El Aula Magna de la Universidad de Barcelona (UB) fue el escenario de la tercera mesa redonda, titulada “Un viaje a los géneros: animación, documental, ficción”, el pasado 14 de noviembre, dentro del ciclo que se está celebrando con motivo de la exposición “L’experiència màgica del cinema” que puede verse en el vestíbulo del Edificio Histórico hasta el 17 de diciembre. La mesa estuvo integrada en esta ocasión por dos profesores, Magí Crusells, vicedirector del Centre d’Investigacions Film-Història de la UB, y Francesc Sánchez Barba, historiador de cine y director asociado de la revista Filmhistoria Online, el productor y director de documentales, Albert Solé, y el miembro de la junta directiva de Diboos (Federación Española de Asociaciones de Productoras de Animación) y de Animats (Associació Catalana de Productors d’Animació), Tony Albert. El catedrático de Historia Contemporánea y Cine de la UB, Josep M. Caparrós, fue el moderador.
Magí Crusells inició las ponencias que darían paso al debate, haciendo un travelling histórico por diferentes décadas del género del documental. Las primeras referencias fueron para la fotografía en movimiento, de la que afirmó que desde su aparición tuvo la necesidad de captar la realidad, y los primeros trabajos de los hermanos Lumière que fueron pioneros en hacer documentales. De la década de 1920 destacó los "newsreels" o noticiarios a los que posteriormente se les dio una narrativa que llevaría al género del documental. De los años 30 mencionó documentales que trataron temas sociales y políticos tales como el fascismo; en los años 40 la guerra mundial marca el contenido cinematográfico que se utiliza como elemento de propaganda, por un lado exaltando los valores de los países aliados, o por contra, criticando al enemigo a través de las imágenes. De la década de los 50 resaltó la implantación de la televisión en Estados Unidos y que el cine documental encontró un gran aliado en ella. Crusells dijo, profundizando en el caso de España, que ve el cine documental muy ligado a la situación política y social del momento. Bajo su punto de vista, el primer documental que supuso un antes y un después fue Las Hurdes. Tierra sin pan (1933) de Luis Buñuel, realizado durante la República. También aseguró que al igual que la segunda guerra mundial marcó el cine documental, en España lo hizo la guerra civil. España se convirtió en el centro de producción a nivel mundial los tres años de guerra. La llegada de la democracia supuso un boom de documentales en los que se querían explicar hechos que durante la dictadura no se habían podido tratar. Con respecto a la actualidad, afirmó que las nuevas tecnologías y plataformas han transformado el lenguaje narrativo, las fronteras de los géneros están más desdibujadas, y puso como ejemplo el docudrama. Recordó una definición de documental que hizo Llorenç Soler, reconocido documentalista: "un documental constituye una ficción elaborada a partir de elementos seleccionados y extraídos de la realidad".
Albert Solé fue la voz de la experiencia, como productor y director de documentales. Ha dirigido, entre otros, Bucarest. La memoria perdida, sobre la enfermedad del alzheimer que sufrió su padre Jordi Solé Tura, uno de los padres de la Constitución española de 1978, quien falleció en 2009. Por este trabajo obtuvo un Goya. Parafraseó a Patricio Guzmán, otro gran documentalista, quien afirmaba que "un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotos". Manifestó que las instituciones políticas han cedido a los creadores la responsabilidad de recuperar la memoria histórica. Con la llegada de la democracia todos los cineastas más o menos consolidados han tenido la necesidad de hablar de su infancia, de la guerra civil o de la época franquista bajo su punto de vista. Hacer esto ha fomentado recuperar la memoria y ha permitido hacer una buena industria de cine documental. Quiso dejar claro que la relación entre poder político y cine es constante. Las nuevas tecnologías han facilitado la democratización en la capacidad de fabricar películas. Para Solé la ficción es planificación y el documental improvisación. También afirmó que la gente que viene de la ficción y se apunta al documental aporta nuevos lenguajes lo que para él es muy estimulante. Anunció que vamos hacia la convergencia de géneros. La ficción se funde con el documental y la animación se funde también con el lenguaje documental. El documental es un lenguaje extremadamente ágil y rico, con muchas posibilidades. A pesar de cierto pesimismo, porque se están ahogando las vías de financiación, Albert Solé mostró su optimismo ante el futuro de este género que considera que está más vivo que nunca. No hay ningún gran director de cine que en algún momento no se haya acercado al documental. Considera que en Cataluña son unos privilegiados porque tienen una televisión autonómica que cree en ellos, no pasa lo mismo en otros lugares de España. No hay prácticamente líneas de fomento ni de soporte al documental y solo hay algunas ayudas públicas, que cada vez son más reducidas. Se quejó de la obsesión que hay por las audiencias en las televisiones españolas. “Estamos en un círculo vicioso, si no tienes audiencia no te dan el dinero, pero si no tienes presupuesto y no puedes hacer el trabajo en las condiciones adecuadas no tienes audiencia, es un círculo”. Su conclusión para fomentar el documental es hacer pedagogía y que todas las partes se involucren: universidades, profesores, estudiantes e insistió en la responsabilidad que debían asumir todos los que están en la industria.
Francesc Sánchez Barba inició su intervención afirmando que este mundo es cambiante y que es bueno hacer una reflexión. Según él, aunque los especialistas han hablado mucho sobre los géneros cinematográficos y la fusión entre éstos, no han llegado a una conclusión. En algunos manuales que se han hecho clasificaciones, se ha llegado a hablar de 775 categorías en los géneros. Opinó que todo este material es en definitiva un material de la experiencia, de la percepción, aunque a veces es engañosa. Lo comparó como algo similar a la novela. Hizo hincapié en que el cine de ficción, los géneros, a lo primero que apelan es a la experiencia personal, explican historias. Considera que las personas son unas grandes devoradoras de historias de ficción. En los años 60 se dejan de seguir los cánones, y se busca un discurso muy fragmentado, muy articulado. Hizo observaciones interesantes como que en 1915 no se hablaba de películas del oeste, de western, sino que se hablaba de películas de trenes, que era la gran novedad del siglo, o que las películas más pacifistas de la historia del cine son las bélicas. Manifestó, recordando las palabras de algunos estudiosos, que “los géneros son caminos por los que transitan los espectadores” o que algunas películas postmodernas viven de la nostalgia de antiguas de géneros, como el cine negro o el melodrama. También explicó que en los últimos 20 ó 30 años no sólo los críticos han hecho aportaciones sobre lo que es el cine y los géneros, sino que dentro de la misma profesión, hay un discurso de investigación, de reflexión a partir de las propias imágenes.
Tony Albert nos acercó al género de la animación bajo su experto punto de vista profesional y empresarial. Destacó el boom actual de la animación española con películas como Planet 51, Las aventuras de Tadeo Jones", El Cid, Arrugas, Chico y Rita, o El bosque animado, etc. Facilitó datos de interés derivados de la gran producción en este sector en los últimos años. España cuenta con unas 200 productoras de animación que facturan unos 150 millones de euros al año. Afirmó que el futuro de la animación en España es muy potente. Al igual qua Albert Solé, hizo un llamamiento a la educación, pidiendo a las instituciones ayuda para la formación de nuevos animadores, que no se encuentran en España. Remarcó que la animación está cada vez más presente en el cine actual y en las nuevas plataformas por lo tanto hay que prestarle más atención.
(Publicado en http://coleccionjmqueralto.blogspot.com, 11-XI-2013)
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