Sin duda, Tony Leblanc, ha sido uno de los mejores actores españoles. Fallecido el pasado sábado, 24 de noviembre, a los 90 años de edad, recibió el Premio FAMILIA por su trayectoria profesional el año 1998. José María Caparrós le entrevistó en verano de 1967, y su encuentro sería publicado en la revista Hogar 2000 (núm. 8, Madrid, octubre 1967, pp. 42-45). Como postrer homenaje a esta gran persona, reproducimos aquella hoy histórica entrevista.
Le pregunté por su salud. Me dijo que ya está recuperado. (Mi encuentro fue en Barcelona, junto a su esposa, en su camerino del teatro Calderón).
- ¿No crees que tu prestigio como actor pierde categoría al dedicarte al género de revista?
- No, porque este género de revista, en el extranjero, internacionalmente, ha sido uno de los de más categoría. Por lo tanto, si en el mundo el género de “music-hall” tiene prestigio, ¿por qué no ha de ser el que yo hago uno de los de mayor categoría?
- Vi tus films: El pobre García y Los pedigüeños, y, sin cumplidos, me gustaron mucho; sobre todo, el último. Pero, ¿por qué realizaste esa película de tan poca calidad -y perdona la confianza- que es Una isla con tomate.
- Porque fue la que más dinero me daba.
- Sin embargo, creo que te arruinó…
- Sí, en aquel momento me cogió desprevenido y perdí tres millones y medio de pesetas. Era mi capital, en dinero y demás. Después la gente entró a verla; el distribuidor se vio obligado a pagarme la cantidad estipulada y entonces pude salir adelante.
- ¿Fue esta la razón por la que dejaste el cine?
- Pues no. Después de eso he hecho varias películas. La última fue Historias de la Televisión, dirigida por José Luis Sáenz de Heredia.
- ¿Piensas volver?
- Si Dios quiere, sí. Vuelvo con José Luis Dibildos como productor, o con Ignacio F. Iquino.
- Tony, tu figura se hizo popular en la “tele”, y la verdad es que estoy seguro que muchos te echan en falta. ¿Hubo alguna razón especial por la que dejaste la pequeña pantalla?
- Sí; fue mi “tournée” en provincias. No era posible estar en los estudios de Madrid y actuar, a la vez, en provincias. Eso, lamentablemente, me ha obligado a dejar mi espacio; y quizás sea yo el que más lo echa de menos, porque estaba encariñado con él.
- ¿Es compatible tu vida de familia con la agitada vida de actor?
- No es muy compatible; pero hay que hacerla. No se puede compaginar la vida de familia con la vida artística; estás contrapuestas las horas; sobre todo, en la función de noche: no se puede cenar con la familia; no se puede estar con ellos ni con los niños a la hora de acostarse… Pero yo, al fin y al cabo, conocí a mi mujer en el teatro, y mi forma de ser es productor de mi línea teatral.
- Tienes siete hijos ¿Te gustaría que algunos siguieran tus pasos, tu carrera?
- Si supiera que mis hijos iban a tener la popularidad que yo, no me importaría lo más mínimo. No creo en condiciones a ninguno de los –por mucho que los quiera, como puedes figurarte-, ni lo suficientemente capacitados para saber las “ratonerías” que yo ya sé de teatro o quizá las virtudes que yo pueda tener como actor y autor teatral.
- ¿Te ha dado mucho dinero la profesión?
- Sí; me ha dado el dinero suficiente para vivir cómodamente, para que mis hijos estén en buenos colegios… y para poder echar una mano a gente de mi familia que no tiene dinero.
- ¿Amas la profesión? ¿Antes ella, o tu familia?
- Mi familia, ante todo; después, mi profesión. A la hora de elegir tendría que escoger primero a mi familia. No obstante, puedo compaginarla, ya que ésta depende de mi profesión.
- ¿Quién te ayudó más en tu carrera? ¿Te lo has ganado todo a pulso?
- No tengo ningún nombre que darte de quién me haya ayudado; y nadie ha cometido la tontería de colgarse el cartelito de: “Yo descubrí a Tony Leblanc”, porque no es cierto. Yo salí de un concurso de aficionados y era “extra” de cine cuando suplanté a un actor que se puso enfermo; salí por casualidad. O sea, mis méritos, los pocos méritos que pueda tener, son míos exclusivos, porque Dios me ha ayudado. Estoy donde Dios ha querido ponerme, no donde me ha puesto un señor o una señora que me haya ayudado.
- ¿Con qué realizadores prefieres trabajar?
- Con todos, siempre que sean del estilo, de la formación, de carácter de Tony Leblanc. Y estos son muy numerosos en España; por eso no te doy nombres. Hay muchos productores y directores cinematográficos que les encanta trabajar conmigo, y yo les correspondo; nos sabemos adaptar mutuamente y hacemos buenas películas.
- ¿Dónde te encuentras más seguro, en la escena o en el plató?
- En ambos sitios. El actor-actor profesional, tan profesional como yo, debe estar seguro siempre; con un miedo, con un sentido de la responsabilidad de debe tener todo actor profesional de mi categoría.
- ¿Estás satisfecho de tu vida como actor, o todavía esperas mucho más?
- No; yo soy un insatisfecho artísticamente, porque todo lo que he hecho se puede hacer mejor: Mi cine, mi teatro, mi televisión, diariamente trato de mejorarlo. Lo pasado ya no se puede repetir; pero todo lo que he hecho sería capaz de mejorarlo.
- De las noventa películas en que has intervenido, ¿qué papeles recuerdas con más agrado?
- Pues quizá el más difícil de interpretar, “Felipe”, de La Revoltosa. En popularidad, Los tramposos; fue la película que más me dio el “trampolín” fuerte, y Currito de la Cruz. Las demás, aun las malas, han colaborado lo suficiente para que Tony Leblanc sea conocido hasta en el último rincón de España.
- ¿Y de las obras escénicas?
- Pues creo que Yo me llevo el gato al agua es la mejor revista que he hecho. Y de lo que he escrito, un monólogo de un solo personaje que estrené en el Teatro Eslava, de Madrid, El pobre Jorge, con el cual he pasado a la antología del teatro; ya que no existe en el mundo un autor-actor que haya estrenado un monólogo de un solo personaje, nada más que yo.
- La pregunta de rigor: ¿Qué aconsejarías a un actor que empieza?
- Paciencia, que tenga mucha paciencia. Hay que tener suerte, valer, que le ayuden los compañeros, calar en el público… Son varios factores lo que influyen. Pero, sobre todo, paciencia; no se puede ir de prisa. Mira, yo llevo trabajando treinta años –debuté a los catorce, y tengo cuarenta y cuatro-, y parece que llegué hacer poco…
Apuramos los vasos. Tony Leblanc, un hombre sencillo, cordial, sincero.
(Off the record: Cuando se fue al escenario, le pregunté entonces a su muy joven mujer: ¿Estás siempre a su lado en el trabajo? - Sí, no quiero que ninguna “lagarta” me lo quite. Nos despedimos. Han pasado 45 años de aquel entrañable encuentro).
(Publicado en www.cinemanet.info, 29-XI-2012)