La nueva película de este genio de la pantalla, rodada en España, es una obra menor, de encargo, que no está a la altura de su mejor filmografía
Visioné esta comedia en una sesión especial para la prensa, invitado por una emisora de radio que iba a entrevistarme como autor del nuevo libro sobre este cineasta –Woody Allen, barcelonés accidental. Solo detrás de la cámara (Madrid: Ediciones Encuentro, 2008, 174 pp.–, que supongo se beneficiará del ‘boom’ mediático del film que nos ocupa.
La verdad es que Vicky Cristina Barcelona me decepcionó bastante. Pero el alcalde de la Ciudad Condal –Jordi Hereu– y el coproductor español –Jaume Roures– están felices, porque promocionará a la capital catalana y rendirá en taquilla. El público (recuérdese que en Europa ‘funcionan’ mejor las películas de Woody Allen que en Estados Unidos) se lanzará a ver la cinta, aunque después diga que no le ha gustado. La nueva película de este genio de la pantalla, rodada en España, es una obra menor, de encargo, que no está a la altura de su mejor filmografía.
Francamente, el maestro Allen sabe hacer cine de veras. Sería innegable pese a esta cinta. Incluso aquí sabe sacar partido del cuadro de intérpretes extranjeros –Rebecca Hall, sobre todo– y españoles; pero incide demasiado en los escenarios naturales, en la arquitectura de Gaudí y en los mitos de la España eterna. El crítico y colega universitario Àngel Quintana es quien mejor lo ha resumido: “El primer problema que genera el film surge cuando comprobamos que Allen lo mezcla todo sin ningún tipo de matiz cultural. El cineasta pasa tranquilamente del modernismo catalán a los dramas lorquianos, coloca las nadalas en tierra asturiana y la guitarra de Paco de Lucía en los bares más chic de Barcelona. La mezcla desemboca en la revisitación de los tópicos eternos que han configurado un determinado imaginario español en Hollywood. Así, el macho polígamo interpretado por Javier Bardem no cesa de proyectarse como una extensión del mito de Don Juan, mientras que la mujer vengativa y de sangre caliente (Penélope Cruz, la mejor de la función) no es más que la réplica eterna de Carmen.” (Cahiers de Cinéma-España, núm. 15, septiembre 2008).
En efecto, Vicky Cristina Barcelona es la visión que tienen de España los norteamericanos; de ahí el narrador que va contando las andanzas, aventuras y desventuras sentimentales de estas mujeres que buscan denodadamente el amor donde no se encuentra. Otra vez las constantes del mero sexo (aquí bastante explicitado, aunque Allen cuida en parte la elipsis) y el amor duradero, que ninguno de los protagonistas consigue alcanzar, se hacen presentes en esta película. Y al final, no sólo las jóvenes estadounidenses se vuelven defraudadas a su país, sino que los españoles se quedan peor que están.
No es, por tanto, una comedia superficial, la ‘españolada’ ni Barcelona o Asturias de tarjeta postal que se le ha acusado. Lo que ocurre es que Woody Allen no acaba de profundizar en su discurso, pues no logra ni intenta análisis social alguno. Un crítico galo, Georges Collar, ya lo comentaba con motivo de su presentación en el pasado Festival de Cannes: “La publicidad de la película especuló durante el rodaje con la idea de ménage à trois y lesbianismo. Pero todo parece finalmente un juego que prácticamente nunca se traduce en imágenes y que termina con un retorno al orden. Woody Allen decía en Cannes que los personajes tenían una vena trágica, que ha querido atenuar a favor de la comedia. Vicky entrará en un orden poco atractivo, Cristina seguirá su itinerario de insatisfacción y Juan Antonio y María Elena vivirán las dificultades de la copla “ni contigo ni sin ti mis penas tienen remedio”. Esta conclusión sería en el fondo la más positiva de cara a una valoración adecuada de la existencia. Sin embargo, es demasiado pedir a una obra en la que parece que Woody Allen se limita a crear situaciones audaces siempre interrumpidas por una catástrofe a cargo de María Elena, resorte eficaz de la comicidad del conjunto.” (Nuestro Tiempo, núm. 649-650, julio-agosto 2008).
Con todo, recomendamos al maestro Allen que siga realizando películas en su Nueva York querida, donde mejor ha reflejado la idiosincrasia de los intelectuales judíos de Manhattan, pues con sus 37 filmes anteriores ha contribuido al estudio de las mentalidades estadounidenses contemporáneas como pocos cineastas. Además, su posterior incursión en Gran Bretaña –con la alabada trilogía londinense– también resultó incompleta aunque mucho más profunda; en esas películas hablaba de las otras grandes constantes que presiden su preciada obra cinematográfica: la Muerte y el Más allá, de la existencia Dios –en el fondo, pienso que Woody Allen es un ‘buscador’ de Dios, de la verdad– y, asimismo, de la soledad. Tema de la soledad en el que insiste el especialista Sam B. Girgus: “Allen se ha sumergido en las aguas de un relativismo ético posmoderno y un realismo sensual que difiere considerablemente de la sensibilidad moral de sus primeros filmes.” (El cine de Woody Allen, Madrid: Akal, 2005, p. 34); tal y como cabe constatar en Vicky Cristina Barcelona.
En resumen, aquí trata de dos jóvenes turistas norteamericanas, así como de catalanes y asturianos en clave de comedia agridulce; pero poco más. Ahora bien, con los ‘fantasmas’ de Don Juan y Carmen en el escenario.
En resumen, aquí trata de dos jóvenes turistas norteamericanas, así como de catalanes y asturianos en clave de comedia agridulce; pero poco más. Ahora bien, con los ‘fantasmas’ de Don Juan y Carmen en el escenario.
6 comentarios:
Estimado Dr.:
¿Es cierto que -todavía- esta película sólo se estrenará en catalán o en inglés en Barcelona, marginando por completo a los hispano hablantes?
Gracias.
Querido colega:
No, al final ha sido estrenada en tres versiones: inglés, catalán y castellano; a escoger.
El viernes día 3 salió mi libro sobre Woody Allen de la imprenta; pronto lo tendrás dedicado, ya que tú estás bastante implicado en su existencia...
Agradecido, te abraza tu amigo
José María Caparrós
Gracia a tí, caballero. Sólo a tí.
Un abrazo,
El amigo Woody Allen, gran director y actor, cae en la falacia del cine de encargo, el cine con el talon en blanco, como Garci en su ultima película.
Jordi
Saludos!
Tienes razón, colega.
Un saludo de
Josep Maria Caparrós
Querido colega:
¡Enhorabuena por tu último libro! Me he permitido hacerte una crítica en mi blog: http://averiguelovargas.blogspot.com/2008/11/woody-allen-barcelons-accidental-solo.html
Espero sea de tu agrado.
Un abrazo,
Publicar un comentario