Un nuevo traspié artístico ha sufrido Pedro Almodóvar, el más
popular cineasta español en el extranjero. Su última película, Los amantes pasajeros, ha recibido un
tremendo varapalo de la crítica; aunque parece estar triunfando entre el gran
público autóctono.
En efecto, desde los críticos más intelectuales hasta los menos
especializados han otorgado a esta cinta una sola estrella; pues “el film más
gay de Almodóvar” -así lo calificó La
Vanguardia- ha sido vapuleado por el exigente crítico de El País, Carlos Boyero; mientras uno de
los titulares de El Mundo, Alberto
Bermejo, después de diseccionar sus pretensiones y constatar sus errores,
termina diciendo: “Como parábola o metáfora de la actualidad española, ese
avión perdido que no sabe adónde va resulta casi un chistecillo amable, indigno
de su reputación vitriólica, en relación a la desmesura terrorífica de la
realidad”.
Con todo, en el primer fin de semana, Los amantes pasajeros batió el récord de taquilla: 1,89 millones de
euros y 246.976 espectadores, con una media de recaudación de 6.320 euros por
copia. Pero a la siguiente semana fue desbancada por Oz, un mundo de fantasía.
Por eso, cabe preguntarse: ¿qué pasa aquí?
Como sucedió con el último Torrente,
su enorme lanzamiento publicitario -incluso en los noticiarios televisivos- ha
sido clave. Y el espectador digamos curioso ha respondido con creces ante una
película sin calidad artística -al igual ocurrió con el subproducto de Santiago
Segura-, pero realizada por un autor que se ha transformado en un fenómeno
comercial. Por tanto, resulta muy alarmante con respecto al nivel medio -con
perdón- del público español.
(Publicado en DE PELÍCULA, http://www.diarioya.es, 23-III-2013)
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