En pleno verano se estrenó una película biográfica sobre unos de los grandes ajedrecistas del mundo, Bobby Fischer (1943-2008). Un film que habla más de la Guerra Fría que del propio campeón mundial de ajedrez
Ciertamente, El caso Fischer (2014) es un relato biográfico
producido e interpretado por el popular Tobey Maguire (Spider-Man), y escrito por Steven Knight, alejándose del precedente
documental de Liz Garbus, Bobby Fisher
contra el mundo (2011), del film argumental de Damian Chapa, Bob Fischer Live (2009), y del más célebre
largometraje realizado en 1993 Steven Zaillian, En busca de Bobby Fischer (Cfr. el importante libro de Guillermo
Batlle, El ajedrez en la pantalla. 25
films y partidas. Barcelona: Publicacions i Edicions de la Universitat de
Barcelona, 2009, pp. 87-89).
Dirigido y asimismo coproducido por Edward Zwick, el autor de películas tan reconocidas como Tiempos de gloria, El último samurái y Diamante de sangre, va más allá de la historia del genio para -a veces a través de imágenes de no ficción- ofrecernos el ambiente de la Guerra Fría, la denodada lucha de las dos grandes potencias durante la segunda posguerra mundial.
Así, la
historia de la preparación y del legendario enfrentamiento por el campeonato
del mundo entre Bobby Fischer, campeón de ajedrez norteamericano, y el campeón
ruso Boris Spassky -duelo que tuvo lugar en 1972-, fue mucho más que un conjunto
de partidas para conquistar un campeonato; prueba de ello es que captó la
atención televisada de todo el mundo.
El significativo título original del film, Pawn Sacrifice (Sacrificio de peón), ya lo dice todo: el Gobierno estadounidense “sacrificó” a este gran jugador para ganar “la partida” a la Unión Soviética. Un campeón que quedó afectado psicológicamente, con síntomas de paranoia persecutoria, viviendo como un vagabundo y murió exiliado en Islandia, país donde había conquistado su mayor triunfo.
Con
todo, veamos la valoración que hace el reconocido crítico de La Vanguardia, Lluís Bonet Mojica: “A
pesar de los antecedentes, era necesaria una nueva aproximación que aportase
datos y profundizara en el turbulento universo de Fischer. Un trabajo nada
fácil, empezando por su infancia, porque su madre, Regina Wender, era judía y
militante comunista constantemente investigada por los servicios secretos.
Bobby nunca conoció a su verdadero padre y el que ejercía como falso progenitor
falleció cuando él tenía nueve años, fomentando odio y rebeldía contra todo y
contra todos. La manipulación política y el trasfondo histórico en tiempos
cambiantes son elementos que se acumulan sin ser siempre analizados. Porque el
gancho comercial de la película no podía ser otro que el legendario duelo ajedrecista
entre Fischer y el hasta entonces imbatible jugador soviético Boris Spassky, en
tiempos de guerra fría” (Lluís Bonet Mojica, “La excesiva locura del genio”, La Vanguardia, 12-VIII-2016, p. 30).
Bobby Fischer había manifestado: “El ajedrez es una guerra sobre un tablero y el objetivo es aplastar la mente del adversario”. De ahí el interés de los gobiernos USA y URSS en “utilizar” a sus jugadores, aunque los “peones” quedaran “sacrificados”.
Bobby Fischer había manifestado: “El ajedrez es una guerra sobre un tablero y el objetivo es aplastar la mente del adversario”. De ahí el interés de los gobiernos USA y URSS en “utilizar” a sus jugadores, aunque los “peones” quedaran “sacrificados”.
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