La ópera prima de Edoardo Maria Falcone, Se Dio vuole (2015), ha batido récords en Italia, y ahora también lo está haciendo en la taquilla española
Con tantas películas violentas, llenas de efectos especiales, que invaden nuestras pantallas estivales, el estreno de Si Dios quiere significa un golpe de aire fresco para el gran público, ese espectador que aún se acerca al cine a pasar un buen rato.
Estamos, por tanto, ante un film sencillo, con un guión original del propio Falcone, que mantiene el interés durante todo el relato, con más de una sorpresa y un giro final que dejaremos en el tintero, en la "nube" del ordenador. Bien realizada -pese algún toque frívolo- y mejor interpretada, destaca el trío protagonista -Marco Giallini, Laura Morante y Alessandro Gassman, el hijo del gran Vittorio- y su dinámico rodaje en escenarios naturales romanos.
Narra la historia de un famoso cirujano, Tommaso, que ha triunfado como cardiólogo, pero que está lleno de sí mismo y no cree en Dios; la ciencia le es suficiente. Casado con una bella mujer, que en tiempos fue revolucionaria y a la que apenas hace caso, es padre una de hija a la que no valora y ha "machacado" junto a su también joven marido, y de un hijo estudiante de Medicina pero que un día le hace una revelación que le saca de quicio y pone en crisis sus asentadas convicciones,
Veamos, con todo, cómo valora mi colega Juan Orellana, profesor de Narrativa Cinematográfica en la Universidad San Pablo-CEU, esta atractiva cinta:
"Desgraciadamente, no es infrecuente que las películas que quieren hablar de la trascendencia o quieren transmitir ideas cristianas acaben siendo catequesis enfáticas dirigidas a un público ya convencido. Si Dios quiere, por el contrario, huye de ese planteamiento y se dirige objetivamente al gran público, creyente o no, en formato de una divertida comedia italiana, muy abierta, fresca, que toca muchos palos y cuenta con personajes para todos los gustos que facilitan la empatía. Este tono popular no le impide al film hablar de cuestiones profundas, como la libérrima voluntad de Dios, el descubrimiento de la vocación o el prejuicio antirreligioso" (Cfr. Aceprensa, 8-VI-2016).
Ciertamente, el espectador se lo pasará bien y, al mismo tiempo, le hará reflexionar críticamente sobre las diversas actitudes ante la vida corriente. Sin grandes discursos intelectuales, casi burla burlando, Edoardo Maria Falcone ha realizado una película que vale la pena visionar. Apuntemos, pues, el nombre de este nuevo director.