Tras la magistral Midnight in Paris (2010) -véase reseña más abajo-, el cómico más célebre del cine contemporáneo nos ha vuelto a sorprender con una nueva visión de Europa. Si acertó en gran parte con su trilogía londinense comentada también en este blog, falló en su versión española (Vicky Cristina Barcelona) y demostró su agudeza artístico-intelectual en la mencionada Midnight in Paris, no ha logrado convencernos con su visión romana, que ahora ha saltado a las pantallas comerciales.
To Rome with Love es otra película “turística”, que vende la Ciudad Eterna al público mundial. Con la ayuda del Ayuntamiento de Roma -como ocurrió en 2008 con Barcelona-, Woody Allen ha realizado un film de enredo sentimental, dentro de la línea que le caracteriza como autor.
Como escribe el crítico del Diario YA, Víctor Alvarado, “A Roma con amor (2012) es una comedia coral, que pretende reflexionar sobre la fragilidad de las relaciones de pareja y la dificultad para encontrar la pareja ideal en este mundo. Quizá la historia de mayor sustancia, aunque no demasiada, puede ser la formada por buenos intérpretes como Jesse Eisenberg, Ellen Page y Alec Baldwin, haciendo fabulosamente de abogado del diablo. Como dato curioso, Penélope Cruz hace de prostituta de buen corazón algo muy habitual en la filmografía del realizador”. Allen ya lo había “ensayado” con La rosa púrpura de El Cairo (1985).
Y continúa este colega madrileño: “Woody Allen dirige esta entretenida y divertida comedia, un detalle no siempre habitual en su trayectoria. No obstante, nos parece bastante reiterativa en las cuestiones de fondo, que se repiten una y otra vez hasta llegar a irritar. El tema de la infidelidad está tratado muy frívolamente como si la lealtad ente los miembros de una pareja no fuera posible y no tuviera importancia. Tenemos la impresión de que el realizador intentase venderlo como lo más normal del mundo, lo que concuerda con su forma de entender la vida. (…) Las historias que allí se cuentan se desarrollan de manera independiente, aunque todas transmiten el mismo mensaje y, por la banda sonora, parece que estamos ante un largometraje italiano costumbrista cada vez que aparecen las familias italianas. No nos ha gustado la visión tópica del italiano medio, pues el cineasta retrata a los romanos como los que aparecían en los años 60, negando la parte glamurosa que siempre ha caracterizado a los ciudadanos de Italia”.
Estoy de acuerdo con este crítico; pues este discutido y admirado y autor (vid. mi libro Woody Allen, barcelonés accidental. Solo detrás de la cámara. Madrid: Encuentro, 2008) habitualmente está mejor ante el tomavistas que como protagonista. Y aquí ha incurrido en tópicos y obscenidades -más verbales que visuales-, con cierto fondo crítico pero con actitudes claramente inmorales, que le restan enteros como creador.
En Roma con amor, Allen abandona un tanto las constantes que últimamente más le han distinguido -Dios, Muerte-Más allá, y Amor permanente en lugar de Sexo banal-, para centrarse en un homenaje a la Ciudad Eterna, ofreciendo algunos de los más típicos parajes y escenarios de la gran capital europea (Piazzas d’Espagna, del Popolo, Venezia, Mattei, obelisco de Augusto, Fontana di Trevi, monumento a Victor Emmanuelle II, Villa Borghese o Il Trastevere), que el espectador reconocerá y, si aún no ha ido, se animará a visitar. De ahí que un exigente crítico catalán, Sergi Sánchez -pese a las reminiscencias del cine de Fellini, De Sica y Antonioni-, la definiera así en el diario Ara: “Un perezoso homenaje a la comedia de episodios italiana, cuyas ideas tienen la consistencia de un chiste que ni tan solo hace gracia”.
No obstante, los artistas se “pelean” por aparecer en sus películas -aunque sea haciendo un pequeño papel (recuérdese la ex Primera Dama de Francia, Claudia Bruni) y Woody Allen por ser subvencionado para rodar a sus actuales 78 años en diversas ciudades cosmopolitas: la próxima, Río de Janeiro, y después posiblemente en Jerusalén.
Esperemos que su genialidad artística no se eclipse por el consumismo turístico que, últimamente, parece embargarle.