Hace más de cuarenta años que me dedico profesionalmente al Séptimo Arte. Primero, como crítico de cine; después como profesor e historiador del fenómeno fílmico. Desde 1994, enseño la Historia Contemporánea a través de las películas. Y siempre he defendido el arte cinematográfico como testimonio de la sociedad, fuente instrumental de la ciencia histórica y medio didáctico para estudiar Historia.
Mi especialidad, como saben los seguidores de mis publicaciones, es el cine español. Y me he dedicado a reivindicar la historia de la cinematografía autóctona: desde la II República hasta la Democracia, pasando por la Dictadura franquista. Todo, con sus luces y sombras.
Pero actualmente observo un nuevo fenómeno en el cine español de nuestros amores (y dolores). La corriente laicista que parece haberse instaurado al rebufo de la controvertida Ley de la Memoria Histórica. Se trata del reciente estreno de dos películas que están siendo ensalzadas por un sector de la crítica y que, además, han financiado sus respectivas empresas de comunicación.
Se habrá dado cuenta el lector que me estoy refiriendo a Los girasoles ciegos, de José Luis Cuerda, y Camino, de Javier Fesser. La primera producida por Sogecable –Grupo Prisa– y la segunda por Mediapro –el grupo de la Sexta, que dirige el empresario catalán Jaume Roures.
El filme de Cuerda es la adaptación de una novela del desaparecido Alberto Méndez –antiguo militante del PC–, que recupera la memoria de los vencidos de la Guerra Civil española. Se centra en un tema muy concreto de la inmediata posguerra, hurgando en las miserias evidentes que también cometieron los vencedores (aunque no me gustan estos términos, pues todos perdimos en la contienda fratricida) e intentando generalizar y sacar de contexto en una visión francamente sectaria. El guión, lleno de tópicos, parece no tener otro interés que descalificar a la Iglesia a través de las debilidades de uno de sus miembros.
La escenificación de la represión aúna en estrecho maridaje Iglesia y Estado en una caricatura intencionalmente maniquea con una desproporcionada tragedia final. Se asegura así la respuesta emocional del espectador perpetrando una burda manipulación afectiva. No obstante, los miembros de la Academia Española han seleccionado esta cinta para optar a los Oscar de Hollywood, acaso como muestra del mito de la España eterna.
La película de Fesser, que pretende estar inspirada en hechos reales, manipula la vida de una niña que murió heroicamente en el seno de una familia cristiana. Asimismo, arremete contra su madre –ya fallecida, como el padre (por tanto, no pueden defenderse)– y contra las dos instituciones de la Iglesia Católica que frecuentaba y donde había recibido su formación. En el fondo, Javier Fesser, desde su ateísmo, tergiversa el sentido cristiano del dolor y de la muerte, tachando de fanáticos y manipuladores a quienes creen en el Más allá. En el relato, se oculta la dedicación y el afecto del que estuvo rodeada la niña durante su enfermedad; en contra, crea una atmósfera opresiva alrededor de la protagonista donde su libertad queda asfixiada, afirmando –a base de pequeños detalles siempre equívocos y hábilmente tergiversados– la falacia de la santidad y la mentira de cuantos intentan promoverla.
La familia ha pedido al director de esta cinta rectificaciones –nunca aplaudieron ante el doloroso fallecimiento de la hermana– y que retire su explícita dedicatoria en los títulos de crédito. Como Fesser se niega, los hermanos y antiguas profesoras de Alexia organizaron una rueda de prensa en Madrid. Parece que todo vale con tal de vapulear lo trascendente; poco importa que una familia sufra la mentira infamante de un director carente de rigor. Sin embargo, Camino, que aspiraba a ganar un premio en el pasado Festival de San Sebastián, se fue de vacío. Supongo que está predestinada a más de un Goya.
Pero tanto este filme –que a veces parece del género fantástico-terrorífico– como Los girasoles ciegos están subvencionados por el Estado, TVE y Televisió de Catalunya –respectivamente–, aparte de los correspondientes organismos autónomos; es decir, con el erario público, el dinero de todos los españoles. Es obvio, que Gobierno socialista de Zapatero, en su conocida política de instaurar la laicización –no legítima laicidad– como la nueva “religión” del pueblo, está apoyando películas, series y programas televisivos que desacreditan a la Iglesia. Y para muestra, un botón cinematográfico. O dos, de momento; aunque intuyo que esto no ha hecho más que empezar. Una respuesta positiva sería agudizar el sentido crítico ante un fenómeno omnipresente hoy en los mass-media.
Mi especialidad, como saben los seguidores de mis publicaciones, es el cine español. Y me he dedicado a reivindicar la historia de la cinematografía autóctona: desde la II República hasta la Democracia, pasando por la Dictadura franquista. Todo, con sus luces y sombras.
Pero actualmente observo un nuevo fenómeno en el cine español de nuestros amores (y dolores). La corriente laicista que parece haberse instaurado al rebufo de la controvertida Ley de la Memoria Histórica. Se trata del reciente estreno de dos películas que están siendo ensalzadas por un sector de la crítica y que, además, han financiado sus respectivas empresas de comunicación.
Se habrá dado cuenta el lector que me estoy refiriendo a Los girasoles ciegos, de José Luis Cuerda, y Camino, de Javier Fesser. La primera producida por Sogecable –Grupo Prisa– y la segunda por Mediapro –el grupo de la Sexta, que dirige el empresario catalán Jaume Roures.
El filme de Cuerda es la adaptación de una novela del desaparecido Alberto Méndez –antiguo militante del PC–, que recupera la memoria de los vencidos de la Guerra Civil española. Se centra en un tema muy concreto de la inmediata posguerra, hurgando en las miserias evidentes que también cometieron los vencedores (aunque no me gustan estos términos, pues todos perdimos en la contienda fratricida) e intentando generalizar y sacar de contexto en una visión francamente sectaria. El guión, lleno de tópicos, parece no tener otro interés que descalificar a la Iglesia a través de las debilidades de uno de sus miembros.
La escenificación de la represión aúna en estrecho maridaje Iglesia y Estado en una caricatura intencionalmente maniquea con una desproporcionada tragedia final. Se asegura así la respuesta emocional del espectador perpetrando una burda manipulación afectiva. No obstante, los miembros de la Academia Española han seleccionado esta cinta para optar a los Oscar de Hollywood, acaso como muestra del mito de la España eterna.
La película de Fesser, que pretende estar inspirada en hechos reales, manipula la vida de una niña que murió heroicamente en el seno de una familia cristiana. Asimismo, arremete contra su madre –ya fallecida, como el padre (por tanto, no pueden defenderse)– y contra las dos instituciones de la Iglesia Católica que frecuentaba y donde había recibido su formación. En el fondo, Javier Fesser, desde su ateísmo, tergiversa el sentido cristiano del dolor y de la muerte, tachando de fanáticos y manipuladores a quienes creen en el Más allá. En el relato, se oculta la dedicación y el afecto del que estuvo rodeada la niña durante su enfermedad; en contra, crea una atmósfera opresiva alrededor de la protagonista donde su libertad queda asfixiada, afirmando –a base de pequeños detalles siempre equívocos y hábilmente tergiversados– la falacia de la santidad y la mentira de cuantos intentan promoverla.
La familia ha pedido al director de esta cinta rectificaciones –nunca aplaudieron ante el doloroso fallecimiento de la hermana– y que retire su explícita dedicatoria en los títulos de crédito. Como Fesser se niega, los hermanos y antiguas profesoras de Alexia organizaron una rueda de prensa en Madrid. Parece que todo vale con tal de vapulear lo trascendente; poco importa que una familia sufra la mentira infamante de un director carente de rigor. Sin embargo, Camino, que aspiraba a ganar un premio en el pasado Festival de San Sebastián, se fue de vacío. Supongo que está predestinada a más de un Goya.
Pero tanto este filme –que a veces parece del género fantástico-terrorífico– como Los girasoles ciegos están subvencionados por el Estado, TVE y Televisió de Catalunya –respectivamente–, aparte de los correspondientes organismos autónomos; es decir, con el erario público, el dinero de todos los españoles. Es obvio, que Gobierno socialista de Zapatero, en su conocida política de instaurar la laicización –no legítima laicidad– como la nueva “religión” del pueblo, está apoyando películas, series y programas televisivos que desacreditan a la Iglesia. Y para muestra, un botón cinematográfico. O dos, de momento; aunque intuyo que esto no ha hecho más que empezar. Una respuesta positiva sería agudizar el sentido crítico ante un fenómeno omnipresente hoy en los mass-media.
(Publicado en http://www.cinemanet.info/).
8 comentarios:
Estimado amigo:
Gracias por tus comentarios, así como por la información y páginas web que nos ofreces.
Siempre a tu disposición, te saluda
Hola:
Respecto a todo lo que dice sobre la película Los Girasoles Ciegos y Camino, me surgen preguntas. No tengo conocimientos históricos como para darle una opinión bien formada sobre como yo lo veo, con lo que quiero preguntarle:
1 ¿ Cual es esa corriente laicista instaurada al rebufo de la Ley de la Memoria histórica?
2 ¿por qué le falta rigor al director si es una película tan solo inspirada en un caso?
3 ¿ A que se refiere cuando dice que la niña murió heroicamente (supongo que como todos aquellos niños que mueren de cáncer)?
4 ¿Qué diferencia hay entre laicización y legítima laicidad?
5 ¿ En que se basa para decir que los detalles son equívocos y tergiversados?
Ahora, lo que considero es que no me parece que se tache de fanáticos y manipuladores a todos a los que creen en el más allá, ya que no hace falta pertenecer a una institución para creer. La película Camino retrata un entorno más allá que creer en "el más allá", pertenecer a una institución como Opus Dei. No se como será esta institución, pero si que conozco más o menos otra, los testigos de Jehová (quizás cometo un enorme fallo al comparar) y yo veo manipulación ahí, muy parecida a la que retrata la película.
A mi me apena mucho más subvencionar según que programas o centros que no estas dos películas.
A mi me quedó claro que era una película y no algo basado estrictamente en hechos reales.
Creo que en la película no se ve que la madre no le de apoyo, sino que le da el que ella considera y que cuadra con sus creencias, como hace toda persona sea o no cristiana.
Gracias
Rosa
Al autor de este blog quiero decirle que manifiesta una carga ideológica reaccionaria nada sutil, más bien brutal y descarada, en todas sus críticas.
Es decir, peca de justamente lo que critica, que es la existencia de posturas sectarias.
Creo que confunde el hecho de que algo sea DISTINTO a su ideología con que ese algo DESTRUCTIVO de su ideología.
La neutralidad religiosa del Estado y el derecho a que los muertos asesinados y abandonados en una cuneta sean rescatados del silencio, parece que son ideas que no le gustan mucho y que, en consecuencia, le definen a Vd. muy bien.
Al contrario. A mí me parece una crítica fundada y respetuosa.
El anterior anónimo no tiene más que argumentos que los que utiliza ad hominem; no da ni una sola razón de lo que dice.
Querido colega:
Me parece que en este artículo atinas de pleno con la clara postura destructiva de la corriente laicista habida en nuestro país, que centra su actividad en el odio y el desprecio hacia el hecho religioso cristiano.
Gracias por tu claridad expositiva, firmeza y moderación.
P.D.- Llama la atención el anonimato de los que no opinan igual...
Estimados colegas:
He pensado contestar a todos/as con el relato de NINFA WATT sobre la verdadera historia de Alexia y la película de Javier Fesser.
He aquí, pues, el texto original de esta profesora:
- Breve biografía
Alexia González-Barros y González nace en Madrid el 7 de marzo de 1971. Era la menor de siete hermanos. Desde los cuatro años estudia en el Colegio “Jesús Maestro” de Madrid, que tiene la Compañía de Santa Teresa de Jesús en Madrid.
En febrero de 1985, poco antes de cumplir catorce años, se le diagnostica un tumor canceroso en las cervicales que, en poco tiempo, la deja paralítica. Durante diez meses sufre cuatro operaciones y duros tratamientos para intentar detener el proceso de la enfermedad pero finalmente fallece en la Clínica Universitaria de Navarra el 5 de diciembre de 1985.
A lo largo de la enfermedad, Alexia manifestó una madurez humana y una vida cristiana muy profunda que le llevó a aceptar con serenidad el dolor, la inmovilidad y la muerte. A raíz de la publicación de una breve biografía escrita por una religiosa de su colegio, Mª Victoria Molins, la vida y la ejemplaridad de Alexia comienzan a difundirse y un religioso claretiano, el padre Apodaca, anima a los padres de Alexia a dirigirse al arzobispado de Madrid para poner en conocimiento tanto la fama de santidad que estaba adquiriendo su hija, como la existencia de favores atribuidos a su intercesión.
El 14 de abril de 1993, ocho años después de su muerte, se inicia en Madrid la Causa de canonización. El 8 de mayo de 2000, el padre de Alexia entregó en Roma el resultado de la investigación: 11 tomos con más de 4.600 páginas. En estos años, la devoción a Alexia se ha extendido en todo el mundo, se han editado 9 biografías, traducidas a 11 idiomas y se han recibido más de 100.000 cartas agradeciendo diversos favores.
- Acerca de la película “Camino”, de Javier Fesser
En la rueda de prensa de presentación de la película, Javier Fesser afirmó que su película era una ficción donde no había nada inventado. Como el propio director manifestó al diario "El País" el 31 de julio de 2008, tras leer la biografía de Alexia decidió que “allí había una película”.
Un 80% de la historia que cuenta Camino está extraída de tres biografías publicadas en castellano ("Alexia, experiencia de amor y dolor vivida por una adolescente", de Mª Victoria Molins, "Alexia: alegría y heroísmo en la enfermedad", de Miguel Angel Monge, "Un regalo del cielo", de Pedro Antonio Urbina). En ese sentido, en la película hay escenas literalmente copiadas y diálogos trasladados, pero incluidos en contextos y significados diferentes. Además, al final de la película, hay una mención explícita a la memoria de Alexia González-Barros.
Sobre esta base real, hay numerosas invenciones que deforman la realidad de la historia y le dan un carácter caricaturesco e insultante para la familia de Alexia González-Barros, que vivió en su momento una experiencia muy dolorosa ante la enfermedad y muerte de una hija, o una hermana, adolescente.
Ciertamente, el mayor problema de la película es su significado global, y no se limita a detalles concretos. Sin embargo, respondiendo a preguntas que se repiten acerca de cuestiones puntuales, se incluyen a continuación algunas aclaraciones:
1. El padre de Alexia: Francisco González-Barros
En la película el padre de Camino-Alexia es un hombre pusilánime, sin firmeza en su fe que muere en un trágico accidente antes que su hija.
La realidad:
El padre de Alexia era un hombre de sólidas convicciones cristianas, que acompañó a su hija en su lecho de muerte, más tarde se hizo supernumerario del Opus Dei, y falleció veinte años después que su hija.
“Tanto mi esposa como yo teníamos una meta muy clara: lograr un hogar luminoso y alegre, recogiendo una frase del Fundador del Opus Dei, donde nuestros futuros hijos pudieran crecer felices para un fin muy determinado: alcanzar el cielo, entendiendo como felicidad vivir la paz y la alegría de un hogar cristiano a pesar de las dificultades, preocupaciones y problemas que la propia vida conlleva”. (Testimonio de Francisco González-Barros, recogido en www.alexiagb.org)
2. La vida cristiana de Alexia
En la película se presenta a Camino-Alexia como una niña manipulada por su madre, especialmente en el terreno religioso y, al final, sin fe.
La realidad:
“Por sus actitudes, comprendía que Alexia estaba muy cerca de Dios, que hablaba al Señor como a un amigo: con confianza. Ella lo ofreció todo, absolutamente todo, sabía que el tesoro que tenía en las manos, tenía que administrarlo bien, con mucho amor, con renuncia total. ¡Cuántas veces habrá repetido ante el sagrario la frase que el Señor suscitó en su alma cuando era muy pequeña: "Jesús que yo haga siempre lo que Tú quieras"!
Nunca se rebeló y mantuvo su alegría y su paz cada día. Fue ella y no la familia quien hizo que todas aquellas cosas tan difíciles se transformasen en normales. Fue ella quien "tiró" de nosotros y nos llevó a su paso, en tanto que ella andaba al paso de Dios”. (Testimonio de Francisco González-Barros, recogido en www.alexiagb.org).
La misma Alexia, pocos días antes de morir, contaba de este modo su experiencia a sus compañeras de colegio:
“Todos los días el capellán me traía la Comunión que tanto me conforta. (…) aunque no lo creáis, Dios da las fuerzas necesarias y todavía te dan ganas de reír un poquito. (…) Os vuelvo a repetir que noto lo mucho que rezáis por mí y que me tenéis presente. Decidles a las niñas nuevas que, aunque no las conozco, también las tengo presentes y que tengo muchas ganas de conocerlas. (Carta de Alexia a sus compañeras de colegio antes de morir, recogida en www.alexiagb.org)
3. La madre de Alexia: Ramona (Moncha) González
En la película aparece como una fanática religiosa, manipuladora, sin otros intereses, fácil de convencer con planteamientos pueriles, y obsesionada por controlar a sus hijas.
La realidad:
Era una mujer culta, sumamente amable y educada, cariñosa, decidida a que sus hijos conociesen mundo, aprendiesen idiomas y tomasen decisiones por sí mismos después de estar bien informados. El sentido religioso, la fe, y la aceptación serena de los acontecimientos, formaban parte de los valores que vivía con naturalidad en su ambiente familiar.
“Tanto a mi esposa como a mí, nos importaba mucho su formación humana e intelectual, para que sin uniformidad y según el carácter de cada uno, pudieran ejercer la libertad personal y ejercitarla con plena responsabilidad. Ni con Alexia ni con sus hermanos los padres hemos tomado determinación alguna que pudiera afectarles sin que les fuese previamente razonada, con ello tratábamos de que fueran adquiriendo criterio. Así Alexia lo adquirió con cierta rapidez y sabía ponerlo de manifiesto cuando llegaba el momento de tomar alguna decisión sobre cualquier tema familiar”. (Testimonio de Francisco González-Barros, recogido en www.alexiagb.org)
4. El “novio” de Alexia
En la película, a Camino-Alexia le gusta un niño que se llama Jesús. Su madre no lo sabe porque ella lo guarda como un secreto. El poner ese nombre al personaje de ficción provoca una buscada confusión entre ese adolescente y la figura de Jesús, Jesucristo, hijo de Dios, a quien la niña se refería en sus conversaciones y oraciones.
La realidad:
A Alexia le gustó un niño que se llamaba Alfonso y que conoció en verano de 1984 en Vall-Llobrega. Fue un amor platónico, de adolescencia, porque nunca llegaron a hablar. Ella se lo contó a su madre que, en este tema, como en tantos otros, era su confidente y cómplice. En una ocasión, su madre le regaló una pegatina que ponía “I love Alfonso”. Al dársela, Alexia comentó sonrojándose: “ ¡Qué cosas tienes, mamá!”.
5. La hermana numeraria
En la película, Camino-Alexia tiene una hermana numeraria que se hizo del Opus Dei por un desengaño amoroso propiciado maliciosamente por su madre, que intercepta su correspondencia. Vive en un centro del Opus Dei en Pamplona.
La realidad:
La hermana de Alexia, Mª José, era considerada por sus compañeras de colegio como una persona muy inteligente, independiente, algo rebelde en su pensamiento, con fuerte personalidad. Pidió la admisión como numeraria a los 22 años y, al enfermar su hermana, vivía en Madrid (donde sigue residiendo). En aquel momento daba sus primeros pasos en el mundo laboral después de terminar dos licenciaturas -Farmacia y Antropología americana- que estudió en la Universidad Complutense.
6. La devoción al ángel custodio
En la película, Camino-Alexia tiene horror a los ángeles de los que le habla su madre porque tiene pesadillas con un espantoso ángel siniestro que la acosa.
La realidad:
Alexia tuvo desde pequeña mucha devoción al ángel custodio al que “bautizó” con el nombre de Hugo y al que acudía con fe. La anécdota de la infancia conocida por su familia y amigos fue así:
“-Un día, poco antes de hacer su Primera Comunión le dijo a su madre:
- Yo quiero que mi ángel custodio tenga un nombre. Eso de llamarle “custodio” como todo el mundo, no me gusta.
- Me parece bien. Y ¿cómo quieres llamarle?
- Hugo-, respondió sin titubear.
- ¿Hugo? –se extrañó su madre- es un nombre muy poco corriente. ¿Por qué Hugo?
- Porque es un nombre perfecto para un custodio”
(Mª Victoria Molins, "Alexia: experiencia de amor y dolor vivida por una adolescente").
7. El traslado a la Clínica Universitaria de Navarra
En la película, un sacerdote del Opus Dei convence a su padre, en medio de un forcejeo, de que lleve a su hija a la Clínica de la Universidad de Navarra.
La realidad:
Fue el propio padre de Alexia el que, preocupado por la evolución de la enfermedad, viajó a Pamplona para contrastar el tratamiento y convenció a su familia, después de que un médico de la clínica Puerta de Hierro le dijera: “Si fuera mi hija, la llevaría a Navarra”.
8. La muerte de Alexia
En la película, cuando muere Camino-Alexia, los médicos, enfermeras, sacerdotes y amigos presentes empiezan a aplaudir. En la rueda de prensa de la presentación de la película en San Sebastián, respondiendo a un periodista que le preguntó si había sido exactamente así, Javier Fesser afirmó que sí.
La realidad:
El propio hermano de Alexia lo aclara tras conocer esa afirmación: “Mi hermana Alexia no murió rodeada de aplausos. Murió rodeada de cariño. Cariño de sus seres queridos: padres y hermanos y con el silencio respetuoso de las enfermeras, doctores y enfermos que motu propio se acercaron a la habitación de Alexia. Murió mientras intentábamos tragar nuestras lágrimas, porque –no lo olvides- para nosotros era un verdadero drama el pensar en tener que soportar su pérdida. (Carta abierta a Javier Fesser de Alfredo González Barros, recogida en www.alexiagb.org)
9. El proceso de canonización
En la película -mientras la niña está muy enferma, hospitalizada-, un sacerdote del Opus Dei convence a la madre de que sería conveniente que “ayudara” al proceso de canonización de su hija, que sería así la primera santa de la Obra. Sugiere que se provoque una devoción que parezca espontánea.
La realidad:
Durante la enfermedad, muchas personas del entorno de Alexia admiraban la entereza, la fortaleza, la madurez y hasta la alegría serena con la que sobrellevaba una situación tan inesperada como dolorosa. Su ejemplo de fe y esperanza ayudó a no pocos. Y, tras su muerte, los primeros escritos que narraban el proceso vivido empezaron a difundirse con una rapidez y extensión inusitadas.
“En muy poco tiempo, a partir de su fallecimiento, su fama de santidad se extendió de manera espontánea y generalizada, y es mucha la gente que se siente removida por su ejemplo. Desde lugares tan diferentes y lejanos, como pueden ser Canadá o Filipinas, de todas partes del mundo, fueron llegando testimonios de almas que se han acercado a Dios. Obviamente, nosotros, su familia, jamás hubiéramos pensado en nada parecido, aunque sentíamos que Alexia estaba muy cerca de Dios. Sin embargo, un religioso claretiano nos hizo ver la obligación moral que temamos, como padres, de llevar a cabo la tarea de someter el ejemplo de la vida de Alexia al juicio oportuno de la autoridad eclesiástica."
(Testimonio de Francisco González-Barros, recogido en www.alexiagb.org)
Por otra parte, Alexia nunca perteneció al Opus Dei.
Firmado: NINFA WATT
Periodista y filóloga, profesora de Ética y deontología profesional en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca. Teresiana, ex alumna del colegio en el que estudiaron las hermanas González-Barros y amiga de la familia. Ex directora de las revistas "Vida Nueva" y "Pantalla 90", crítica de cine y colaboradora en "El espejo de la cultura" (COPE) y miembro de SIGNIS-España.
Rosa Meseguer Zaplana:
mail:a_frodita22@hotmail.com
Gracias por contestar, aunque no sea una respuesta del todo completa respecto a mis preguntas.
En cuanto a esta gran polémica sobre el director y la vida real que tuvo Alexia, opino que veo injusto que haya dicho públicamente que es cierto que la gente aplaudió cuando no aplaudió. En el caso que haya sucedido lo mismo con otros comentarios públicos en los que se puede afirmar claramente que no es cierto, me parece muy incorrecto e irrespetuoso.
Ahora, leyendo su último comentario creo que la interpretación subjetiva de cada uno cuenta mucho para entender u opinar sobre lo que escribe.
Creo que las personas que escriben la trataron de muy cerca y tienen mucho que decir, pero nunca sabremos lo que a la niña se le podía pasar por la cabeza, la verdad. Sus padres, como todo padre cree que educa maravillosamente bien...,puede que a la vista de otras personas no sea así, o lo que es para unos dar libertad, no lo sea para otros. Con esto quiero decir que, el director Javier Fesser, más que sacar las cosas de contexto para que se mal entiendan ha dado su visión de la educación, las creencias, los miedos y dudas (de una niña)... En la película (si pudiera lo subrayaría), como usted dice, tiene cosas reales, pero también se puede ver en su comentario, tiene diferencias importantes. Creo que es lógico que esto suceda para expresar su visión (doy gracias de que además se pueda expresar esa visión).
Me gustaría decir también que me hace gracia que se relacione la actitud de serenidad y de madurez con la religiosidad. En este caso fue así, pero toda persona que presenta esas características tiene que ser creyente, ni estar cerca de dios (son maneras de decir las cosas y de verlas).
Más allá de lo que la película pueda parecer de manera objetiva (no se, manipuladora, que el director haya cometido groserías en público contra la família...)me parece que introducir muchos aspectos subjetivos en la opinión, lleva a esto que esta dando, a diferentes maneras de ver la vida (religión-no religión, maneras de educar...).
Rosa.
Estimados amigos:
Con la reproducción que esta carta -publicada por ABC (7/XI/08)-
cierro la polémica y el diálogo sobre la película CAMINO.
"CARTA A JAVIER FESSER
No conozco a Alexia, ni a su familia, ni al Opus. Y puedo decir que tampoco conozco mucho a Dios. Soy madre de una niña de siete años muy malita de cáncer. Ni un solo día le he oído una queja, ni ha preguntado un porqué a su enfermedad. Cuando no aguanta más el dolor, sus mejillas se llenan de lágrimas. Y nosotros nos desconsolamos. Sin duda ella es más valiente que nosotros. Todas las mañanas me acerco a su cama y doy gracias por el tesoro de hija que hemos recibido. A su lado hemos comprendido cómo se puede ser feliz y sufrir a la vez. Somos felices porque su presencia entre nosotros llena nuestros días. Y a la vez sufrimos porque no podemos hacer nada para retenerla con nosotros y nos cuesta ver cómo se va apagando lentamente. El día que se vaya de nuestros brazos se nos romperá el corazón y sin embargo a veces quisiera que se fuera ya para dejar de verla sufrir. ¿Quién puede resistir ver cómo se nos escapa sin poder hacer nada?
Javier, no sé si puedes comprender lo que te digo, o lo que sentirían los padres de Alexia. No se parece a tu película, ¿verdad? Quién sabe si algún día Dios ponga a un hijo moribundo entre tus brazos... ¿serás capaz de repetirle lo que dices en tus entrevistas? Quizás el mundo cambiaría de color... Quizás es cuestión de ponerse en el lugar del otro. Creo que tu película no sólo nos ha herido a nosotros, sino a todos los españoles, porque es un ataque frontal contra la democracia, que sólo se puede construir sobre la tolerancia y respeto a las creencias de los demás. Podemos no estar de acuerdo, y podemos dialogar por ello, pero es una tiranía levantar la bandera de la libertad para violar los derechos de los demás. Y burlarse de su profundo sufrimiento gratuitamente.
No dudo que seas un hombre con talento, pero me entristece ver que sea utilizado para daño en lugar de para construir esperanza. Te hubiera costado lo mismo y todos te hubiéramos aplaudido. Tampoco entiendo por qué el Gobierno dedica dinero público a financiar películas que hieren la sensibilidad de muchas personas en lugar de dedicarlo a la lucha contra el cáncer, o contra el Alzheimer.
Mi marido y yo hemos dudado mucho si escribirte esta carta, porque hay mucho que construir en esta sociedad como para perder el tiempo
en estas cosas. Pero al final lo hemos hecho por si estas palabras pueden ayudar a otros padres, o a otras personas. Nosotros hemos decidido que queremos buscar la verdad sobre ese Dios que sobrevive a la muerte, y que no permite que nuestra vida acabe en el vacío. Queremos dirigirnos a alguien del Opus Dei que pueda explicarnos tantos porqués que no entendemos. Quizás allí encontremos la respuesta que tú no has sabido darnos. Aunque para el mundo de hoy parezca imposible, creemos que quizá Dios sí pueda confortarnos.
TERESA y PABLO,
padres de María Fernández."
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