Como miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, habitualmente asisto a la famosa Gala de entrega de los Premios “Goya”, en reconocimiento a los mejores filmes profesionales del año. Pero no voy a repetir aquí la valoración crítica que ya hizo la redacción del Diario YA. Una crónica a la que me sumo, con dolor. Me explicaré.
Aunque la fiesta del cine español tuvo categoría artística, le faltó ética. Y como dijo el antiguo catedrático de Estética de la Universidad de Barcelona, José María Valverde, “nulla estetica sine etica”. La presentadora, la humorista Eva Hache, y algunos de los premiados al recibir el “Goya”, se dedicaron a criticar a diestro y siniestro. Es más, se aprovechó la gran audiencia televisiva que tuvo la gala para dirigir improperios a los miembros de la Casa Real, a los representantes del Gobierno o a las instituciones. No digo que, en sus sátiras, no tuvieran un parte de razón; pero no resultó elegante, porque allí iba de cine, o “de película”, nunca mejor dicho.
La protesta posterior ha venido de un hospital que quedó en tela de juicio por los comentarios de la actriz Candela Peña, así como de la Federación Española de Balonmano, a causa de la broma de poco gusto de la Hache (en la foto). Además, el error de un premio “cantado” y después retirado a la Mejor canción del film Els nens salvatges, con broma posterior incluida, hizo que los frustrados galardonados abandonaran enfadados la sala. No se les dio excusa alguna, hasta dos días más tarde en que la Academia Española ha dirigido una explicación justificativa a sus miembros.
Estimados colegas: si bien las películas más premiadas -Blancanieves, Lo imposible, Las aventuras de Tadeo Jones- se lo han merecido, con “salidas” como ésta no hacemos un favor al cine español -¡qué de eso se trata!-, ya tan poco valorado por nuestro público. Por tanto, el gremio al que pertenezco tiene que replantearse seriamente la gala.
(Publicado en DE PELÍCULA, http://www.diarioya.es, 24-II-2013)