domingo, marzo 26, 2006



ALMODÓVAR VUELVE A SUS ORÍGENES CON OTRO CULEBRÓN

Volver es una película madura, que se ganará al gran público y a la crítica


Tras haber sido desplazado por Alejandro Amenábar y su oscarizada Mar adentro (véase artículo más abajo), el más popular cineasta español de la democracia ha regresado a las pantallas comerciales con una nueva película que está barriendo en la taquilla. El cine español, por tanto, ya tiene asegurado un gran aumento de recaudación durante el presente año.

Volver (2006) es una obra mucho más madura y comedida que sus anteriores, la cual retoma el estilo que le hiciera famoso hace más de dos décadas: ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), también con Carmen Maura como principal protagonista.

Ahora, Pedro Almodóvar (con sendos Oscars en su haber, por Todo sobre mi madre y Hable con ella) ha abandonado la estética gay y el desmadre a que ya nos tiene acostumbrados, para ofrecer un homenaje al mundo que le vio nacer: sus recuerdos en un lugar de La Mancha. Veamos, si no, cómo explica su voluntad de expresión:

Volver es un título que incluye varias vueltas, para mí. He vuelto, un poco más, a la comedia. He vuelto al universo femenino, a La Mancha (sin duda es mi película más estrictamente manchega, el lenguaje, las costumbres, los patios, la sobriedad de las fachadas, las calles empedradas). He vuelto a la maternidad, como origen de la vida y de la ficción. Y naturalmente, he vuelto a mi madre. Volver a La Mancha es siempre volver al seno materno”.

Ciertamente, Volver es un filme algo autobiográfico, que le ha servido a su autor para exorcizarse un tanto, ya que además de homenajear a su madre –como ya hiciera en La flor de mi secreto (1995), para mí su mejor película– hoy fallecida, evoca recuerdos y retrata la idiosincrasia de su tierra: “La principal vuelta de Volver –dice también– es la del fantasma de una madre, que se aparece a sus hijas. En mi pueblo estas cosas pasan (me he criado oyendo historias de aparecidos); sin embargo, yo no creo en las apariciones. Sólo cuando le ocurren a los demás, o cuando ocurren en la ficción. Y esta ficción, la de mi película (y aquí viene mi confesión) ha provocado en mí una serenidad como hace tiempo no sentía (realmente, serenidad es un término cuyo significado es un misterio para mí)”, concluye.

La verdad es que su último filme resulta muy ambicioso y presenta algunas de las preocupaciones de su obra, aunque más sobre el papel –léase sus declaraciones– que sobre la pantalla. Cabe de nuevo volver –parangonando su título– a lo que manifiesta el propio Almodóvar: “Tengo la impresión, y espero que no sea un sentimiento pasajero, de que he conseguido encajar una pieza (cuyo desajuste, a lo largo de mi vida me ha provocado mucho dolor y mucha ansiedad, diría incluso que en los últimos años ha deteriorado mi existencia, dramatizándola más de la cuenta). La pieza a la que me refiero es 'la muerte' (no sólo la mía y la de mis seres queridos, sino la desaparición implacable de todo lo que está vivo). Nunca lo he aceptado, ni lo he entendido. Y eso te pone en una situación angustiosa ante el cada vez más rápido paso del tiempo”.

Con todo, Volver no me ha convencido como pieza artística. El relato sabe a otro culebrón made in Almodóvar, con un toque de costumbrismo que el cineasta manchego denomina 'naturalismo surreal'. Con alguna ligera concesión de cara a la galería –la obscenidad aquí está más sugerida que mostrada–, contiene algunos momentos de notable categoría creadora, sobre todo con la interpretación de Carmen Maura –que recupera después de 17 años– y las otras “chicas Almodóvar”, con la exuberante Penélope Cruz como Raimunda –mucho mejor que en su aventura hollywoodiense– y Lola Dueñas, Blanca Portillo y Chus Lampeave en auténtico 'estado de gracia'. Una secuencia destaca sobremanera: la crítica a los programas de Reality Show; esa telebasura que vapulea con razón, si bien antaño cultivó.

Pero a Pedro Almodóvar –como ha dicho más de un crítico– le falla el acabado de su filme: las secuencias dobladas al estilo enlatado de Garci –se nota en los labiales de las actrices, sobre todo al principio del relato–, o la actuación musical de Penélope Cruz imitando a Estrella Morente en su versión del tango Volver con la frente marchita.

Asimismo, el tono de comedia dramática –como también la ha calificado el propio director– posee momentos brillantes, que provoca la hilaridad del público, y otros que se hacen poco verosímiles, también en la evolución psicológica de los personajes, no siempre creíbles en su actuación. Eso rompe un tanto la dramaturgia del relato –incluso con el engaño de un fantasma que no es tal–, pero logra hacer entrañable una narración que puede gustar mucho más a la mujeres –especialmente, las feministas radicales–; ya que los hombres quedan muy vapuleados (en este caso, violadores de sus propias hijas).

La pasión de Almodóvar por el melodrama –como mejor cabría calificar a este filme, para mí bastante superficial– se manifiesta en la música de Alberto Iglesias, que retoma el tema de una zarzuela que cantaba su madre en el río (La rosa del azafrán) –en ese escenario en que Raimunda, sin remordimiento alguno, entierra a su marido– y que incluye en los primeros títulos de crédito. No obstante, la película adolece de cierta frialdad, ya que el espectador la ve un poco desde fuera, aunque posiblemente no saldrá del cine insatisfecho. Pedro Almodóvar tiene asegurado el éxito.

(Publicado en inglés, en www.us.imdb.com, 30-IV-2006. Para una valoración más global de su obra, véase mi reciente libro La Pantalla Popular. El cine español durante el Gobierno de la derecha, 1996-2003. Madrid: Akal, 2005, pp. 29-39: “El fenómeno Almodóvar”).

jueves, marzo 16, 2006


PELÍCULAS RECOMENDADAS (2):


Tras la aceptación de la primera lista de filmes, en esta nueva relación –por orden alfabético– sigo recomendando más títulos de interés general.

Las películas señaladas con un asterisco (*) –tal como se me solicitó por correo electrónico– pueden gustar más especialmente al público de la Tercera edad.


Estrenos:

- El Nuevo Mundo
- Orgullo y prejuicio*
- Sophie Scholl (los últimos días)
- Syriana
- Truman Capote


Otras películas recientes:

- A propósito de Henry*
- El abuelo*
- El aceite de la vida*
- Aflicción
- Agnes Brown
- Air Force One
- Algunos hombres buenos*
- La amenaza fantasma
- Ana y el rey*
- Apolo 13*
- El arpa de hierba*
- El ataque de los clones
- Avalon*
- Bailar en la oscuridad
- Balas sobre Broadway
- Barton Fink
- Billy Elliot
- Black Hawk derribado
- El Bola
- El bosque
- Breakdown
- El caballero Don Quijote*
- Carácter*
- La carta*
- La casa Rusia
- El caso Winslow*
- La caza del Octubre Rojo
- La ciudad de la alegría*
- El color de las nubes*
- El coronel no tiene quien le escriba*
- Cuando éramos soldados*
- Cuento de otoño
- Cyrano de Bergerac
- La delgada línea roja
- Descubriendo a Forester*
- Un día de furia
- El dilema*
- El doctor*
- El emperador y el asesino
- En tierra de nadie
- Enemigo público
- Estación Central de Brasil
- Evelyn*
- Evita*
- Expediente X
- Las flores de Harrison
- La fortuna de vivir*
- Gladiador
- El gran salto
- Granujas de medio pelo
- Happy Times
- Harry Potter (serie)
- Heat
- Hechizo del corazón*
- Héctor
- Héroe por accidente*
- El hijo de la novia, El*
- Una historia verdadera*
- El hombre que nunca estuvo allí
- Hook (El capitán Garfio)*
- JFK (Caso abierto)*
- Kundun
- Lamerica
- Llanto por la tierra amada*
- Lloviendo piedras
- Un lugar en el mundo
- Lugares comunes*
- Mad City
- El maestro de esgrima*
- La maldición del Escorpión de Jade
- Manolito Gafotas*
- La máquina del tiempo
- Matrix
- Una mente maravillosa*
- 1492: La conquista de paraíso
- La mirada de Ulises
- Misión imposible
- Mujercitas*
- Música del corazón*
- Náufrago*
- No sin mi hija*
- La noche de Manhattan
- Nueve reinas
- Nubes pasajeras
- Los Otros
- Parque Jurásico
- La Pasión de Cristo
- El patriota
- El pianista*
- El Prado*
- El protegido
- Regreso a Howards End*
- El río de la vida*
- Salvar al soldado Ryan
- Señales
- El Señor de los Anillos (trilogía)
- El sexto sentido
- Shadrach
- Siete años en el Tíbet*
- Smoking Room
- Solas*
- La sombra del diablo
- Sombras en una batalla
- Su Majestad Mrs. Brown*
- Tesis
- Tic Tac*
- Tocando el viento*
- Together (Juntos)
- Tomates verdes fritos*
- Trece días*
- Triple agente
- El último mohicano
- Vania en la calle 42*
- Viaje al principio del mundo*
- Volcano
- Windtalkers
- Yo soy Sam


Para más información, ver mis libros Persona y sociedad en el cine de los noventa (1990-1993), El cine de nuestros días (1994-1998), El cine de fin de milenio (1999-2000) y El cine del nuevo siglo (2001-2003).

domingo, marzo 12, 2006


"MUNICH" Y EL FUNDAMENTALISMO

La película de Steven Spielberg critica el terrorismo de Estado, pero resulta ambigua y poco analítica


Calificada como políticamente incorrecta, la nominada película de Steven Spielberg se fue de vacío en la gala de los Oscar. Los miembros de la Academia prefirieron premiar a una modesta película “indie”, Crash, antes que la arriesgada cinta del rey Midas de Hollywood. Por tanto, la contundente denuncia sobre la problemática racial en Los Ángeles venció no sólo a los cowboys gays de Ang Lee y a la antimaccarthista Buenas noches, y buena suerte de George Clooney –otros políticamente incorrectas–, sino al maestro norteamericano.

La perdedora Munich (2005) evoca unos hechos acaecidos hace 33 años. Spielberg, tras romper una lanza en favor del Holocausto –La lista de Schindler (1993), que entonces sí se llevó todas las estatuillas de la Meca del Cine–, nos ha sorprendido con un filme un tanto ambiguo, donde pone el dedo en la llaga sobre otra problemática actual: el conflicto político entre Palestina e Israel. La polémica ya está servida. Pero recordemos un poco la historia. El 5 y 6 de septiembre de 1972, durante los JJOO de Múnich, un comando palestino asaltó la residencia de la delegación israelí. El grupo terrorista –compuesto por ocho miembros de Septiembre Negro– mató a dos personas e hizo nueve rehenes, todos deportistas. Tras 21 horas de negociaciones –el comando pedía liberar a 200 prisioneros de cárceles de Israel–, y ante la negativa del Gobierno de Jerusalén, las autoridades alemanas resolvieron el caso trágicamente: murieron todos los rehenes, más cinco terroristas y un policía. El Gobierno israelí formó un grupo de elite –un comando dependiente del Mossad–, para eliminar extraoficialmente (fue la 0peración “Ira de Dios”) a los ideólogos que tramaron el secuestro.

Sobre aquella matanza se habían realizado dos películas en 1974 y 1976, Septiembre Negro y 21 horas en Munich, que tuvieron muy poca repercusión mediática. En cambio, el filme de Spielberg ha generado opiniones controvertidas. Por un lado, George Jonas –el autor del libro en que está inspirado, Vengeance– arremetió contra el director: “Uno no alcanza la altura moral siendo neutral entre el Bien y el Mal. Lo que distancia al público de la película es tratar a los terroristas como personas. En su esfuerzo por no satanizar a seres humanos, termina humanizando a demonios”. Y por otro, el analista Robert Fisk afirmaría: “La cinta de Spielberg ha cruzado un camino fundamental en el tratamiento que da Hollywood al conflicto de Oriente Medio. Por primera vez observamos que los espías y matones israelíes del más alto nivel no sólo cuestionan su papel de vengadores, sino de hecho llegan a la conclusión de que la ley de talión no funciona: es inmoral, es perversa”. Como dice Avner (el jefe del grupo, con nombre cambiado en el filme), matar a un hombre armado que simpatice con los asesinos de Múnich genera seis más que toman su lugar. Y Avner calcula que cada vez que liquida a un palestino gasta un millón de dólares. Finalmente, desengañado, opta por la disidencia: su principal preocupación será proteger a su familia –mujer e hija, exiliadas en Estados Unidos– del propio Gobierno que lo utilizó sin escrúpulos. También aparece Golda Meir como responsable de esa operación vengadora, cosa no probada.

Con todo, Spielberg parece abogar por el pacifismo, al mostrar que la violencia –aquí, el “ojo por ojo y diente por diente”– sólo engendra más violencia, y acaso fuera el tobogán que condujo al 11-S. Así lo evidencia el plano final (digitalizado) de las Torres Gemelas, como indicando la respuesta vengativa al terrorismo de Estado. Después, llegarían otras secuelas: España sufrió el 11-M, y Gran Bretaña el 7-J. Antes también tuvimos el GAL: con fondos reservados –como disponían los agentes del Mossad– se quiso acabar con el terrorismo de ETA, pero empleando las mismas armas. Es obvio: el fin nunca justifica los medios.

Sin embargo –volviendo al terreno cinematográfico–, este veterano maestro del Séptimo Arte (58 años) ha realizado una película brillante pero bastante convencional, con concesiones a la galería, algo fría, demasiado larga (164 minutos) y nada contextualizada. Sin apenas un momento de respiro, el espectador comparte la tensión de los protagonistas, pero observa desde fuera el salvajismo de unos y otros. Y ante los problemas de conciencia que manifiestan los miembros del comando israelí, los fundamentalistas –de ambos lados– ya han expresado su desacuerdo con la postura de Spielberg; es más, no le han dado el placet como hicieron con La lista de Schindler.

Por eso Munich no se llevó ningún Oscar ni los Estados Unidos de Bush la aplaudirá; pero el gran cineasta judeoestadounidense –tras los traspiés de La Terminal y La guerra de los mundos– acaso volverá a llenar sus arcas. Habría que preguntarle si eso justifica este filme de medias tintas y poco analítico, donde todos tienen razones y ninguno la razón. Es lamentable que, frente a la fuerza de la razón, la alternativa sea la razón de la fuerza. Y hoy, como ayer.

(Publicado en El Periódico de Catalunya, 12-III-2006).

lunes, marzo 06, 2006


EL MITO DEL OSCAR

La 78 edición de los más preciados galardones del Séptimo Arte ha centrado de nuevo la atención de los aficionados de todo el mundo


Los premios Oscar, cuya primera concesión data de 1928, tuvo su origen un año antes, cuando el 11 de mayo, 36 prohombres de Hollywood se reunieron en el Hotel Roosevelt de Los Ángeles y fundaron la hoy famosa Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Entre aquellas figuras estaban Douglas Fairbanks, Mary Pickford y Harold Lloyd como actores, Cecil B. de Mille, Raoul Walsh y Henry King, entre los directores, o Jack Warner y Louis B. Mayer, entre los productores.

Al parecer, los principios fundacionales eran altruistas: alentar cuantas innovaciones contribuyesen a mejorar la industria cinematográfica, técnica y estéticamente. Y con tal propósito se pensó en conceder anualmente una serie de galardones. En esa misma reunión fundacional ya se ideó la célebre estatuilla dorada, creada por el director artístico Cedric Gibbons y moldeada por el escultor George Stanley.

Sin embargo, sobre el nombre dado a la codiciada figura –que mide 34 centímetros, pesa tres kilos, es de bronce y está recubierta con una fina lámina de oro– hay diversas leyendas. La más conocida se atribuye a la bibliotecaria de la Academia hollywoodiense, quien bautizó así a la estatuilla: “Se parece a mi tío Oscar”. Con todo, el vocablo no se aceptó hasta 1931, fundamentando este nombre en su sonoridad, fácil asimilación e igual pronunciación en los distintos idiomas.

Pronto la Academy of Motion Pictures Arts and Sciences cobró prestigio, imponiéndose con sus galardones a otros premios cinematográficos. El sistema normativo de la Academia de Hollywood es el siguiente:

a) toda película candidata a los Oscar debe haberse estrenado en Los Ángeles durante el año anterior al fallo;

b) una vez registrada e impresa la lista de candidaturas, un comité de selección por especialidad clasifica los filmes y autores para una posterior votación;

c) de la primera votación, que se hace por apartados –música, fotografía, sonido, etc–, surgen los cinco mejores trabajos del año, denominados nominaciones;

d) la votación definitiva la realizan todos los componentes de la Academia, en papeletas donde figuran los datos de la primera votación. Todos los miembros han de pronunciarse –de forma secreta– sobre todas las especialidades y categorías de premios. Una vez llevada a cabo la gestión, la firma Price Waterhouse Co. contabiliza los votos –unos 6.000, en la 78 convocatoria– y sólo se da a conocer el resultado delante del público invitado y de los medios de comunicación, con las popular frase and the winner is...

Otra de las leyendas que circula en torno a los Oscar son las presiones. ¿Están “conchabados” los premios? ¿No será la concesión de los preciados galardones un nuevo tipo de manipulación que sufre el espectador, aparte del de la publicidad? Es más, el malodrado Humphrey Bogart declaró públicamente que el Oscar era un “cuento”, ¡y eso que él tenía uno! Y otros actores –como Marlon Brando y George C. Scott– rechazaron en su día el galardón; mientras Woody Allen no fue a recogerlo en dos ocasiones.

Se ha dicho que detrás del Oscar de Hollywood está el sistema capitalista norteamericano, con sus intereses: desde el Gobierno estadounidense y las grandes entidades bancarias, hasta alguna conspiración judeomasónica... Pero la verdad es que esta última hipótesis no resulta nada fundamentada.

Es obvio, no obstante, que la votación de los Oscar no está libre de “intereses creados”. Por ejemplo, se conoce la presión que ejercen las grandes firmas a sus empleados (profesionales que son miembros de la Academia) para que voten por determinadas películas o nombres ligados a su productora. Aun así, la actitud de la industria cinematográfica hollywoodiense es premiar la popularidad. La vieja “fábrica de sueños” tiende a satisfacer unas pretendidas preferencias del público, que después utilizará para incrementar sus arcas; ahora más en manos de los empresarios japoneses que de los magnates de Wall Street. De ahí que muchas veces no se atienda bien a los auténticos valores fílmicos, a la verdadera calidad artística –ética y estética–, y sí se tengan más en cuenta los gustos del espectador medio, premiando acaso lo que el gran público premiaría; éste mediatizado por las modas y la enorme promoción de los Oscar.

Un claro ejemplo de lo antedicho ha sido la concesión de galardones del presente año: mejor película y guión original a Crash (Colisión), de Paul Haggis; mejor dirección y guión adaptado a Ang Lee por Brokeback Mountain (En terreno vedado); mejor actriz a Reese Witherspoon, por En la cuerda floja; mejor actor a Philip Seymour Hoffman, por Truman Capote. Mientras se han quedado de vacío Woody Allen (por su guión de Match Point), George Clooney (Buenas noches, y buena suerte), Steven Spielberg (por su discutida Munich) y la alemana Sophie Scholl (los últimos días), la contundente denuncia del nazismo, como mejor película de habla no inglesa que ha ganado la sudafricana Tsotsi.