Recientemente, poco antes de renovar la mitad de su Junta directiva, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España celebró una clarificadora jornada de debate. Titulada “Situación actual del cine español. ¿Cómo nos afecta a día de hoy?”, intervinieron los productores Puy Oria y José Antonio Félez, los directores Emilio Martínez-Lázaro y Enrique Urbizu, el actor Eduardo Noriega y el secretario de la Academia, Yousaf Bokhari, que actuó como moderador.
“Aunque todos no tenemos el mismo nivel e incidencia, todos vivimos del cine, participamos y nos inquieta. Hay que cocinar parte de ese futuro que nos afecta”, dijo de entrada el secretario de la Academia Española; mientras Félez -el productor de El Bola- afirmaba que “cualquier actividad empresarial es difícil hoy en España. En el caso del cine es casi imposible por diversas razones, entre ellas que el plazo de tiempo para recuperar la inversión es muy largo. No se hacen películas porque no se pueden hacer: TVE, en lo que llevamos de año, ha estado inoperativa, y sabemos que va a sufrir un recorte en sus ingresos. Si éstos se reducen -continuó-, la inversión en el cine también lo hará y si se reducen las ayudas públicas, prácticamente no habrá posibilidades de recuperación”. Y recordó que en 2001 se vendieron 151 millones de entradas, mientras el año pasado no se llegó a los 97 millones. “Hemos perdido dos generaciones de espectadores, que ven cine en el ordenador de forma gratuita”, concluyó.
No fueron más optimistas los otros componentes de la mesa redonda (véase foto), quienes pidieron a los políticos que consideren el cine autóctono como un bien cultural. Por su parte, Eduardo Noriega se puso al lado de los espectadores, manifestando que “los cineastas también dan la espalda al cine. La gente que hace cine no va al cine; hay que hacer autocrítica”. Y el protagonista de Tesis añadió: “El público no tiene posibilidad de ver cine español en provincias. Necesitamos Internet”.
El debate se prolongó durante cuatro horas. Y se convino que habría que bajar el precio de las entradas. ¡Cómo los restaurantes con los menús! Porque -añado yo- muchas películas españolas resultan poco menos que indigestas.
(Publicado en DE PELÍCULA, http://www.diarioya.es, 24-VI-2012)