lunes, diciembre 22, 2008

6 PELÍCULAS RECOMENDADAS PARA ESTAS NAVIDADES

El intercambio, la magistral película de Clint Eastwood

Cuando llegan las fiestas, bastantes aficionados me piden les recomiende algunos títulos para ver en familia.
Ahí va, pues, una selección de seis filmes de categoría artística para disfrutar con el buen cine (por orden alfabético):


Jóvenes


APPALOOSA (USA, 2007), de Ed Harris, con Viggo Mortensen, Ed Harris, Jeremy Irons y Renée Zellweger. Color - 114 minutos.
Western clásico, siguiendo el estilo de los maestros del género, que reúne las constantes de las populares cintas del Oeste. Bien interpretada, contiene secuencias que rememoran a grandes películas. Gustará más a los aficionados al cine épico.

BELLA (México-USA, 2006), de Alejandro Monteverde, con Eduardo Verástegui, Ali Landry y Tammy Blanchard. Color - 91 minutos.
Melodrama romántico, con grandes valores humanos. Se trata de una película independiente y "comprometida", que plantea temas transcendentes sin caer en el sermón. Ha recibido el Premio “Familia” 2008.

EL INTERCAMBIO (USA, 2008), de Clint Eastwood, con Angelina Jolie, John Malkovich y Amy Ryan. Color - 141 minutos.
Nueva obra maestra de Clint Eastwood –autor también de la partitura musical–, que relata una historia real (Los Ángeles, 1928-1935). Es un melodrama de suma perfección artística, con crítica sociopolítica y defensa de la dignidad humana. Sin duda, el mejor clásico de este año.


Menores

BOLT (USA, 2008), de Chris Williams y Byron Howard. Dibujos animados. Color - 96 minutos.
Divertido largometraje de animación, que narra las desventuras de un perro travieso –superestrella de la televisión– en el mundo real, que hará las delicias del público infantil.

LA LEYENDA DE SANTA CLAUS (Finlandia, 2007), de Juha Wuolijok, con H.-P. Bjorkman. Documental. Color - 83 minutos.
Original película finlandesa, que narra cómo surgió el legendario Papá Noel. Atractivo documental rodado en Laponia y protagonizado por un niño solidario.

MADAGASCAR 2 (USA, 2008), de Eric Darnell y Tom McGrath. Animación. Color - 90 minutos.
Segunda parte de los simpáticos animales que abandonaron el zoo de Nueva York para vivir en libertad y, asimismo, “hacer felices” al gran público menor.

¡Feliz Navidad y Año 2009, con el mejor Cine!
(Publicado en www.cinemanet.info, 25-XII-2008).

martes, diciembre 16, 2008

LAICISMO Y CINE ESPAÑOL (II): "LA BUENA NUEVA"


Como ya apuntaba en el anterior artículo –ver Laicismo y cine español (I)–, continúan las películas sobre la Guerra Civil tratadas siempre con idéntico punto de vista: da igual la historia que cuenten, pues parece que sólo son la excusa para atacar a la Iglesia haciéndola copartícipe, ya sea por acción u omisión, de las atrocidades de tan funesto período de la historia de España.

Esta vez se trata de La buena nueva, de la realizadora navarra Helena Taberna (autora de Yoyes y Extranjeras), que en palabras de la misma directora “gira en torno a la recuperación de la memoria histórica, desde un punto de vista humano y emocionante. Mi intención -dice- no es apuntar a los culpables, sino rendir un recuerdo sanador y poético a los que perdieron la guerra. La película incorpora una temática inédita: el papel de la Iglesia en la Guerra Civil, tomando como punto de referencia las vivencias y el punto de vista de un sacerdote joven”.

El film, que va subiendo de tono a medida que avanza el metraje, nos presenta el bien y el mal absolutos y aunque el bien, en este caso, lo encarna un sacerdote joven formado en Roma, con recta doctrina y vocación integradora de los dos bandos, se vislumbra rápidamente que la “iglesia oficial” lo abocará a la deserción.

En efecto, la película relata el drama de un cura rural, que al aplicar el espíritu de las bienaventuranzas (de ahí su titulo) y al enfrentarse con la jerarquía eclesiástica –la cual estaba al lado de Franco–, entra en un conflicto de conciencia y cuelga la sotana. Basada en una historia real, aunque muy novelada, se inspira en la vida de un sacerdote joven, tío de la realizadora, que defendió a los republicanos y a sus mujeres-víctimas en un pueblo de Navarra, entre julio de 1936 y abril de 1939.

La tesis que defiende, con un maniqueísmo tan evidente que lo hace increíble, es que en la Iglesia no cabe la gente que quiera vivir el Evangelio hasta sus últimas consecuencias y que la única salida es marcharse o pactar con lo “políticamente correcto”. Sin embargo, los datos fríos y objetivos aportados por Jordi Albertí en La Iglesia en llamas (Barcelona: Destino, 2008) la desmienten. Aquí el autor del best-seller El silenci de les campanes, narra lo mismo aunque del otro lado de la retaguardia: la represión llevada a cabo por los milicianos, en su mayoría anarquistas. Dice Albertí en una entrevista reciente: “De los 50.000 ciudadanos ejecutados o asesinados en la España republicana, 7.000 eran eclesiásticos: ¡el 14%! Y de estos, 4.221 fueron eliminados en Catalunya. Pero el 95% de la matanza fue entre julio de 1936 y mayo de 1937.” (La Vanguardia, 18-XI-2008). La misma época que evoca con brillantez formal Helena Taberna. ¿No es esto vivir el Evangelio hasta sus últimas consecuencias sin escurrir el bulto?

En La buena nueva, el protagonista, el “héroe”, el buen sacerdote sin mezcla de mal alguno, no sigue en la brecha hasta dar su vida por sus ideales, sino que abandona la Iglesia y el sacerdocio para irse con la protagonista y su hijo, una viuda de buen ver. Dos alternativas a un problema que la directora simplifica cargando contra una Iglesia pactista con Franco, muda ante los asesinatos de los falangistas y requetés e interesada solamente en la instauración del nacional-catolicismo.

Burdo y simplista análisis de un período complejo que pretende, además, darle validez universal. ¿Será quizás que quienes subvencionan las películas exigen esa visión partidista?

La miseria moral de los falangistas y requetés, todos sin excepción, se muestra en toda su crudeza: todos ellos son seres viciosos, rencorosos y descreídos, que utilizan a la Iglesia como arma arrojadiza contra el bando republicano: obligan a bautizar a los hijos bajo amenaza de muerte y obligan a confesarse a los republicanos antes de despeñarlos. Un elenco de personajes descabezados desfila sembrando el terror y alimentando sus intereses sin freno alguno. Amorales que imponen su visión revanchista al cura de turno haciéndolo desertor o mártir.

Negar el entierro a los “rojos”, despeñarlos vivos, violar a las novias de los republicanos, son algunas de las “lindezas” con que La buena nueva nos recrea. Con una fotografía muy cuidada y algunas secuencias magistralmente filmadas, es seguro que optará a los premios “Goya”.

Pienso que ese maniqueísmo explícito no favorece a un film que cuenta con el aval del especialista Ian Gibson, y que intenta ser objetivo y afirma poseer visos de universalidad; pues como dice la propia realizadora, “La buena nueva se convierte así en una historia universal, como es la lucha por mantenerse fiel a los propios ideales, aunque ello implique un gran sacrificio personal”.

Por tanto, no voy a afirmar que no resulte verídico lo que cuenta la directora navarra; sólo añadir que criminales los hubo en ambos bandos de esa triste guerra fratricida, ya que los nacionales fusilaron a catorce sacerdotes nacionalistas vascos. Una Guerra Civil que antaño la Iglesia española bautizó como “cruzada” (recuérdese que dos obispos no firmaron la Carta colectiva promovida por el cardenal Gomá, quien después denunciaría la represión franquista de la posguerra y su nueva pastoral fue censurada por Franco), y que actualmente se está revisando desde la pantalla de un modo parcial.

En la prensa de estos días se recoge la noticia de la posible retirada de los crucifijos en las escuelas. ¿No les recuerda esta “guerra de crucifijos” a lo ocurrido en la instauración de II República? Presiento que vamos a tener memoria histórica, por lo menos, mientras dure la crisis económica en que actualmente vivimos.