De nuevo el gran cómico
estadounidense nos ha sorprendido con un film genial. Se trata de Magic in the Moonlight (2014), una
comedia romántica que plantea más allá de lo habitual dos de las grandes
constantes de su obra cinematográfica: la existencia de Dios y el amor
verdadero. Sin llegar a ser una obra maestra, Magia a la luz de la luna es una película de gran categoría
artística, que vale la pena deleitar.
En efecto, Woody Allen vuelve a escenificar una simpática
comedia de enredo, perfectamente ambientada en la Costa Azul de la Francia de
los años 20 del siglo pasado, donde la magia y el espiritismo se hacen presentes
en la vida cotidiana de los protagonistas: un falso hechicero chino, que
encarna magistralmente el “oscarizado” actor británico Colin Firth (El discurso del rey); y una joven y también
falsa médium, que incorpora con gracia la encantadora Emma Stone. Pero los
actores secundarios resultan asimismo geniales, sobre todo el mago que
interpreta Simon McBurney, que casi viene ser el álter ego de Allen.
Sobre
los videntes que causaron furor en los “felices” años veinte, el propio Woody
Allen manifestaría: “En la época eran toda una sensación, y muchos famosos,
como Arthur Conan Doyle [creador de Sherlock Holmes] se lo tomaban muy en
serio. Había sucesos de todo tipo, como por ejemplo fotografías de espíritus de
las que todo el mundo hablaba, y las sesiones de espiritismo eran muy
habituales”.
Sin
embargo, el cineasta norteamericano no se queda en la mera anécdota; pues tras
el cinismo y escepticismo que parece apuntar, se halla una reflexión crítica y
evoca un período histórico con gran acierto. Además, profundiza en esos grandes
temas que parecen preocuparle sobremanera: Dios y el Más allá -incluso el
descreído y altivo protagonista empieza a rezar ante el peligro de muerte de su
querida tía, secundado por el referido álter ego- y concluye con un entrañable canto
al amor auténtico.
A sus 79 años recién cumplidos,
¿estará Woody Allen buscando a Dios? Juega con la magia y el racionalismo,
invoca a Nietzsche y al ilusionismo de Federico Fellini, junto al amor
romántico de los filmes de Leo McCarey. Pero, burla burlando, se hace preguntas
trascendentes que transmite al espectador con su original sentido del humor. No
se pierdan esta espléndida película.
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