Este 18 de julio se cumple el 75 aniversario del estallido de la Guerra Civil española (1936-1939). La Universidad de Barcelona lo ha conmemorado con un curso de verano dedicado al cine
De 1936 a 1939, la cinematografía española estuvo marcada por los acontecimientos políticos y bélicos que se desarrollaron en nuestro país. Ahora que se cumplen setenta y cinco años del comienzo de la Guerra Civil, resulta oportuno ofrecer un balance de esta evolución del cine tanto en el bando republicano como en el nacional.
Cuando estalló la guerra, la cinematografía gozaba en España de una época de cierto esplendor. A lo largo de las temporadas 1934-35 y 1935-36, durante el bienio radical-cedista y el Frente Popular, se había dado la denominada “edad de oro” del cine español.
Sin embargo, la división del país en dos zonas acabaría con la naciente industria cinematográfica española –levantada por la iniciativa privada y sin ayuda de los diversos gobiernos de la II República, que la gravaron con cargas fiscales–, al imponerse los intereses partidistas por encima de los artístico-culturales. El cine se pondría al servicio del conflicto bélico, y los filmes serían utilizados por los partidos políticos y las centrales sindicales para la difusión de sus idearios.
La producción no paró durante los años bélicos; pues, aunque hubo una tremenda disminución en torno a los largometrajes –de mayor costo y dificultad productiva por la guerra–, no fue así en relación con los documentales y noticiarios, los cuales ofrecían mayores posibilidades de propaganda y facilidades creadoras.
Con todo, las productoras tradicionales siguieron funcionando, no sólo en la llamada España nacional, sino en el extranjero; especialmente en la Alemania nazi. Mientras que en la denominada zona roja, se lanzaron a la realización de un cine proletario, producido bajo el auspicio económico de los sindicatos y de los partidos o grupos políticos republicanos y con los programas de cada cual. Una labor que, por supuesto, sería “contestada” fílmicamente por sus antagonistas del Gobierno de Burgos. Tales producciones, tan breves como directas, prolíficas y de fácil efecto en el público, abundaron por las pantallas españolas, a modo de cuñas propagandísticas de diversos colores. Los máximos productores republicanos fueron la CNT-FAI, el PCE y la Generalitat de Catalunya.
Por tanto, en este período bélico se consolidó el movimiento documentalista de la preguerra; cuyas producciones, si bien adolecían en su mayoría de falta de calidad estética –dado el inmediato utilitarismo político–, testimoniaron con creces una situación extrema y límite de nuestra historia.
Constatamos aquí los datos establecidos por el especialista Magí Crusells (La Guerra Civil española: cine y propaganda, Barcelona, Ariel, 2000, p. 56), basado en el catálogo de Alfonso del Amo, donde se ofrecen unas cifras aproximativas de las películas documentales y de ficción producidas durante el conflicto: 1936: 66 películas producidas en la zona republicana; 11 películas en la zona nacional. 1937: 210 zona republicana; 25 zona nacional. 1938: 80 España republicana; 22 España nacional. 1939: 4 republicanas; 35 nacionales. Total: 360 filmes republicanos; 93 filmes nacionales.
Al término de la Guerra Civil española, cuando el Ejército franquista alcanzó sus últimos objetivos militares, en el mundo del cine también se produjo un movimiento migratorio hacia otras naciones. Exilio que influiría en el cambio de perspectivas entre la preguerra, los años 1936-39 y la época posterior.
De ahí que la industria cinematográfica española empezara a resquebrajarse y se desmantelara con la primacía de la contienda fratricida; ya que la política de partidos del período 1936-1939 sólo pensó en utilizar los filmes como medio de influencia ideológica y de propaganda política. Con ello, no pudo consolidarse la infraestructura del cine español, a fin de que nuestra incipiente industria perdurase tras la Guerra Civil, “ganara” quien ganara.
(Publicado en ABC, 18-VII-2011; http://www.abc.es/especiales/guerra-civil/reportajes/cine.asp)