29 FESTIVAL INTERNACIONAL DEL NUEVO CINE LATINOAMERICANO
Participar como Jurado SIGNIS en un Festival te da una perspectiva distinta. Primeramente, tienes que visionar todas las películas a concurso antes que el público, y desconoces las reacciones o aceptación de los espectadores. Y en segundo lugar, porque ejerces una función valorativa que se confrontará con los otros miembros del Jurado para sacar un veredicto final.
La 29 edición del reconocido Festival de La Habana ha servido, ante todo, para tener una visión panorámica del último cine que se produce en Latinoamérica y tomar el pulso de las producciones de esos países; pues se han proyectado 265 filmes en las diversas secciones que componen el certamen: largometrajes y cortos, óperas primas y guiones inéditos, documentales y animación (todos a concurso); y distintas muestras paralelas: cinema experimental, ciclos Éric Rohmer y Joaquim Pedro de Andrade, homenaje a José Luis Borau, últimas películas canadienses, alemanas, británicas, suizas... y un apartado dedicado al cine español, con títulos tan recientes como Mataharis, 7 mesas de billar francés, Barcelona (un mapa) o En la ciudad de Sylvia, este último del catalán José Luis Guerín, también presente en el Festival de Cine de La Habana, junto los actores Javier Bardem y Gael García Bernal o la asimismo famosa Hanna Schygulla.
Centrándonos en las películas de ficción a concurso (20 títulos que nos tocó visionar), destacaré los largometrajes más premiados. La mexicana Luz silenciosa, de Carlos Reygadas, es un drama pasional de una familia Amish, que bebe en las fuentes estéticas y existenciales de Ingmar Bergman y, más especialmente, de Carl Dreyer (con un desenlace inspirado en Ordet), y cuya belleza plástica cautivó a los espectadores y aficionados. Así obtuvo cuatro premios “Corales”: mejor película, director, fotografía y sonido.
Le seguiría en galardones la uruguaya Matar a todos, de Esteban Schroeder –que es la que votó por unanimidad el Jurado que me tocó presidir–, un filme denunciatorio de las dictaduras en el Cono Sur y sobre la tristemente célebre “Operación Cóndor”, que cuenta con una excelente interpretación de Roxana Blanco como la juez protagonista, y muy lejos del maniqueísmo habitual en este tipo de películas. Ganó los premios al guión original y mejor actriz, así como el SIGNIS que tuve el gusto de entregar en el teatro Carlos Marx a sus productores, por “luchar por el ideal de justicia y defender la verdad”. En este sentido, no podemos decir lo mismo de la análoga cinta chilena Fiestapatria, de Luis R. Vera, también presente en el certamen de La Habana, que tuvo una Mención del Jurado Internacional.
A continuación, destacaría el Premio de la Crítica (FIPRESCI), que valoró la película argentina de Ana Katz, La novia errante, producida e interpretada por esta joven profesional. Es una notable tragicomedia, llena de destellos creativos. Otras interesantes propuestas argentinas fueron: Las vidas posibles, de Sandra Gugliotta; Encarnación, de Anahí Berneri, sobre la soledad de una actriz madura; y El otro, de Ariel Potter, cuyo intérprete Julio Chávez se llevó el “Coral” al mejor actor y obtuvo el tercer premio “C oral”.
Cuba –el país anfitrión– asimismo se llevó algunos galardones: Madrigal, una escénica y barroca puesta en imágenes de Fernando Pérez (Habana Suite), a la mejor dirección artística y Premio Especial del Jurado; y otro drama pasional titulado La noche de los inocentes, de Arturo Sotto, ambiciosa película a caballo del “thriller” y la crítica social, que refleja cierta idiosincrasia cubana. Menos acertado estuvo el clásico Daniel Díaz Torres, Camino al Edén, primera parte de una trilogía televisiva sobre la Guerra de la Independencia.
Brasil fue el país sudamericano que presentó más películas a concurso. Y se llevó el segundo “Coral” y la mejor música original por El año en que mis padres salieron de vacaciones, de Cao Hamburger, también sobre la Dictadura militar del pasado siglo, ambientada en el Mundial de Fútbol de 1970, y vista por un niño refugiado en el seno de una pequeña comunidad judía de Sao Paulo. Demasiado explícitas fueron las sendas denuncias a la prostitución brasileña, El bajío de las bestias de Cláudio Assís y Desierto feliz de Paulo Caldas, y más atractivas serían La Vía Láctea, de Lina Chamie, acerca de la rotura de una pareja y el examen de conciencia final, o esa comedia desmadrada y surrealista que se titula Olor a caño, de Héctor Dhalia.
Más discreto estuvieron Bolivia, con su fábula política ¿Quién mató a la llamita blanca?, de Rodrigo Bellot, y Venezuela, con Mi vida por Sharon de Carlos Azpurúa y Postales de Leningrado de Mariana Rondón, esta última sobre el terrorismo y la cual se llevaría un premio; al igual que el clásico Paul Leduc, Cobrador: In God we Trust (México), dura parábola sobre el 11-S que obtuvo el de mejor montaje; y la ópera prima de Christopher Zalla, Padre Nuestro (USA), denuncia de la emigración mexicana en Nueva York, con el deseo de paternidad de dos jóvenes abandonados.
Si unas constantes cabe destacar en este 29 Festival Internacional del Nuevo Latinoamericano es la notable presencia de mujeres directoras, la violencia atroz y el exhibicionismo erótico en los relatos, presididos por dos hondas preocupaciones sociales y morales de fondo: las heridas todavía sin restañar de las dictaduras sudamericanas y la grave problemática de la prostitución, especialmente en Brasil. Estamos, pues, ante un panorama un tanto desolador; pero certámenes como el de La Habana sirven al menos para concienciar a público y especialistas de estas temáticas y del cine que se realiza actualmente en tales países.
El certamen se abrió con un concierto de Fito Páez y la proyección del filme Redacted, de Brian de Palma –un tremendo alegato contra la Guerra de Iraq y la política estadounidense, presidido por un discurso de Alfredo Guevara–, y se clausuró con el bello documental ecologista Tierra. La película de nuestro planeta, de Alastair Fothergill y Mark Linfield, sobre el discutido cambio climático.
El Festival, dirigido por Iván Giroud, se volcó en atenciones con los invitados. Por tanto, hasta el próximo año.