sábado, mayo 20, 2006


EL FENÓMENO Da VINCI

La película de Ron Howard, al igual que la novela de Dan Brown, es un mero thriller sin ningún rigor histórico


El subgénero de religión-ficción prácticamente nació con la adaptación cinematográfica de la novela de Henry Morton Robinson, El Cardenal, que llevó a la pantalla el maestro Otto Preminger en 1963. Inspirada en la vida del cardenal Spellman, éste intentó que se prohibiera la publicación del libro. Después, llegaría la exitosa versión de otro best-seller: Las sandalias del pescador, de Morris West, que llevó al cine el británico Michael Anderson en 1966, y fue premonitorio de Juan Pablo II. No obstante, este subgénero se consolidó con El nombre de la rosa, de Umberto Eco, que dirigió el cineasta galo Jean-Jacques Annaud en 1986, para tocar a fondo en el año 2001 con The Body, de Jonas McCord, un subproducto que coproduciría e interpretaría Antonio Banderas. Ahora, aprovechando el fenómeno de ventas de un libro de Dan Brown (más de 40 millones de ejemplares, en 44 idiomas), la industria de Hollywood ha visto en tal thriller (así lo califica en la cubierta Mondadori en su última edición) “la gallina de los huevos de oro”.

Al célebre novelista norteamericano (nacido en 1964), se le ha descrito como un brillante e imaginativo profesor que, desde que era adolescente, le encantaban los crucigramas, rompecabezas, acertijos y símbolos, facilitados por su padre, que era un reconocido matemático. De ahí que, en sus fábulas novelescas (pues sus libros no son científicos), se haya prodigado descifrando cábalas secretas. El código Da Vinci (2003) –como todo el mundo sabe– trata del supuesto secreto clave del cristianismo: que Jesucristo se casó con María Magdalena y ambos tuvieron descendencia. "Aunque algunos han visto en Brown una mezcla de John Grisham y Umberto Eco, su escaso rigor y su prosa poco exigente, desde un punto de vista literario –escribía el columnista Ángel Sánchez, en El Periódico de Catalunya– no le hacen merecedor de los dos millones de ejemplares vendidos en España e Iberoamérica" (27-III-2005). En cambio, el autor de la novela sostiene que cuanto describe es sustancialmente auténtico, pues lo refrendan “documentos secretos” que dice conocer. Aun así, ante las críticas que se le han hecho, Dan Brown ha optado por añadir en su web que "The Da Vinci Code es una novela, es decir, una obra de ficción" (30-I-2006).

Sin embargo, ante el fenómeno Da Vinci, el profesor Massino Introvigne, un sociólogo italiano –especializado en esoterismo, sociedades iniciáticas e interrelaciones religión-violencia–, ha desmontado todas las afirmaciones de su colega norteamericano a través de un libro titulado Los Illuminati y el Priorato de Sión. La verdad en ‘Ángeles y demonios’ y ‘El Código Da Vinci’ (2005), donde demuestra las falsedades de Dan Brown y descubre la teoría del Gran Complot –en el que algunos incluyen a masones, templarios y hasta extraterrestres–; una confabulación que atrapa a la gente sencilla de hoy, tan propensa a simplificar en mitos sugerentes, pero falsos, la complejidad de la historia. Por su parte, la medievalista Sandra Miesel dice que el libro tiene tantos errores que "me sorprendo cuando en El Código Da Vinci encuentro algo que es exacto".

La productora Sony-Columbia, a causa del gran negocio cinematográfico que le proporcionaba la novela, compró los derechos de este thriller de religión-ficción con el fin de realizar una película comercial que, sin duda, puede herir a los creyentes, no sólo católicos sino también otros cristianos; ya que el cristianismo en general y la Iglesia Católica en particular quedan injuriados. Y aunque a la major yanqui-japonesa se le rogó pusiera al principio del filme que cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia, no ha accedido a hacer una advertencia que restaría su tono polémico, de calumnia o difamación. Únicamente Jim Kennedy, director de Comunicación de Sony, se excusó: "Es una película de ficción, no un documental. No queremos ofender a nadie".

Con todo, antes del estreno del filme, el profesor de Comunicación Institucional Marc Carroggio, de la Pontificia Università della Santa Croce, de Roma, se pronunciaría así: "El problema de un guión de este tipo es que ‘criminaliza’ a un grupo de personas. Presenta a la Iglesia como una banda de delincuentes que durante dos mil años ha estado dispuesta a todo con tal de mantener escondida una gran mentira. Aunque resulte grotesco, y a veces algo cómico, se acaba ofreciendo un retrato odioso de una institución, y está comprobado que los retratos odiosos generan sentimientos de odio en personas que carecen de recursos críticos. Me parece que no necesitamos más caricaturas de ninguna religión. Tendríamos que estar todos de la parte de la concordia, de la tolerancia, de la comprensión”.

El crítico de La Vanguardia, Lluís Bonet Mojica, sería el primero que destacaría la decepción de la crítica internacional en su preestreno en el Festival de Cannes: silencio sepulcral, ausencia de aplausos y algunos silbidos saludaron las dos primeras proyecciones de este filme ante la prensa especializada. Y añadió este colega: "No faltaron carcajadas cuando se revelan los antecedentes divinos de la criptóloga Sophie Neveu… Ella (Audrey Tautou), con su muecas; él (Tom Hanks, que ha cobrado 20 millones de dólares más un porcentaje de los beneficios), experto en simbología religiosa, mostrando siempre cara de póquer" (18-V-2006).

Realizada con más oficio que brillantez formal por un 'oscarizado' artesano de Hollywood, Ron Howard (nacido en 1954), el director de Una mente maravillosa (2001) y Cinderella Man (2005), con los referidos Tom Hanks (pues su habitual Russell Crowe, católico, rechazó el papel) y Andrey Tautou (Amélie) como la pareja protagonista, la película sigue con bastante fidelidad el enrevesado texto original, pero sintetiza los discursos, caricaturiza y adultera personajes (como el del jefe de policía francés, que interpreta Jean Reno). Asimismo, hace hincapié en algunos pasajes violentos y morbosos acaso también de cara a la taquilla. Con cierto clima de suspense y un ritmo algo trepidante, en escenarios atractivos –al igual que la novela–, la cinta intenta captar al sufrido espectador, pero al final acaba agotándolo con sus casi dos horas y media de metraje.

Estrenada en todo el mundo el 19 de mayo, con un gran lanzamiento mediático –en España alcanzó la cifra récord de 759 pantallas–, la nueva película de Ron Howard es, francamente, un mero producto de la serie B de la Meca del Cine, sin apenas categoría fílmico-creadora. Pienso que los aficionados enseguida lo olvidarán. Además, Sony Pictures ha desafiado al Tribunal de Defensa de la Competencia, que recientemente dictó la primera sentencia contra las prácticas abusivas de las multinacionales norteamericanas. Pero los 13 millones de euros que les han impuesto como multa son una nimiedad con lo que esperan recaudar en las salas.

Finalmente, en una época que en Occidente hemos condenado las caricaturas de Mahoma, y algunas autoridades eclesiásticas ya se han pronunciado en contra de esta novela y el filme comercial, es de suponer que los historiadores y especialistas continuarán descalificando a El Código Da Vinci como obra artística y literaria por su falta de rigor y nula categoría intelectual. Es más, si el gran público mundial evitara el visionado de tal película y no comprara los oportunistas videojuegos que también ha lanzado la compañía hollywoodiense abundarían menos estas engañosas producciones.

(Publicado en inglés, en www.us.imdb.com, 20-V-2006; y en castellano, en www.cinemanet.info, 26-V-2006).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hi! Just want to say what a nice site. Bye, see you soon.
»

Luis Eduardo dijo...

¿Que paso con el cine?

¿Que ha pasado con el cine de los últimos 10 o 15 años? ¿Están moribundas las salas de cine? ¿Aun hay esperanza de que el cine vuelva a alcanzar su status de antaño?
Estas y muchas preguntas mas nos han venido a la cabeza a todas las personas que compartimos un pedazo de nuestras vidas al cine.
¡La televisión reina! Conseguiremos nuestra película deseada en dvd al mismo tiempo que este exhibiéndose en las salas.
Las únicas películas que hoy en día atraen a las masas, como en aquel Hollywood de los 20s, 30s, y 40s, son aquellas que causan “polémica”. Películas pro-religiosas llenas de violencia y cero poesia: La Pasion de Cristo (2004), películas antirreligiosas como El Codigo Da Vinci (2006), o mera publicidad morbosa: El Crimen Del Padre Amaro(2002). Hoy por hoy, la polémica no es arte, estas y más películas solo llevan al cine 100 años atrás. Que esos cineastas de polémica estén felices de saber que por su culpa Griffith y Melies se han de estar revolcando en su tumba.

Mis queridos poetas seducidos por el cine, ¡ya es hora de que se levanten! Que nuestro publico vuelva a ver la nobleza del cine, que nos conmuevan como hicieron Charles Chaplin y Jean Renoir. Que no nos queramos separar de la manera prodigiosa que suceden esas imágenes en la pantalla, como en el cine de Alfred Hitchcock y Chaplin (así es, de nuevo). Que veamos una verdadera calidad en el trabajo tecnico que solo ayudara a la intensidad emotiva de la obra como hacían Orson Welles, Fritz Lang y Murnau.
Hombres de cine, levántense y llénense de valor, confíen en sus instintos, que el cine y el publico se los sabrá agradecer. No permitamos que el buen cine muera. No nos bastan con 4 o 5 en todo el mundo, que sean cien los que nos hagan esperar el día que podamos estar en la sala oscura viendo su nueva película. Que las películas vuelvan a hacernos estremecer, llorar, reír, a sacar lo noble de nuestro espíritu.
No esperen, no titubeen. Háganlo. Se los advierto.

Luis Baez
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Lo anterior lo he sacado de algo que escribi hace un par de meses en mi pagina personal.
He caido aqui por una afortunada coincidencia, buscando el año en que fue escrito su libro de los 100 grandes directores para una pequeña reseña del mismo que puse en mi blog.
Un saludo y gracias por darme a conocer a tan maravillosos directores.

J. M. Caparrós Lera dijo...

Estimado Luis:

Ya veo que eres un auténtico cinéfilo. Y me alegra haber contribuido un poco con mis 100 grandes directores.

Sí, tienes razón. ¿Dónde está el lirismo de los clásicos, de los desaparecidos pero perennes maestros del Séptimo Arte?

Aun así, con aficionados como tú -se ve por tu weblog- el verdadero Cine nunca perecerá. Y nosotros seguiremos escribiendo en pro del fenómeno cinematográfico, que asimismo enriquece nuestras vidas.

Recibe un afectuoso saludo de este colega

José María Caparrós

J. M. Caparrós Lera dijo...

Thanks, colleague!

Very truly yours,

José María Caparrós