Estos días se ha celebrado en
Barcelona el Festival de Cine y Derechos Humanos. Un certamen que alcanzado su
décima edición -con sedes también en París, Nueva York y el mes pasado en San
Sebastián-, el cual pretende ofrecer películas para reflexionar y concienciar,
además de denunciar, en base a la diversidad social y cultural de la humanidad.
Para esa defensa de los
derechos humanos se han seleccionado un total de 110 filmes, entre las más de
5.000 cintas recibidas, a fin de proyectarlas en diversas secciones: Ficción,
Animación y Documental, tanto largometrajes como cortos. La película de
Sebastian Aràbia, La tinta negra, inauguró el certamen, con la presencia del discutido
juez Garzón.
Asimismo, se han exhibido
numerosos filmes “comprometidos” con la Declaración Universal de Derechos
Humanos, en la sección “La Mirada Descubierta”: From Teheran to London, de Mania Akbari; Los dioses de verdad tienen huesos, de David Alfaro y Belén Santos;
Mariposas de hierro, de Berta
Gaztelumendi; Wild and Precious, de
Bill Mousoulis; La maleta de Marta,
de Günter Schwaiger; y Silent Youth,
de Diemo Kemmesies, entre otros.
El programa se completa con
actividades paralelas, tales como proyecciones de películas en los centros
penitenciarios de Quatre Camins y Can Brians, o en el Centro de Atención y
Seguimiento de Drogodependencias CAS Baluart; además de conferencias y mesas
redondas sobre el tema. De ahí que la UNESCO, a través de la Coalición
Internacional de Ciudades contra el Racismo (ICCAR) haya reconocido en dos
ocasiones a este Festival barcelonés, poniéndolo como ejemplo de lucha contra
la discriminación.
(Publicado en DE PELÍCULA, http://www.diarioya.es, 31-V-2013)