenten en la obra de Rohmer, sobre todo en sus “Seis cuentos morales” y en la serie “Comedias y proverbios”. Pero una fidelidad entendida según el autor del libro. El propio realizador lo comentaría así:

“Esta fidelidad no es nada puritana; permite libremente los atractivos de los placeres terrenales, siempre que la pareja sea indestructible: ´Que él nunca piense/que su amor ha de menguar’ está inscrito en la duodécima tabla de las Leyes del Amor (que da d’Urfé). L’Astrée es el legado más destacado que queda de la literatura francesa, y posiblemente europea, de la Contrarreforma. Fue un movimiento más conocido por su influencia en las Bellas Artes, como la pintura sensual de Rubens y Caravaggio y, sobre todo, el estilo de arquitectura llamado ‘jesuita’, un epíteto perfectamente adecuado para el mismo Honoré d’Urfé, que sirvió bajo el estandarte de la Liga Católica en la guerra contra los protestantes. Es también apropiado para sus personajes, a los que les gusta el argumento casuístico; eso queda latente en Astrea y Celadón pero es evidente en Lycidas, Sylvander y especialmente Adamas el druida, a quien vemos educando a Celadón con un discurso ampliamente ecuménico sobre las relaciones entre las religiones paganas y cristianas, con una argumentación muy cercana a la que Pascal criticó en Las Provinciales (1656)”.

Largo discurso que da luz sobre este minoritario filme de Éric Rohmer –uno de los pocos cineastas católicos (en su primera época de crítico en Cahiers de Cinéma se decía que “mojaba la pluma con agua bendita”)–, realizado en la línea de sus otras “películas de época”: las magistrales La marquesa de O (1976), Perceval le Gallois (1978) y La inglesa y el Duque (2001).

Es obvio que la estética de Rohmer es poética, muy explícita y enormemente sencilla, desnuda y rica en matices. La simplicidad de sus relatos descansa en una construcción rigurosa sobre cierta unidad de lugar. Aquí, con todo, además de resultar muy discursiva la narración –cosa ya habitual en su cine– se excede un tanto en las efusiones eróticas y en el exhibicionismo corporal, aunque sea en busca de la Belleza humana. E incluso se hace poco creíble la secuencia final, como reconoce el propio cineasta sobre ese original literario del siglo XVII.

Por su parte, José Luis Guerín también parece fascinado por la Belleza y la búsqueda del amor imposible en el asimismo minoritario En la ciudad de Sylvia. Al igual que su maestro galo, el cineasta barcelonés (46 años) capta los rostros y bustos femeninos con suma prodigalidad: la cámara sigue continuamente a una mujer de figura renacentista (la elegante Pilar López de Ayala) por la calles de Estrasburgo, a través de los ojos del joven protagonista (el francés Xavier Lafitte), que son los ojos del espectador. Se trata de la búsqueda imposible de la mujer soñada. El mismo Guerín lo comentaría al crítico Lluís Bonet Mojica:

“Eso se ha de ir descubriendo viendo la película... A los 40 minutos se revela ese dato. Hay un nombre, una palabra. El único nombre propio que se cita en el título, Sylvia, el de una presencia que nunca se ve. Para mí, el reto era cómo la gravitación de esa palabra, de ese sonido, de ese nombre que va a extenderse sobre una ciudad y sobre el rostro de todas las mujeres de esa ciudad”.

Pero al contrario del filme de Rohmer, aquí no hay diálogos –sólo uno, en el tranvía, entre los protagonistas cerca del desenlace–; sólo imágenes fascinantes, las cuales van poco más allá de la pura estética aunque captan la personalidad de la multirracial capital europea, gran coprotagonista de En la ciudad de Sylvia. Las fuentes cinematográficas, según Raffaele Pinto –profesor de Filología Italiana en la Universidad de Barcelona– son Alfred Hitchcock y Federico Fellini. Del mago del suspense ha tomado la progresión finalística del relato; del genio italiano, la potencia expresiva de las imágenes, pues “retoma la característica propensión a la ‘iluminación’ reveladora concentrada en un gesto o en una mirada”. Y establece una relación con las idealizadas mujeres del Cancionero de Petrarca y de la Vida Nueva de Dante.

Sí, la mirada estilística del autor de En construcción (2001) es una continuada búsqueda del específico fílmico –como ya escribí en otro lugar (cfr. Breve encuentro. Estudios sobre 20 directores de cine contemporáneo, Madrid, Dossat, 2004, pp. 237- 247)–. Sin embargo, en su nuevo filme no escatima cierto exhibicionismo físico, también en aras de la Belleza corporal, y una clara frustración sentimental.

De ahí que, poco antes del estreno, José Luis Guerín declarara en torno al protagonista y su busca denodada del amor: “Quiero creer que ese personaje no soy yo, pero me importa ese vaivén entre mirar con él y mirarle a él, entre la ensoñación y la vida de la ciudad”. Y concluyó: “Creo que ésta es mi película más sencilla, con un argumento muy sencillo y si eso se acepta, entonces es también mi película más abierta y abstracta y donde más función tiene la mirada del espectador”.

Estamos, por tanto, ante dos piezas artísticas de difícil digestión, de sendos estilistas que no trascienden el mero humanismo, pero evidencian con creces que el cine actual no sólo se nutre de efectos especiales.

viernes, junio 01, 2007

PELÍCULAS RECOMENDADAS (7)


VERANO 2007

Cada época veraniega, muchos aficionados me piden recomiende algunos filmes para pasarlo bien, a la vez de enriquecerse humana y artísticamente.

Aquí van, pues, los once títulos que he seleccionado este año –con breves comentarios valorativos–, los cuales ya pueden encontrarse en DVD o alquilar en los vídeo-clubs.

Banderas de nuestros padres (USA, 2006), de Clint Eastwood, con Ryan Phillippe, Jesee Bradford y Adam Beach. Color - 132 minutos.
Una de las grandes películas del género bélico, que con Cartas de Iwo Jima forma el magistral díptico de Clint Eastwood (coproducido por Steven Spielberg). Narra esa batalla decisiva para el frente oriental de la II Guerra Mundial, y retrata las mentalidades estadounidenses con ánimo pacifista y un tanto contextualizado con la política estadounidense de Bush.

Cartas desde Iwo Jima (USA, 2006), de Clint Eastwood, con Ken Watanabee y Kazunari Ninoyima. Color - 140 minutos.
Si en Banderas de nuestros padres se observaba la batalla de Iwo Jima desde el lado de los norteamericanos, en esta segunda parte se ofrece la visión desde los japoneses. Sensiblemente superior a su antecesora –aunque acaso no tan rica argumentalmente–, posee también momentos de gran crudeza pero, a la vez, resulta muy humana y obliga a la reflexión crítica del espectador. Vale la pena ver los dos filmes.

Copying Beethoven (Alemania, 2005), de Agnieszka Holland, con Ed Harris y Diane Kruger. Color - 104 minutos.
Obra artística, que retrata los últimos días del genial Ludwig van Beethoven a través de los ojos de una hipotética copista. Con secuencias sublimes –como la del estreno de la Novena Sinfonía–, esta magistral película de la realizadora polaca Agnieszka Holland cuenta con una soberbia interpretación de Ed Harris como el genial compositor. También profundiza en las relaciones del artista con Dios. Pueden saltar las lágrimas de placer estético.

Diamante de sangre (USA, 2006), de Edward Zwick, con Leonardo DiCaprio y Djiman Hounsou. Color - 143 min.
Tremenda denuncia sobre el comercio internacional del diamante, que se presenta relacionada con el tráfico de armas. La acción está enmarcada en la guerra civil que asoló Sierra Leona. Sin caer en excesos ni fáciles concesiones, resulta una cinta de aventuras que se sigue con interés y hace reflexionar al espectador sobre la financiación de las guerrillas en África. Ha tenido notoria repercusión en la opinión pública.

Disparando a perros (GB, 2006), de Michael Caton-Jones, con John Hurt y Dominique Horwitz. Color - 111 minutos.
Cuenta la tragedia del genocidio sufrido en Uganda el año 1994, cuando la minoría hutu exterminó a millares de miembros de la etnia tutsi, ante la mirada inoperante de la ONU. Análoga a Hotel Rwanda (2005), está vista desde la perspectiva de un joven cooperante y, especialmente, a través del asesinato de un ejemplar sacerdote franciscano, el P. Christopher –inspirado en el misionero bosnio Vjeko Curic–, que encarna magistralmente el veterano John Hurt.
El laberinto del fauno (México-España, 2006), de Guillermo del Toro, con Serghi López e Ivanna Baquero. Color - 121 minutos.
Es una fábula del innovador director mexicano Guillermo del Toro (Oscars de Hollywood a la Mejor Dirección artística, Fotografía y Maquillaje), llena de orignalidad y fantasía. Narra las desventuras de una niña en la España de posguerra (1944). Muy bien interpretada, posee cierta trascendencia y unos efectos especiales de primer orden. Gustará más a los cinéfilos y no simpatizantes con el régimen de Franco.

Mía Sarah (España, 2006), de Gustavo Ron, con Daniel Guzmán y Verónica Sánchez. Color - 144 minutos.
Notable debut de cineasta Gustavo Ron, uno de los representantes del Joven Cine español. Se trata de una ingeniosa comedia, con toques surrealistas, que gustará a los buenos aficionados a este género. Fernando Fernán Gómez –a quien entusiasmó el guión, original del propio Ron y Edmon Roch– ganó el Premio de interpretación del Círculo de Escritotes Cinematográficos. Esta ópera prima está recorriendo festivales internacionales.

The Queen (GB, 2006), de Stephen Frears, con Helen Mirren y Michael Sheen. Color - 97 minutos.
Espléndida película, que relata la crisis de la Corona británica con motivo de la muerte de Lady Di. La interpretación de Helen Mirren (Oscar de Hollywood por este papel) como la reina Isabel II es magistral. El análisis político de la Inglaterra de Tony Blair también resulta muy agudo. Gustará más al público mayor.

El tigre y la nieve (Italia, 2006), de Roberto Benigni, con Roberto Benigni y Nicoletta Braschi. Color - 118 minutos.
En la línea de La vida es bella (1998), se trata de otra magistral película del gran cómico italiano, ahora cambiando el Holocauto por la Guerra de Irak. Con un agudo sentido crítico y cierto tono surrealista –que homenajea a Federico Fellini–, Roberto Benigni ofrece un nuevo canto al amor y una amable sátira antibelicista. Más idónea para cinéfilos.

United 93 (USA, 2006), de Paul Greengrass, con Christian Clemenson y Trish Gates. Color - 91 minutos.
Una de las mejores películas argumentales del 11-S. Narra con enorme realismo la tragedia del cuarto avión estrellado en el histórico atentado terrorista, que se dirigía a la Casa Blanca. Aunque el público ya conoce el final, se revive esa epopeya personal. Es bastante mejor que la análoga World Trade Center (2006), de Oliver Stone, que también puede gustar a los aficionados por sus valores familiares.

El viento que agita la cebada (GB-IR, 2006), de Ken Loach, con Cillian Murphy y Pédraig Delaney. Color - 121 minutos.
Las consecuencias de la opresión británica sobre Irlanda y del nacionalismo radical que llevó a la Guerra Civil son narradas con sobriedad y convicción en esta cinta de reconstitución histórica. Se trata de otra película política del británico Ken Loach, que contentará al público interesado por tales temas. En una línea nacionalista análoga también está la correcta película catalana de Josep Maria Forn, El coronel Macià (2007), que asimismo resulta recomendable.


!! Y felices vacaciones con buen cine !!
(Publicado en www.cinemanet.info, 19-VI-2007).

sábado, abril 21, 2007

LA REVISIÓN DE LA DICTADURA

Después de cuarenta años de franquismo, con la libertad de expresión, el cine español se centró en la crítica a la Dictadura, no sólo en el ámbito político sino también en otras esferas de la vida cotidiana
La muerte de Franco y la instauración de un régimen democrático en España repercutieron en todos los órdenes y, especialmente, en la realidad sociocultural. La desaparición del franquismo se notó con pasión en la mayoría de los mass-media españoles. Y uno de los más importantes fue el cine. Tras las elecciones legislativas del 15 de junio de 1977 -la Constitución democrática se aprobó en referéndum a finales de 1978- y las elecciones generales y municipales de 1979, la reconstrucción del país se centró más en la instauración y consolidación del nuevo sistema político, que en los sectores industriales y culturales del cine español.

Aun así, el panorama de nuestro cine presentó durante esta etapa de transición nuevos caracteres. Las razones hay que buscarlas en la nueva coyuntura política. Con la «apertura» ideológica -no «cambio», sino reforma- las cortapisas de la dictadura se vinieron abajo con la liquidación del franquismo que brindó enseguida el nuevo partido gubernamental (UCD) apoyado por la Monarquía. Y el primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez, desmontó el Movimiento Nacional, llevando a cabo la transición sin ruptura, pacíficamente. Asimismo, el cine español cogió por primera vez el tren de la «modernidad», que no se concretó sólo en temas de libertad política sino que las salas comerciales fueron invadidas por la moda del cine erótico. La censura también desapareció por esas fechas, con el Real Decreto del 11 de noviembre de 1977.

CRISIS ECONÓMICA.- Durante el período del Gobierno de Unión de Centro Democrático, el cine español fue afectado por la crisis de nuestra economía. La industria cinematográfica nacional, compuesta por pequeños empresarios, se descapitalizó. Además, el Fondo de Protección del Estado aún adeudaba a los productores cantidades considerables y, ante tal situación, algunas multinacionales norteamericanas suspendieron las inversiones en el cine español que, a fines de 1978, sufría un desempleo del 80 por ciento. Con todo, la producción aumentó progresivamente durante estos primeros años: en 1976 se realizaron 108 largometrajes y en 1977, 113; descendió en 1978, que alcanzó la cifra global de 105, y entró en picado en 1979, con 72 películas, aumentando al final de la década, con 98 cintas en 1980.

Entre los filmes que ponían en tela de juicio a la España reciente, destacan El desencanto (1976), de Jaime Chávarri, y Asignatura pendiente (1977), de José Luis Garci. Pero enseguida Franco y la revisión histórica de la Guerra Civil fueron vapuleados por los cineastas de la transición: desde Basilio Martín Patino, con Caudillo (1977) hasta Raza, el espíritu de Franco, de Gonzalo Herralde, y Camada negra, de Manuel Gutiérrez Aragón (ambas del 77); mientras la contienda bélica mostraba la perspectiva de los perdedores en Las largas vacaciones del 36 (1976) y La vieja memoria (1977), de Jaime Camino. Las autonomías se despertaron con filmes en lengua vernácula. Cataluña con La ciudad quemada (1976), de Antoni Ribas, o Companys, proceso a Cataluña (1979), de Josep Maria Forn. El País Vasco saltó a las pantallas con dos títulos de 1979 prácticamente al servicio de ETA: El proceso de Burgos, de Imanol Uribe; y Operación Ogro, del italiano Gillo Pontecorvo.

Por otra parte, dos veteranos resurgieron con filmes «comprometidos»: El puente (1977) y Siete días de enero (1979), de Juan Antonio Bardem, y La escopeta nacional (1978), de Luis G. Berlanga, que encabezó una trilogía; y Carlos Saura abandonaba su subrepticia denuncia al régimen dictatorial en cintas no directamente políticas, como Elisa, vida mía (1976). En esta etapa de afirmación democrática aparecieron nuevos nombres: Pilar Miró, con El crimen de Cuenca (1979); Fernando Colomo, con Tigres de papel (1977); Fernando Trueba, con Ópera prima (1979) y Pedro Almodóvar, con Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), máximos representantes de la «movida» madrileña.

A pesar de los diversos enfoques, es posible destacar ciertas líneas comunes en el cine español de la transición. En cuanto a la voluntad de expresión, se advirtió un deseo de revisar y desmitificar la Dictadura franquista; pero su crítica no se limitaba a la política, sino que se extendía a la religión, la moral, la familia... que aparecieron como estructuras ligadas a un tiempo pasado y ya superado. En el plano estético, la mayoría acusaría cierto desequilibrio por incoherencia entre lo que quería decir y la forma de contarlo; mientras que la madurez creadora de otros resultó pretenciosa o se empañaba con fáciles concesiones eróticas o violentas de claro signo comercial.

SÍMBOLOS Y CLAVES.- Por último, junto a esa falta de coherencia estético-expresiva, la dificultad de comunicación entre cineastas y espectadores se complicaría con un exceso de símbolos y claves críticas, que a veces se agravaba por una cerrazón ideológica agobiante. De ahí que el público no respondiera la mayoría de las veces y, cuando lo hacía, se inclinaba por los filmes de más bajo nivel intelectual aderezados con los reclamos al uso.

Con el frustrado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 se cierra un período histórico en España, que aún tuvo su culmen con el primer Oscar de Hollywood para el cine español: Volver a empezar (1982), de José Luis Garci. Comenzaba entonces la primera época socialista y acababa la difícil transición a la democracia.


(Publicado en ABCD las Artes y las Letras, 21-IV-2007).

jueves, marzo 01, 2007

GLOSA A LOS OSCARS

La 79 edición de los preciados galardones de la Academia de Hollywood ha optado más por lo “políticamente correcto”


El triunfo de Martin Scorsese, uno de los más discutidos maestros del cine americano, ha confirmado que los miembros de la Meca del Cine continúan premiándose a sí mismos. Con 19 candidaturas latinas –un récord en la historia de los Oscar–, Hollywood no se ha atrevido a decantarse del todo por las películas ni los cineastas hispanos

La nominada Babel, del mexicano Alejandro González Iñárritu, ha sido la gran derrotada: sólo una estatuilla dorada –a la Mejor música original (Gustavo Santaolalla)–, mientras que la menos innovadora Infiltrados de Scorsese –una pieza menor en su filmografía, aunque se nota que sabe hacer cine de veras– se ha llevado los principales galardones.

En el apartado a la Mejor película de habla no inglesa tampoco ha triunfado la más lograda El laberinto del fauno, del también mexicano Guillermo del Toro –aunque es una coproducción con España–; en cambio, esta película ha ganado merecidamente tres Oscars: Mejores fotografía (Guillermo Navarro), Dirección artística (Eugenio Caballero y Pilar Revuelta) y Maquillaje (a los catalanes David Martí y Montse Ribé, segundos premiados de esta nacionalidad; pues el primero fue el cameraman barcelonés Néstor Almendros, por Días del cielo, en 1978). Sin embargo, los académicos se han decantado por la ópera prima del alemán Florian Henckel von Donnersmarck, La vida de los otros, una contundente denuncia a la stasi, la policía secreta de la RDA, de triste memoria.

Pero en el más preciado apartado de las estrellas, un veterano actor de afronorteamericano, Forest Whitaker, se impondría a los galanes de Hollywood por su papel como el dictador Idi Amin Dada en El último rey de Escocia; mientras que nuestra compatriota Penélope Cruz sería derrotada –como era de esperar– por la también veterana Helen Mirren, por su magistral interpretación de la reina de Inglaterra en The Queen (a quien rindió un sentido homenaje en la ceremonia). Francamente, la última “chica Almodóvar” de Volver tuvo que conformarse con lucir su figura y el esplendoroso vestido.

La gala fue larga pero brillante –más profesional y menos pesada que la de los Goya de la Academia Española–, y el maestro italiano Ennio Morricone –injustamente olvidado por la vieja Meca del Cine– al final sería reconocido como compositor de antológicas bandas sonoras.

Con todo, este año triunfó lo “políticamente correcto” –como se evidenciaría en el referido discurso de la Mirren, con su homenaje a Isabel de Inglaterra (quien ya le ha invitado a tomar el té en el palacio de Buckinham), o en el discreto premio a Cartas desde Iwo Jima, del gran Clint Eastwood (Mejor montaje de sonido); a la vez que la magistral tríada de la penúltima hornada de Hollywood –Francis Coppola, Steven Spielberg y George Lucas–, junto a Jack Nicholson, arropó a su amigo Martin Scorsese en su doble galardón. El autor de Toro salvaje y El aviador –otras seis veces nominado– no se podía jubilar sin la preciada estatuilla.
(Publicado en www.cinemanet.info, 4-III-2007).

jueves, febrero 01, 2007

PELÍCULAS RECOMENDADAS (6)



Otra nueva relación de filmes, que recomiendo para un público amplio. Como en las cinco anteriores listas, las películas señaladas con un asterisco (*) pueden gustar más especialmente a espectadores de Tercera edad.

Entre paréntesis, sigo indicando los títulos que gustarán primordialmente a los cinéfilos. Los clásicos pertenecen esta vez a los géneros de ciencia-ficción y fantástico-terror.



Estrenos:

- Apocalypto (cinéfilos)
- Banderas de nuestros padres*
- Bobby (cinéfilos)
- Cartas desde Iwo Jima*
- El coronel Macià*
- Days of Glory (cinéfilos)
- Diamante de sangre
- Disparando a perros*
- En busca de la felicidad*
- El gran silencio*
- Luces al atardecer (cinéfilos)
- Mía Sarah
- Natividad*
- Rocky Balboa
- El último show (cinéfilos)
- El truco final (cinéfilos)
- Zodiac

Clásicos:

- A.I. Inteligencia Artificial (cinéfilos)
- Alien, el octavo pasajero
- Blade Runner (cinéfilos)
- El doctor Frankenstein*
- 2001: Una odisea del espacio
- Drácula*
- Encuentros en la Tercera Fase
- Fahrenheit 451*
- La guerra de las galaxias
- La guerra de los mundos
- Harry Potter y la piedra filosofal
- La invasión de los ultracuerpos (cinéfilos)
- King Kong
- Mars Attacks! (cinéfilos)
- Matrix
- La mujer pantera (cinéfilos)
- Los Otros*
- Los pájaros*
- El planeta de los simios*
- La profecía*
- Psicosis
- El sexto sentido
- Star Trek. La conquista del espacio
- Superman
- Terminator 2. El juicio final
- Tiburón*

Nota: Para el Día del Libro 2007 se publica mi anunciada Guía del espectador del cine (Madrid: Alianza, 2007, 314 págs., 7,50 €), donde aparecen comentadas todas estas películas y otros títulos -hasta 250- por géneros.