Por ROBERTO LAPALMA*
Una de las personalidades más singulares de la cinematografía contemporánea es, sin dudas, Allan Stewart Konigsberg, mundialmente conocido como Woody Allen, un artista fecundo que aportó a la pantalla realizaciones que pueden considerarse verdaderos hitos en el campo del Séptimo Arte. Como ejemplo, no hay más que citar, entre otras, a Annie Hall, Interiores o Manhattan, todas las cuales contaron con su sello personal, con su estilo característico y hasta con una visión de la sociedad (fundamentalmente norteamericana) tan particular como los perfiles humanos de sus personajes. Sociedad y personajes a los que desgrana en cada una de sus obras, las que no son escasas.
A ese individuo ya septuagenario (nació en Brooklyn el 1 de diciembre de 1935), el estudioso catalán José María Caparrós Lera acaba de dedicarle un ensayo, recientemente lanzado por el sello editorial Encuentro. El libro se denomina Woody Allen, barcelonés accidental, un estudio que repasa aspectos de la vida y la obra de este cineasta que ha encontrado que, en la Ciudad Condal, se siente “querido de una manera discreta y elegante”, al decir de sus propias palabras, además de un campo fecundo para su inspiración. Por otra parte, también en ella sus películas han tenido siempre un inmejorable reconocimiento.
El libro de Caparrós Lera incluye ilustraciones de sus películas y de sus rodajes, una actualizada filmografía comentada, un análisis de sus obras, entrevistas, reseñas de distinciones varias acumuladas a lo largo de su carrera, reportajes y de homenajes que se le han tributado, además de una nómina de los filmes que Woody Allen reconoce como los mejores de la historia del cine (La gran ilusión, de Renoir; Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica; La Strada, de Fellini; Los 400 golpes, de Truffaut, El séptimo sello, de Bergman, entre otros) y hasta una recopilación de frases ingeniosas vertidas aquí y allá por el artista (“La canas ya no se respetan, se tiñen”, por ejemplo, o “Cuando un médico se equivoca, lo mejor es echarle tierra al asunto” o ”En los aviones, el tiempo se pasa volando” o bien “Hoy en día, la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido”).
Mucho se escrito sobre los avatares de la vida, la personalidad y la obra en general de W. A., pero no hay dudas que este aporte hecho por Caparrós Lera, no sólo se ha sumado a esa literatura, sino que constituye una contribución casi insoslayable para comprender más y mejor la trayectoria de ese verdadero y singular artista.
Dejando, en la medida de lo posible, hablar al realizador y a sus críticos, el ensayo resulta interesante y ágil. Además cuenta con unas perlas finales como la lista de los mejores filmes de la historia según Allen y 25 de sus frases más ingeniosas.
Fieles o no al director, algo complicado en un mundo en el que "la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido", el libro engancha.
(Publicado en revista EME, núm. 85 (diciembre 2008).
Un pensador nada accidental
Woody Allen, barcelonés accidental. Solo detrás de la cámara
Autor: José María Caparrós Lera
Encuentro. Madrid (2008), 174 págs. 21 €
Por LUIS ANTONIO SANZ
El supuesto “affair” Allen-Barcelona
Por JORGE MARTÍNEZ
Una reseña de Juan Ignacio VARGAS
El prestigioso profesor y crítico de Cine, José María Caparrós, que lleva más de un cuarto de siglo en la enseñanza universitaria y ha escrito cerca de cuarenta libros nos presenta esta vez una obra maestra acerca del genial cineasta Woody Allen, enfocado no como actor cómico sino como director intelectual.
Además de presentar el autor interesantes apéndices acerca del neoyorquino de ascendencia europea -de entre los que destaca el ensayo "Woody Allen y las preguntas sobre Dios"- y otros artículos relacionados son su vida y obra, el capítulo más sobresaliente es sin duda alguna la visión profunda que da del Dr. Caparrós acerca del trasfondo antropológico y teológico que esconden las obras más elevadas como Interiores (1978), La rosa púrpura de El Cairo (1985), Septiembre (1087) o Cassandra's Dream (2007), entre otras muchas.
Temas como la vida, el amor, la libertad o la muerte se traslucen a la pantalla una y otra vez, recreados en una ambientación social de elite ya sea en Nueva York, Londres o Barcelona. Este cineasta estadounidense que se jacta de ser despreciado en su país y admirado en Europa por su profundo análisis del hombre intelectual y urbanita contemporáneo, no defraudará a nadie en esta obra del crítico barcelonés.
Este libro se inspiró, entre otras, en el IV Ciclo de Cine titulado "Woody Allen, solo detrás de la cámara" impartido en IESE Business School de Barcelona y organizado por la Agrupación de Graduados de la Universidad de Navarra.
(Publicado en http://averigüelovargas.blogspot.com/, 2-XI-2008).
“Las películas de Woody Allen reflejan la crisis de la sociedad, es un testigo excepcional del vacío y las preguntas sin respuesta de esta época”
Por FRANCIS ALONSO
Josep Maria Caparrós es Profesor Titular de Historia Contemporánea y Cine en la Universidad de Barcelona, además de ser el Director del Centre d’Investigacions Film-Història de esta universidad. Josep María es también miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y del Círculo de Escritores Cinematográficos, el cual le concedió la Medalla a la Mejor labor literaria y periodística por su carrera profesional como crítico en 2007. Acaba de publicar un nuevo libro: Woody Allen, barcelonés accidental (Ed. Encuentro) sobre el director neoyorquino. Asistimos a la presentación del libro y aprovechamos la ocasión para hablar con el “maestro” Caparrós.
Perkeo: Josep María Caparrós se ha decidido a publicar un libro sobre Woody Allen, pero ¿no crees que se ha escrito mucho sobre este director?
P.: ¿Y cuáles son esas constantes? ¿Sobre qué habla Woody Allen en sus películas?
J.M.C.: Yo creo que son tres: la muerte y el más allá, el amor —que en sus primeras manifestaciones era sexo casi compulsivo y mecánico— y Dios. En Woody Allen se traslucen constantemente una preocupación por si hay algo después de la muerte, la pregunta de si existe el amor perenne y duradero, la de si Dios existe y si tendría sentido un mundo sin Dios. Esta última idea la ha desarrollado mucho en la “trilogía de Londres” (Match Point, Scoop y Cassandra’s Dream). De hecho, recientemente presenté una conferencia en un congreso de teología: “Woody Allen y las preguntas sobre Dios”, lo cual sorprendió bastante.
P.: Y a todas esas preguntas que Allen se hace, ¿les ha encontrado respuestas?
J.M.C.: No, no da respuestas porque no las tiene. Un hombre que se ha casado cinco veces no creo que tenga una idea muy clara de lo que es el amor duradero, aunque con la quinta mujer dice que lo ha encontrado. Por otra parte, no entiende la justicia divina ni el misterio de Dios. Podríamos decir que Woody Allen se encuentra en la línea judaica de Job (tiene a sus espaldas ocho años de estudio en una escuela hebrea), aunque Job sí creía, mientras que él está en esa duda. Pero se nota que está buscando a Dios: es un intelectual, un hombre muy inteligente que busca la verdad. Woody Allen habla mucho también de la soledad —un problema muy tratado en el cine actual, muy claro por ejemplo en Martin Scorsese—: la gente está sola. Y, a veces, el salto hacia el sexo compulsivo, el poder desmesurado, el desorden moral o incluso el viaje como huida de uno mismo, es una búsqueda por llenar la vida. Me decía una vez un cineasta en la montaña de las famosas letras de “Hollywood”, mientras mirábamos hacia Los Ángeles: “Mira todas estas luces: está lleno de historias para películas, todo son guiones; pero la gente está sola, Caparrós, yo me encuentro solo: doce millones de habitantes, y yo me encuentro solo”. Este problema —y los de arriba— Woody Allen lo trata en sus películas. Él mismo quiere perdurar por su trabajo artístico: desde hace tiempo hace cada año una película.
P.: ¿Y qué crees que hace de Woody Allen un símbolo de nuestra época?
J.M.C.: Las películas de Woody Allen reflejan la crisis de la sociedad, es un testigo excepcional del vacío y las preguntas sin respuesta de esta época. Le quisimos dar el doctorado Honoris Causa en la Universidad de Barcelona como “testigo y retratista del mundo judío e intelectual de Manhattan”, aunque las autoridades políticas competentes revocaron nuestra decisión.
P.: Cambiando un poco de tercio, ¿por qué crees que el director neoyorquino es más apreciado en Europa que en su propio país?
J.M.C.: Los maestros de Woody Allen son todos europeos, más Akira Kurosawa. Él lo reconoce sin tapujos: le encantaría haber sido capaz de hacer las películas de Fellini, de Vittorio de Sica, Bergman, Godard... Y se nota. Pero no sólo eso. El director mete el dedo en la llaga acerca de la burguesía americana y se ríe de ellos (de sí mismo, en el fondo). Que eso lo haga Lars Von Trier, que jamás ha estado siquiera en los Estados Unidos, pues a los americanos les da igual; pero que lo haga “uno de los suyos” les duele más.
P.: Para terminar, Josep María, ¿qué películas recomendarías a alguien que quiere descubrir la obra de Woody Allen y, especialmente, estas tres constantes que antes has mencionado?
J.M.C.: Hombre, pues todas, ¿no? Pero destacaría Delitos y faltas, Hannah y sus hermanas, que están interpretadas por él, y son las llamadas “comedias teológicas”, dos obras clave, fundamentales; y luego también La rosa púrpura de El Cairo, otra obra maestra.
BARCELONA.- El otro libro es todavía más directo, Woody Allen, barcelonés accidental, y en él, el profesor José María Caparrós Lera propone un interesante y asequible estudio sobre el cine de Woody Allen sin Woody Allen (o sea, sin él como actor), además de un paseo por la relación del cineasta con Barcelona, antes, durante y después de Vicky Cristina Barcelona.
Coordinado por Hilario J. Rodríguez, El universo de Woody Allen arranca por la «A» de Acordes y desacuerdos y termina en la Z de Zelig, y entre una y otra película el recorrido es completísimo, ingenioso, revelador, ameno, y está aliñado, además, por todo ese borbotón de frases agudas que han convertido al director neoyorquino en un brillante reflejo de Groucho Marx, y que se usan en el presente libro como «separador» de capítulos o «letras»? El hecho de que sean frases conocidas no impide que nos deslumbren una vez más: «No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior»? «El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores»?
DICCIONARIO.- Juan Ignacio García Garzón, Víctor Arribas, Juan Carlos Laviana, Eduardo Torres-Dulce, Nuria Vidal, Carlos Reviriego, Ramón Freixas y Joan Bassa entre otros, aportan su punto de vista a este diccionario que rodea por completo la figura de Woody Allen y reúne su obra, sus actores, sus técnicos, sus obsesiones y sus manías de un modo natural y ordenado. El impacto de esta mirada es curioso, es un retrato transversal: Woody Allen atravesado por todas y cada una de sus circunstancias desde el fracaso a Hollywood, del matrimonio a August Strindberg, del destino a los criminales, cada término es un objeto de inspección por parte de los detectives del libro. Además, se pueden encontrar perlas como Lily la tigresa, una chaladura dentro de su filmografía, hecha en 1966 junto a (o a pesar de, como dice David Felipe Arranz) Senkichi Taniguchi.
En cuanto al libro de Caparrós Lera, Woody Allen, barcelonés accidental, aporta un breve pero minucioso repaso a las doce películas dirigidas por Woody Allen en las que no aparece como actor: Interiores, La rosa púrpura de El Cairo, Días de radio, Septiembre, Otra mujer, Alice, Balas sobre Broadway, Celebrity, Acordes y desacuerdos, Melinda, Melinda, Match Point y Cassandra’s Dream.
El libro incluye, además, el discurso que escribió Woody Allen en defensa del cine europeo y que leyó con motivo de la entrega del Premio Príncipe de Asturias y reproduce el coloquio que, también en Oviedo, mantuvo Woody Allen con José Luis Garci. Y por último, se incluye un apéndice con un comentario de Lluis Bonet de la película Vicky Cristina Barcelona cuando se proyectó en el Festival de Cannes y una curiosísima aportación de Caparrós Lera que le da una vuelta a la visión teológica de Woody Allen. Y este barcelonés accidental elabora al final una lista de las mejores películas de la Historia en la que no incluye ni una sola americana. Una curiosa lista para un curioso libro.