Como si de una saga se tratara, el Aula Magna de la Universidad de Barcelona (UB) acogió una cuarta mesa redonda relacionada con el séptimo arte, con motivo de la exposición "L'experiència màgica del cinema" que puede verse en el vestíbulo del Edificio Histórico de la UB. En esta ocasión, tuvo lugar el 14 de noviembre bajo el título “Les institucions i la indústria cinematogràfica” (“Las instituciones y la industria cinematográfica”). Los ponentes fueron Montse Majench, directora de la Acadèmia del cinema Català; Antonio Mourelos, presidente de la Academia Galega do Audiovisual; Ana Arrieta, abogada y asesora jurídica de la ECAM (Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de Madrid), y Juanjo Caballero, profesor de la ESCAC (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya). Josep Maria Caparrós, catedrático de Historia Contemporánea y Cine de la UB y comisario de la exposición, actuó de moderador.
Montse Majench fue la primera en iniciar las intervenciones. Hizo una breve presentación de la academia de la que recordó su juventud al crearse hace sólo seis años. Afirmó que cuando se fundó el modelo en el que se inspiraron fue la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Explicó que existe muy buena relación entre ambas instituciones habiéndose establecido entre ellas acuerdos y convenios para promocionar e intercambiar las respectivas cinematografías. A la hora de programar eventos como los premios Gaudí, que celebrará su nueva edición el 2 de febrero de 2014, tienen en cuenta el calendarios de la Academia española para evitar conflictos de intereses. Con respecto a la Academia Galega do Audiovisual también señaló la relación fluida existente entre ambas. Recordó que durante el Festival Filmets de Badalona se acordó pasar los cortos ganadores en los Premios Mateo de la academia audiovisual gallega que entraron en concurso. Asímismo, en la sede de la SGAE de Barcelona se pasaron gratuitamente el documental y el largometraje ganadores de estos mismos premios. Destacó la importancia del intercambio de cinematografías entre las academias y que para los espectadores es interesante, ya que en un circuito comercial no tendrían posibilidad de verlas. Con la Academia de Cine de España también tienen acuerdos similares, concretamente entre el premio Goya de honor y el premio Gaudí de honor y hacemos unos homenajes respectivos en las distintas sedes, recientemente el homenaje a Concha Velasco, se hizo en Barcelona con el pase de la película "Pim, pam, pum, fuego", en Madrid se hizo con Montserrat Carulla con el pase de “Surcos” en la sede de la Academia española.
Antonio Mourelos también hizo una presentación de la Academia que preside. Aclaró que no es exclusivamente cinematográfica que nació con el objetivo de englobar todo el sector audiovisual. Cuando se dirigen a la administración para solicitar algo siempre se acercan en nombre del audiovisual, independientemente de que unos se dediquen al cine o al medio televisivo. Hizo un breve repaso histórico del audiovisual en Galicia. Recordó que en la década de 1980 la relación que existía con la administración se limitaba a temas de subvenciones, pequeñas productoras de cine que empezaban pedían ayudas a la Xunta de Galicia. Eran un complemento a las ayudas estatales. Resaltó como fecha importante de la historia audiovisual la del nacimiento de la televisión autonómica gallega (TVGA) en 1985. Aseguró que marcó un punto de inflexión. A partir de entonces se empezó a plantear hacer una producción propia hecha desde Galicia. Los programas de ficción tardarían unos años en llegar. Destacó otra fecha clave para el sector, fue en 1990, cuando el Parlamento gallego aprobó la Ley del Audiovisual en Galicia, que considera el audiovisual como un sector estratégico. Es a partir de ahí que se puede decir que la administración política empieza a tomar cartas en el asunto y considera que el audiovisual, con muy buen criterio, es un sector que se debe apoyar porque atrae dinero y así sucede. Siguiendo con la cronología, Mourelos explicó que durante esos años empiezan las primeras subvenciones y se hacen las primeras películas y puso en relieve una nueva fecha la de 1998, en la hubo alguien que consideró que se podía hacer ficción para televisión y que podía llegar a los espectadores tan bien o mejor incluso que la que se hacía a nivel estatal. Esto que para muchos era una locura, impensable, un programa de ficción propio en gallego que se dudaba que pudiera encajar en el público se hizo realidad con la serie “Mareas vivas” que obtuvo un gran éxito de audiencia. Teniendo en cuenta que en aquella época los índices se situaban entre un 19 ó 20 por ciento de
share, "Mareas vivas", llegó a tener el 42 por ciento de audiencia. Esta serie marcó un antes y después. La televisión pasó a ser el motor que impulsaba el sector audiovisual en Galicia. Otra fecha que quiso destacar es 1993 cuando se creó la Escuela de Imagen y Sonido de Galicia, una escuela que nutre a todos los profesionales técnicos de Galicia. La administración la apoyó totalmente. Se fomentaba mucho el audiovisual desde el punto de vista industrial, se buscó crear un tejido industrial y así fue hasta el 2008 cuando las elecciones las gana el PP, pero el gobierno lo hace un bipartido, formado por el partido socialista gallego (PSGA) y el bloque nacionalista gallego (BNG). Antonio Mourelos hizo hincapié en que se produce un giro en las relaciones con la Administración muy importante. Si hasta entonces se hablaba de defender el sector audiovisual como industria, a partir de entonces, sin dejar el aspecto industrial, se busca potenciar más el talento y la creatividad sobre todo de nuevos valores. Después de cuatro años de bipartidismo volvió el PP en 2008 pero coincidió con el inicio de la crisis. Volviendo al tema de la mesa redonda, afirmó que las relaciones con la Administración son cordiales en la actualidad, “desde la Academia hemos conseguido una relación cordial, nos tratamos de tu a tu, nos entendemos, valoran el trabajo que hacemos los profesionales pero siempre dicen lo mismo, no hay dinero, pero muchas veces no es dinero lo que más pedimos”. Lamentó que quizás lo que no hay, por parte de la Administración, es el interés que había en su día por el audiovisual como sector estratégico en cuanto a lo que podía aportar como talento y creatividad.
Ana Arrieta, dada su amplia relación laboral con distintas instituciones, pudo dar una visión más global en este terreno. Reconoció que ha aprendida en su vida laboral que hay dos perspectivas a la hora de ver el cine, el cine como industria y el cine como talento, coincidiendo así con Antonio Mourelos. Afirmó que últimamente se habla mucho de cine unido a la industria, a la crisis, al producto interior bruto (PIB), al trabajo, al paro, pero por otro lado hemos estado hablando durante muchos años sobre la excepción cultural, el cine francés, de nuestro patrimonio. Haciendo una reflexión, Arrieta llegó a la conclusión de que el cine ni es una industria ni es talento. Consideró que hay que buscar la parte importante del cine como industria, pero tenemos que darnos cuenta que nuestro cine es un cine especial, un cine de autor, un cine hecho por personas que viven en un país, y cada uno tiene sus características pero es un cine, en cierta manera parecido al cine francés, que es parte de nuestra cultura y de nuestro patrimonio. Para ella, el cine es un bien que hay que proteger, como se protege el patrimonio arquitectónico. Por otro lado, al margen de las relaciones existentes entre las instituciones y las administraciones de gobierno, opinó que lo importante es también la unión entre las distintas instituciones, entre las academias y las escuelas como la ESCAC o la ECAM, que son las escuelas oficiales que tiene España. Es muy importante la idea que se de a los futuros cineastas el enfoque del cine, el enfoque de nuestros valores, el enfoque de la industria, y sobre todo destacó aportar otros valores como pueden ser el diálogo, la lucha. Manifestó su convencimiento de que se pueden conseguir muchas cosas a través de la colaboración de las distintas instituciones. La ECAM es patrono de la Academia y la ESCAC lo será de otras; la Academia es patrono de la ECAM y de la ESCAC. Insistió en que el diálogo entre las distintas instituciones para ver hacia donde vamos es importante. Recordó que cuando se hizo la ley de cine que ahora está vigente se creó la plataforma del cine español que englobó a diferentes instituciones y defendió no solo a las escuelas sino a las sociedades de gestión, entre otras. Cuando hay un problema las distintas instituciones deben juntarse para que se pueda poner sobre la mesa el apoyo al cine de todos no de un determinado sector y que todos los representantes tengan cabida. Me parece muy interesante el valor de las diferentes instituciones en el desarrollo del cine como industria y como talento. Las administraciones ya sea estatal, autonómica o local, no solo ayuda dando dinero, tienen una función importante de promoción del cine español a través de ferias, de festivales y no tiene un coste de aportación económica. Aseguró que “no todo es dar dinero”. Haciendo una mirada atrás, observó que todavía estamos siguiendo la política de promoción de Pilar Miró, quien falleció hace años afirmando que no se puede estancar uno en los mismos modelos.
Juanjo Caballero afirmó nada más iniciar su intervención que el cine es un sector que no esta regulado, que no está sujeto a unos estándares oficiales. Manifestó que el deber de las escuelas es formar un tipo de perfil profesional, formar unos profesionales con unas competencias, con unos conocimientos, con unas aptitudes que deben tratar de crear una simbiosis entre lo técnico y lo artístico, algo que debe dar pie a desarrollos de programas y planes de estudio que no dejan de ser complejos de resolver, especialmente si se tiene en cuenta que se trata de un entorno complicado como es el sector audiovisual que debe hacer frente a múltiples problemas que afectan al conjunto de la sociedad. Insistió en que hay que conseguir que el cine sintonice con esa sociedad y que el deber de las instituciones es conseguir brindar a la ciudadanía un cine en sintonía con la realidad, lo que son las preocupaciones, las cuestiones que nos afectan a todos y eso es algo que ha resultado difícil de concretar, de llevar a cabo. Juanjo Caballero explicó que la experiencia docente dentro de lo que es el panorama estatal, en el ámbito cinematográfico, debe remontarse a la década de los años 40 cuando surge el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC), que luego se transformaría en lo que es la Escuela Oficial de Cine (EOC), donde surge toda una generación de nuevos talentos, de gente como Basilio Martín Patino, Manolo Summers o José Luis Borau, que significaron un recambio generacional, una nueva apuesta de entender el cine que estuvo en sintonía con lo que era la producción cinematográfica que se desarrolló en los años 60 y la década de los 70 y de la que el cine español se nutrió por espacio de varias décadas. Eso fue un relevo que tuvo un legado que de alguna manera quedó un tanto aparcado. La EOC fue clausurada justo a la finalización del franquismo, al inicio de la propia transición democrática española y se abrió todo un lapso de tiempo en el que la formación cinematográfica estuvo muy vinculada en lo que entonces eran las facultades de Ciencias de la Información, de las Humanidades. El Estado español estuvo huérfano de una formación técnico-artística de un nivel superior que pudiera asumir el reto de estar en condiciones de generar todo ese colectivo de profesionales que pudiera tomar el relevo de lo que había sido la producción cinematográfica de las décadas precedentes. En el contexto de la década de los 80 hizo notar que surgieron distintas iniciativas dentro del ámbito de la formación profesional, por ejemplo el propio Colegio Calasanz lideró todo un proyecto que llevó al surgimiento de una rama de Imagen y Sonido dentro de lo que entonces era la Formación Profesional de 2º grado que es el equivalente a técnicos. Partiendo de ese fermento, fue germinando la idea de desarrollar una escuela superior de cinematografía vinculada a una institución universitaria como es la Universidad de Barcelona que, gracias a la invitación del entonces rector Josep Maria Bricall y también de las instituciones como el propio servicio de cinematografía y el doctor Miquel Porter i Moix, se pusieran los pilares para sacar adelante el proyecto de la constitución de la Escola Superior de Cinema i d’Audiovisuals de Catalunya, la ESCAC, eso fue en 1994, un año más tarde se incorpora la ECAM y a raíz de eso hemos seguido un poco cada uno al amparo de los que lo hicieron posible, la ECAM de la Academia, y la ESCAC de las instituciones que le ampararon como la UB o la propia Escoles Pias donde tuvo su origen. A partir de entonces, ambas escuelas han tratado de desarrollar una tarea formativa que tiene básicamente por objeto generar una nueva hormada de profesionales, no sólo de directores sino de otras competencias que permitan que sea posible el plantear la apertura de un nuevo horizonte en el panorama cinematográfico al menos en términos creativos, profesionales. Todo esto nos lleva a tratar de desarrollar programas, iniciativas que no se conformen tan solo con tirar adelante o propiciar el desarrollo de cortometrajes sino también en buena medida hacer posible uno de los cometidos básicos de cualquier escuela de cine ser la plataforma que propicie que los alumnos estén en condiciones de presentarse ante el sector. J. A. Bayona, Guillermo Morales, Mar Coll son un ejemplo del recambio generacional, de la capacidad de la Escuela de poner un grupo de nuevos valores. Estamos haciendo frente como escuela, como sector y en términos culturales, en términos de país, del catalán y del Estado. Estamos en un momento especialmente delicado en el que nos enfrentamos a un momento de inflexión, en el que hay que ver de que forma todo acaba reajustándose para conseguir hacer viable un nuevo modelo de cine, una nueva forma de entender el sector y hacer posible que ese cine español o catalán pueda continuar desarrollándose y que la ciudadanía española o catalana, pueda continuar disfrutando del derecho de tener a su alcance aquello que desean poner de manifiesto cineastas que se han formado, que forman parte del tejido cultural propio del país.