miércoles, agosto 30, 2006
EL 11-S EN LA PANTALLA GRANDE
La película de Paul Greengrass, conmueve por su rigurosa reconstrucción histórica, y no es “políticamente correcta”
Un lustro ha tenido que pasar para que el cine evocara la tragedia que conmovió al mundo el 11 de septiembre de 2001. Si vimos en directo por la pequeña pantalla cómo se hundían las Torres Gemelas de Manhattan, ahora Hollywood ha querido conmemorar el quinto aniversario del tremendo ataque terrorista llevándolo a la pantalla grande. A tal fin, dos cineastas comprometidos –el documentalista británico Paul Greengrass y el maestro norteamericano Oliver Stone– han tratado sobre aquel fatídico 11-S. No obstante, la postura del primero es más comedida que la del polémico realizador yanqui, quien presenta su World Trade Center en la Mostra de Venecia y estará en las carteleras españolas el 29 de septiembre. Este filme ya ha recibido críticas adversas en Estados Unidos por su enfoque “políticamente correcto”, alejándose del punto de vista de su denunciatoria trilogía sobre la guerra de Vietnam: Platoon (1986), Nacido el 4 de julio (1989) y El cielo y la tierra (1993). Pero me centraré aquí en la rigurosa reconstrucción histórica de Greengrass, United 93 (2006).
Paul Greengrass (1955) alcanzó fama internacional con su impresionante evocación del tristemente célebre Bloody Sunday del IRA. Con su habitual estilo documental, este reconocido director televisivo evocó con notable brillantez los disturbios y la matanza que tuvieron lugar en el Ulster, el 30 de enero de 1972. Este Domingo sangriento (2002) fue continuado por su sobria producción y asimismo riguroso guión de Omagh (Pete Travis, 2004), que reconstruye con creces el último gran atentado del IRA (15 de agosto de 1998), donde murieron 29 personas, entre ellas dos españolas: un niño y una monitora. De ahí que hoy no nos haya sorprendido con su nueva crónica documental. United 93 relata los 90 minutos en los que el Boeing 757 de United Airlines con destino a San Francisco se convirtió en una pesadilla para la tripulación y los viajeros secuestrados por un comando terrorista islámico.
Al contrario que la cinta de Oliver Stone –acusada de propagandística (como su reciente Alejandro Magno) por el emotivo homenaje a los cuerpos de seguridad de Nueva York, con Nicolas Cage al frente del reparto–, la película de Greengrass ha gozado de espléndidas críticas. El realizador inglés comentaría su voluntad de expresión: “Hay muchas formas de encontrar un significado a los terribles acontecimientos del 11 de septiembre. La televisión nos hace llegar los sucesos en tiempo real. El periodista redacta el primer borrador de la historia. Los historiadores pueden ampliar la visión temporal y situarnos en el contexto... Los cineastas también tienen un papel. Creo que, a veces, si se mira claramente y sin parpadear un acontecimiento, es muy posible encontrar en la forma algo mucho mayor que el acontecimiento en sí, el ADN de nuestros tiempos... Por eso he querido rodar esta película”.
Lejos del filme espectáculo de Stone, así como de los dos telefilmes recientemente estrenados sobre el cuarto avión secuestrado y de la miniserie The Path 9/11 sobre el informe de la comisión del 11-S, en United 93 no hay “héroes” ni grandes actores de la pantalla; el héroe es colectivo, que se revela no tanto para defender a su país –el aparato se dirigía al Capitolio o a la Casa Blanca–, sino para intentar salvar la propia vida. Los cuarenta pasajeros y los miembros de la tripulación se enfrentaron a los secuestradores de Al Qaeda no por razones políticas, sino puramente humanas. “Aunque soy cineasta y no político –manifestó Paul Greengrass–, lo que sé es que la única manera de conseguir algo es que la gente luche a la vez”.
En el filme quedan en entredicho los militares, pero no los controladores aéreos que colaboraron en el rodaje al igual que las familias de las víctimas. Greengrass ha hecho una investigación seria y busca el “efecto realidad”; no ha realizado un mero filme comercial, ni “políticamente correcto”. Por eso el crítico Àngel Quintana resumía así esta importante cinta: “Frente al recurso de la identificación del espectador con los héroes, United 93 ofrece una mirada objetiva sin perder compromiso y pasión. En lugar de realizar una película oficial, de encargo, Paul Greengrass opta por una obra disidente”.
Ciertamente, el sufriente espectador –si bien ya conoce el final de la historia– se conmueve y revive con los protagonistas la tragedia, e incluso llega a comprender a los terroristas, que nunca aparecen satanizados ni tampoco justificados, aunque sí rezando o matando en nombre de Alá. El director británico hizo que estos actores árabes no convivieran con los otros intérpretes antes del rodaje, para lograr un mayor realismo.
Ante un siglo XXI que ha amanecido con el grave problema del terrorismo internacional, también los cineastas pueden contribuir con sus películas argumentales a que se conserve la memoria histórica lejos de toda manipulación. Y que el público mundial se mentalice de la malignidad de la violencia.
(Publicado en www.cinemanet.info, 11-IX-2006).
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