Tras la
celebración del Festival de Málaga 2015, la cinematografía española anuncia un
resurgimiento, tras el exitoso año pasado; al menos en la taquilla, gracias a Ocho apellidos vascos.
En este
certamen especializado, se han presentado las últimas producciones autóctonas:
nueve debutantes -entre ellos el actor y ahora director Daniel Guzmán, que se
llevó el primer premio con su A cambio
de nada-, o los ya presentes en
otras ediciones, como Jonás Trueba y Joaquín Oristrell.
Asimismo, la
nueva Directora general del Instituto de la Cinematografía y de las Artes
Audiovisuales (ICAA), Lorena González -nombrada para sustituir a la
especialista Susana de la Sierra-, anunció en Málaga la firma de un acuerdo
entre la entidad pública española que avala las producciones cinematográficas,
Audiovisual SGR -que ella misma preside-, y la francesa Natixis Coficiné -el
llamado banco del cine galo-, que supondrá una financiación suplementaria de 20
millones de euros para el cine español.
No obstante,
el referido Jonás Trueba se quejaría al recoger su premio por Los exiliados románticos, que nuestro
cine está viviendo una grieta brutal entre las películas grandes -producidas
por las cadenas televisivas- y las pequeñas -como la suya-, pues se ha “tragado
las producciones medias que hasta hace poco eran hegemónicas en las industria”.
Y afirmaba que no está tan claro si esto era consecuencia del modelo de
financiación del cine español -el de ayudas, que está muerto- y otro todavía
por nacer -el de incentivos-, y “qué peso tiene en ello la reconversión a la que
la tecnología ha abocado a las industrias culturales”.
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