lunes, febrero 27, 2006
CAMBIA EL MODO DE VER EL CINE
El alarmante descenso de espectadores y recaudación anuncia la llegada del consumo a la carta
La nueva Ordenanza para la Convivencia ciudadana, que recientemente ha aprobado el Ayuntamiento de Barcelona, contempla la prohibición y sanción del comercio ambulante no autorizado (cfr. capítulo 8, artículo 50). Con esta medida se pone el dedo en la llaga sobre uno de los motivos de la anunciada crisis del cine: la venta de DVD piratas en el top manta. En efecto, el alarmante descenso de espectadores (27 millones) y de recaudación (111 millones de euros) en las salas cinematográficas españolas se debe a varias razones.
Primeramente, la proliferación del home video, con la popularidad del DVD –que ha barrido al sistema VHS– y de las grandes pantallas de uso doméstico que favorecen ver “cine en casa” con unas excelentes condiciones: imagen y sonido de alta calidad. En segundo lugar, la facilidad en obtener muy baratas las películas de estreno, ya sea a través de la referida venta pirata o “bajándose” de internet –también ilegalmente– todos los títulos de actualidad. Y, en último lugar, el progresivo aumento del precio de las entradas.
Veamos, sin embargo, qué ocurre en los Estados Unidos. El total de ingresos en taquilla suma en el año 2005 unos 8.700 millones de dólares, mientras que en 2004 fue de 9.200 millones. Con esta pérdida se habla ya del mayor déficit de los últimos veinte años. Además, en 2005 se ha vendido un 6 por ciento menos de entradas que en el año anterior, alcanzándose la peor recaudación desde 1990. Tampoco los últimos estrenos –la cuarta entrega de Harry Potter, el remake de King Kong, Las crónicas de Narnia o Memorias de una geisha– han conseguido salvar las cifras de la industria de Hollywood.
Asegura así certeramente el productor Andrés Vicente Gómez (Lolafilms) que “se trata de una crisis mundial, porque en Alemania e Italia también ha caído en un 20 por ciento (igual que en nuestro país), mientras que en Francia ha sido del 10 por ciento”. En este mismo sentido, afirma la ministra de Cultura, Carmen Calvo, que esa pérdida de espectadores es una “tendencia planetaria, porque está cambiando la manera de ver cine”. En esto estamos todos de acuerdo, pero me gustaría ir un poco más lejos.
El año 2005 ha sido uno de los más pobres en cuanto a cine, tanto extranjero como español. Apenas hemos podido ver películas de categoría artística (la oscarizada Million Dollar Baby, del gran Clint Eastwood, sería una excepción, pero –recuérdese– ¡es una producción del 2004!, mientras que Saraband, del viejo maestro Ingmar Bergman, es del 2003). Se han estrenado, en cambio, filmes tan discutibles como La guerra de los mundos, de Spielberg, o El reino de los cielos, de Ridley Scott (que, en los datos estadísticos, se incluye entre las películas españolas); al tiempo que las últimas realizaciones de Woody Allen, Match Point, y Ron Howard, Cinderella Man, han alcanzado el nivel esperado. Quien sí ha arrasado en la taquilla ha sido el nuevo capítulo de Star Wars, La venganza de los Sith, que cierra, por el momento, la popular saga de Lucas.
En cuanto a los cineastas europeos, cabe destacar a Roman Polanski, con su adaptación de Oliver Twist; a Wim Wenders, con la notable Tierra de abundancia, así como al griego Theo Angelopoulos (Eleni) o a los italianos Gianni Amelio (Las llaves de casa) y Ettore Scola (Gente di Roma) –la mayoría producidas en el 2004–, pero muy poco más.
Si nos centramos en el cine español el resultado es también alarmante: la película más taquillera es el nuevo episodio de Santiago Segura, Torrente 3, el protector, que ha recaudado 18 millones de euros y alcanzado la cifra de 3.500.000 de espectadores. Un título “casposo” que no sólo desdice del Séptimo Arte, sino del mismo gran público de nuestro país; sobre todo si se tiene en cuenta que el resto de películas más taquilleras españolas del año ha sido la citada El reino de los cielos, Princesas, El penalti más largo del mundo y Los dos lados de la cama. Es obvio que el interés artístico del espectador medio es susceptible de mejora.
Nos hallamos, sin duda, ante un cambio sustancial de costumbres en el modo de asistir al cine. El público en general lo prefiere “a la carta” debido a las múltiples opciones que le ofrece la nueva tecnología. Esto también conducirá a una gran transformación de los multicines, ya que la distribución vía satélite mejorará los costes de exhibición, incrementará la rotación de películas facilitando la oferta con la intención de mantener la audiencia. Por otro lado, el contenedor de filmes para su distribución por cable llevará al vídeo bajo demanda y al cine interactivo –donde el espectador será coprotagonista desde el salón de su casa– con calidad digital.
De cualquier modo, el descenso de ingresos por sala será compensado con el consumo doméstico del espectáculo siempre que las autoridades sean capaces de controlar eficazmente la piratería. Todo esto acaso salvará al cine de la nueva crisis, que no es una muerte anunciada.
(Publicado en El Periódico de Catalunya, 15-I-2006).
sábado, febrero 25, 2006
PELÍCULAS RECOMENDADAS (1):
En esta primera relación, nos proponemos recomendar obras cinematográficas de categoría, dirigidas a un público amplio. Periódicamente añadiré nuevos títulos a nuestra lista, que no pretende ser exhaustiva.
Estrenos:
- Buenas noches, y buena suerte
- Las Crónicas de Narnia
- El noveno día
- Teresa de Calcuta
Filmes recientes:
- The Boxer
- Cadena perpetua
- El camino a casa
- El cartero (y Pablo Neruda)
- Charlie y la fábrica de chocolate
- Los chicos del coro
- Cinderella Man
- City Hall (La sombra de la corrupción)
- El cliente
- Collateral
- Conspiración
- Los increíbles
- La cortina de humo
- Descubriendo Nunca Jamás
- La edad de la inocencia
- Eleni
- En el nombre del hijo
- En el nombre del padre
- Good Bye, Lenin!
- La guerra de los mundos
- La habitación de Marvin
- Una historia del Bronx
- El hombre que susurraba a los caballos
- Un hombre sin pasado
- Hotel Rwanda
- Hoy empieza todo
- El informe Pelícano
- La inglesa y el Duque
- Legítima defensa
- Las llaves de casa
- Lo que queda del día
- Más allá de Rangún
- Master and Commander
- Michael Collins
- Million Dollar Baby
- Los Miserables
- Misterioso asesinato en Manhattan
- Nixon
- Oliver Twist
- Open Range
- Una película hablada
- Pena de muerte
- Polar Express
- Profesor Holland
- Quiz Show (El dilema)
- El sabor de la cerezas
- Sang Woo y su abuela
- Secretos y mentiras
- Sentido y sensibilidad
- El Show de Truman
- Smoke
- La Terminal
- Tierra de abundancia
- Tierras de penumbra
- El último samurái
- La vida es bella
- ¡Vivir!
Clásicos:
- El acorazado Potemkin
- Cantando bajo la lluvia
- Ciudadano Kane
- El Gatopardo
- El gran dictador
- Hello, Dolly!
- Ladrón de bicicletas
- La Marsellesa
- Lo que el viento se llevó
- Los mejores años de nuestra vida
- My Fair Lady
- Octubre
- Por quién doblan las campanas
- Rebelde sin causa
- Senderos de gloria
- El tercer hombre
- Las uvas de la ira
- Viva Zapata!
- West Side Story
"MATCH POINT", LA ÚLTIMA LECCIÓN DE WOODY ALLEN
La sombra de Dostoievsky es alargada
De momento, Match Point (2005) es la penúltima película –pues ya tiene otra rodada en Londres– del maestro neoyorquino únicamente como director y guionista. Presentada con éxito en los Festivales de Cannes y San Sebastián, se trata de una nueva historia romántico-pasional escrita, dirigida y no interpretada por Allen, dentro del tono de crítica social que le caracteriza y con un estilo de suspense más próximo al maestro Hitchcock y un tanto inspirado en la novelista Patricia Highsmith.
A caballo de Crimen perfecto (1953) –recuérdese que el “mago del suspense” también dirigió Extraños en un tren (1951), basada en una novela policíaca de la Highsmith (donde el asesinato es paralelo a un partido de tenis)– y de Atracción fatal, Woody Allen parece continuar la trayectoria emprendida en Delitos y faltas (1989), pero sin Ingmar Bergman como referente; aunque en la aparición final de los fantasmas de las víctimas se recoja el estilo del maestro sueco.
Considerada por algunos críticos como una de sus mejores obras de madurez –tras la serie de comedias interpretadas por él–, Match Point es una historia de amor y pasión en estos tiempos de cólera. Negra y amarga, como la obra de Patricia Highsmith, relata el ascenso social de un joven irlandés, ex jugador y ahora modesto entrenador de tenis (Jonathan Rhys-Meyers, que aquí no es su alter ego), dentro de una familia de la aristocracia financiera británica, y el descenso a los infiernos del mismo a causa de su egoísmo, ambición y bajeza moral.
Pocas obras recientes han profundizado tanto en la miseria humana como la nueva propuesta de Woody Allen, evitando caer en el mal gusto o en las fáciles concesiones, pero siendo bastante explícito en las situaciones-límite (de ahí que en Estados Unidos hayan calificado R el filme por su contenido sexual), si bien algo cuidadas por la elipsis y “con el recato –escribió Diego Galán en su crónica de Cannes’05– de quien prefiere sólo sugerir”.
Sin embargo, lo que más sorprende en esta ingeniosa película es la reflexión que su autor ofrece sobre el azar, jugando –nunca mejor dicho– como en un encuentro de tenis, cuando la pelota toca la red y, durante unos segundos, no se sabe en que campo va a caer. Así empieza el relato, con voz en off. Veamos, pues, cómo Allen defiende el tema del azar, el llamado Destino o la suerte de las personas: “El azar es importante en la vida, pero suscita cierto miedo en la gente. Siempre he tenido una visión terrorífica de la vida. Me parece una experiencia horrible, sin Dios, llena de traición y falta de comunicación. Mi sensación es que el azar juega un papel importante y la gente no quiere reconocer eso porque significa que no tiene control. Piensan que deciden su propia suerte. Pero me temo que no es así. La verdad es que dependen del azar. Mucho tiene que ver con la suerte, aunque haya gente a quien no le agrade y diga: Yo me fabrico mi propia suerte. (…) Siempre he pensado que tengo un poco de talento y mucha suerte. Reconozco que dispongo de cierto talento, no de una gran cantidad, pero un poco sí. Pero sin la suerte no significaría gran cosa.
Con todo, Match Point trata al mismo tiempo sobre la justicia divina. Por eso, Woody Allen brinda cierto paralelismo con el personaje de Raskolnikov del célebre Crimen y castigo, de Dostoievsky, libro que además cita y muestra en la película. El crítico José María Aresté manifestaría en este sentido: “El film juega con la idea de la justicia divina, en forma de elemento comprometedor. Pero Allen, fiel a su agnosticismo, a la idea de que si Dios existe, juega caprichosamente con los hombres, hace lo propio, o sea, jugar con el espectador. Es esa pelota en la red, el punto de partido del título, que puede caer hacia cualquier lado, por puro, absurdo azar. El mismo azar que provoca el embarazo indeseado mientras se hace esperar el que sí se busca. Al final, viene a decir el cineasta, sólo queda la conciencia, el peso de la culpa. Lo que supone un paso hacia delante frente al cinismo de Delitos y faltas, que también hablaba de un calculado asesinato”.
En efecto, la sombra del gran escritor soviético es alargada. El periodista Lluís Foix fue todavía más allá en su juicio crítico. Tras sintetizar la problemática del célebre protagonista Crimen y castigo y de su homólogo de Match Point, comentaría: “Allen utiliza a Dostoievsky como coartada y no como guión necesario. Juega con el concepto napoleónico de que la suerte hacía buenos a sus generales y no sus dotes militares. No estamos en el siglo XIX sino en el XXI, en el que nos viene a decir que es mejor tener suerte que talento. (…) Dostoievsky se movía en el terreno de la moral y de la culpa. Woody Allen reinterpreta a Raskolnikov desde la farsa y el cinismo de una sociedad en el que el mal menor es necesario para salvar un falso bien superior. No es una comedia delirante de Woody Allen ni un drama divertido a los que nos tiene acostumbrados. Desde la cumbre de los setenta años, Allen pone el dedo en la llaga sobre el mal que sale indemne ahora y en todos los tiempos. A nadie le puede pasar desapercibido que no habla de la suerte que a todos nos sonríe o nos desprecia, sino de la maldad que sigue campando en nuestro entorno en el que el diablo se mueve con soltura y aparentemente siempre gana”.
Por tanto, Allen se muestra muy crítico contra el individualismo reinante en la sociedad nuestros días. Es más, su alegato posee un valor moral que sabrá ver el espectador intelectual. Así lo manifestó también el crítico Jerónimo José Martín: “En esta película, Woody Allen ha endurecido su mirada, lo que decanta en varias secuencias sexuales o violentas muy crueles, que reflejan la dominación del varón sobre la mujer. Pero este tono más grave eleva el valor ético de su alegato contra el individualismo hedonista e irresponsable, certero respecto a su carácter animalizador y autodestructivo”. Mientras el jurista Eduardo Torres-Dulce añadiría: “Match Point es un ‘thriller’ moral muy oscuro pese a su textura brillante y sofisticada, con un guión modélico (…) demuestra que Allen es, con Clint Eastwood, el último maestro clásico”.
Estamos, pues, ante una obra de hondo calado existencial, a la que no falta un agudo sentido del humor, en la que el cineasta norteamericano abandona el microcosmos de Manhattan, para indagar sobre el alma humana de otras latitudes –Londres, concretamente–, pero tratando sobre problemas universales que le preocupan personalmente y están latentes en el mundo contemporáneo que le ha tocado vivir y que refleja como desesperanzado cronista.
Otra vez, los temas de Dios –en un momento, Chris dice que “la fe es el camino más fácil”–, el amor o su búsqueda denodada –que se transforma aquí en mera pasión– y la muerte provocada –desde el asesinato hasta el aborto– están presentes en esta dura película, cuyo pesimismo final queda compensado por la pesadumbre íntima del protagonista, que jamás tendrá su conciencia tranquila. El engaño atroz y la mentira cotidiana (logrado también en el retrato de la policía inglesa) triunfan sólo aparentemente.
Por otra parte, en torno a la dificultad de amar, a la diferencia entre amor y pasión, el propio Allen respondería en Nueva York al periodista parisino Jerôme Vermelin: “Siempre he pensado que se trata de dos cosas diferentes. Que se puede desear a alguien sin amarle. Y amar a alguien sin desearle. Esto explica muchos problemas de pareja. Conozco desde siempre tipos que adoraban a sus mujeres pero se sentían sexualmente atraídos por otras. ¡Es un problema terrible y universal! Si gozamos de las dos dimensiones en la misma relación podemos sentirnos afortunados. (…) Cuando amamos algo, y se trata de un amor puro, siempre se llega a algo hermoso”.
Con 15 millones de dólares de costo, la bien realizada Match Point (estrenada en el Viejo Continente antes que en Estados Unidos) cierra hoy la producción de Allen como creador. Ganadora del “Goya” 2005 a la Mejor película europea, la Academia de Hollywood también la nominaría al Mejor guión original.
(De mi próximo libro Woody Allen. Solo detrás de la cámara. Barcelona: Littera, 2006).
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