Anna Magnani, Annarella para los italianos, no era sólo una actriz: su fuerza y su embrujo excepcionales la convirtieron en un emblema del Séptimo Arte
Así se conocía en Italia a esta gran diva de la pantalla. Pero la Magnani no había nacido en la Ciudad Eterna, como dicen algunos textos, sino en la no menos histórica y sugerente Alejandría, el 7 de marzo de 1908. Su padre era de origen egipcio y su madre de Rímini. Llegó a Roma a los cinco años, y se pagó los estudios en la Academia de Arte Dramático trabajando como artista de variedades. Sin embargo, pronto se transformaría en una actriz de teatro e incluso fundó su propia compañía.
En el cine debuta en 1934, con el melodrama La ciega de Sorrento, de Nunzio Malasomma. Un año después se casa con el director Goffredo Alessandrini, para quien interpretará Caballería (1936). Con todo, hasta la década de los cuarenta, no concibe su auténtico personaje: en la un tanto autobiográfica Nacida en viernes (1941), con el maestro Vittorio de Sica, en la explosiva mujer de los barrios proletarios del filme de Luigi Zampa Noble gesta (1947), o la también populista Campo de'fiori (1943), en dialecto romano y con Aldo Fabrizzi como "partenaire".
SIEMPRE ROMA.- Pero Anna Magnani destacaría sobre todo por su creación de mamma asesinada por los nazis, en la obra maestra de Roberto Rossellini, Roma, ciudad abierta (1945), película que abrió el Neorrealismo. Después, entre nuevos títulos, daría otra lección interpretativa con Bellísima (1950), de Luchino Visconti, para encarnar su propio papel en el episodio de este autor en Nosotras, las mujeres (1953) y demostrar su registro artístico en cintas históricas como Anna Garibaldi (Alessandrini, 1952) y La carrosse d'or (Jean Renoir, 1953). En esta bella obra del maestro galo, Anna Magnani dio vida al personaje de la Perrichola: estuvo realmente genial como la Camila de Prosper Merimée, influida por el estilo de la Commedia dell'arte.
Su fama ya era internacional. Por eso enseguida fue reclamada por Hollywood. En la Meca del Cine, el dramaturgo Tennessee Williams escribió ex profeso para ella La rosa tatuada (1955), de Daniel Mann, con la cual obtuvo el merecido Oscar a la mejor actriz. Le dio réplica Burt Lancaster. Una película que no autorizó la censura franquista, pero que finalmente se vio por nuestra televisión. En Estados Unidos todavía protagonizó un melodrama dirigido por George Cukor, Viento salvaje (1957), con Anthony Quinn y Tony Franciosa, y otro drama sudista, Piel de serpiente (Sidney Lumet, 1959), una adaptación de La caída de Orfeo del mismo Tennessee Williams, que tuvo a Marlon Brando como "partenaire", aunque lamentablemente falló la química entre ambos: el Método del Actor’s Studio no combinó con el naturalismo de la Magnani.
PROBLEMAS.- De ahí que regresara a su Italia querida y se encontró con una sorpresa: la gran diva de la pantalla, la popular Annarella, tuvo serios problemas para seguir en el candelero. El productor Carlo Ponti no la escogió para interpretar Dos mujeres (1960), y el célebre papel de la Sciocciara de Alberto Moravia se lo dio a su esposa Sofía Loren, que al principio debía interpretar a la hija. Las malas lenguas dicen que el binomio Ponti-Loren quiso borrar del estrellato a la Magnani. La verdad es que en toda la década únicamente apareció en dos filmes importantes: Mamma Roma (1962), de Pier Paolo Pasolini, y El secreto de Santa Vittoria (Stanley Kramer, 1969), otra vez junto a Anthony Quinn. Y volvió al teatro para subsistir. No obstante, Pasolini había modernizado el clásico personaje de madre proletaria en una prostituta que intenta salvar a su hijo del hampa. Siguiendo su particular estilo, este realizador representó la agonía del hijo de la mamma dolorosa copiando al Cristo yacente de Mantegna. Ella es -escribió Terenci Moix- «la representante más genuina de lo popular en el cine mundial, un fenómeno de fuerza única, un huracán de sentimientos que se comunica en cualquiera de sus interpretaciones».
Prácticamente retirada de los platós -Franco Zeffirelli, que le dio a interpretar en los escenarios La Loba de Verga, insistiría en el boicot que sufrió del matrimonio Ponti-, la Magnani dedicó los últimos años de su vida a cuidar a su hijo, que había quedado paralítico por poliomelitis. Su muerte, acaecida un año después de que Fellini la recuperara para su Roma (1972), conmovió a Italia y a los aficionados de todo el mundo. Annarella era el Séptimo Arte.
(Publicado en ABCD las Artes y las Letras, 8-III-2008).