Estos días se han estrenado
diversos filmes españoles, con el propósito de entrar también a concurso en los
Premios “Goya” de nuestra Academia de Cine, y han creado cierta polémica, sobre
todo en las redes sociales. Me explicaré brevemente, haciendo una sucinta
valoración crítica.
La nueva película de Fernando
Trueba, La reina de España, se ha
visto afectada por las declaraciones realizadas cuando hace un año recogió el
Premio Nacional de Cinematografía y dijo que “no se sentía español”. Eso le ha
creado un posible boicot al estreno de un film que ha costado once millones de
euros -recibido subvenciones- y sólo obtuvo unos 400.000 en el primer fin de
semana de estreno, con más de 300 copias en cartel. Trueba rectificó, diciendo
que se refería al nacionalismo, pero no a la nacionalidad española. No
obstante, hay que valorar la película por su calidad, no por lo que comentara
el director, que asimismo es coproductor y guionista.
La reina de España resulta un homenaje crítico al mundo del cine
español de posguerra, muy bien ambientado y espléndidamente interpretado por
algunas de nuestras mejores estrellas. Y está perfectamente contextualizado en
los años cincuenta, cuando España estaba en plena autarquía y salía del aislamiento
internacional, con la llegada de los americanos a rodar en nuestro país
-aunque, en realidad, el auge fue en los años sesenta con el “imperio
Bronston”- y se construía el Valle de los Caídos con los “perdedores” de la
Guerra Civil española.
Sin embargo, lo que le falla a la
película -que no es la segunda parte de La
niña de tus ojos (1998), ambientada en los rodajes de la Alemania nazi y
con el mismo elenco de actores- es el tono. A veces parece una astracanada,
otras un thriller político, o un melodrama
nostálgico por un mundo que ya desapareció. Con algunas secuencias conseguidas
y otras plenas de tópicos, con todo, posee un final antológico: la llegada de
Franco (Carlos Areces) al plató y su entrevista con la primera actriz, Penélope
Cruz -que casi una simbiosis de Sarita Montiel, Aurora Bautista e Imperio
Argentina-, que está interpretando a Isabel la Católica, precisamente la
superproducción que le quedó frustrada a Samuel Bronston.
Aunque su película haya
“pinchado” de momento en la taquilla, se nota que Fernando Trueba es un
cinéfilo, que ama a los cómicos y denuncia la dictadura franquista. Quizá aquí
también esté alguna de las razones de la campaña que ha sufrido La reina de España. Ahora bien, sus
colegas -él empezó como crítico de cine en El
País- tampoco le han sido demasiado favorables.
Más ambiciosa y menos importante
es el remake del film de Antonio
Román, Los últimos de Filipinas
(1945), una cinta memorable del género histórico propagandístico de la España
de Franco, evocando la gesta de la guarnición de Baler, en los estertores del
imperio colonial español. La ópera prima de Salvador Calvo es una película
bélica, que aprovecha los espléndidos escenarios naturales de Guinea Ecuatorial
y Canarias para ofrecer un film-espectáculo un tanto desmitificador del
patriotismo de aquel clásico del cine franquista. Como se sabe, a finales del siglo XIX, en la colonia española de
Filipinas, un destacamento español fue sitiado en el pueblo de Baler, en la
isla filipina de Luzón, por filipinos revolucionarios, durante 337 días. En
diciembre de 1898, con la firma del Tratado de París entre España y Estados
Unidos, se ponía fin formalmente a la guerra entre ambos países y España cedía
la soberanía sobre Filipinas a Estados Unidos. Pero el jefe del destacamento de
57 soldados no se creyó al principio la versión de los periódicos y del
enemigo.
1898. Los últimos de Filipinas toma como leitmotiv la entonces célebre canción “Yo te diré”, pero le da otro
aire, incluso sensualmente provocador (concesiones que también incurre Trueba,
pero cuidando la elipsis). Incluso ofrece un canto al individualismo, de
acuerdo asimismo con los tiempos que corren, y de cierta crítica al nacionalismo
español. Tampoco queda demasiado bien parado el clérigo protagonista (Karra
Elejalde), destacando la interpretación de Luis Tosar como el teniente Martín
Cerezo -después condecorado como el “héroe” de Baler-, de Javier Gutiérrez,
Carlos Hipólito y el joven Álvaro Cervantes. Los figurantes cumplen su
cometido, aunque se hace hincapié en la violencia extrema -pese al fondo
antibélico que posee- y en algunas irreverencias. En cambio, no quedan mal parados
los insurrectos filipinos, quienes rinden honores a los 33 soldados supervivientes.
Calificada como clásico, la nueva
versión de Los últimos de Filipinas acaso
no pasará a la historia del cine español, pero podrá recibir algunos “Goyas”, por efectos especiales, la banda sonora de Roque Baños, la fotografía de Álex
Catalán y algún intérprete. Aún es
pronto para saber los resultados de la taquilla. Y la crítica le ha sido más
favorable que a la película de Trueba.