“Mi vida ha sido el cine. El cine refleja la vida. La película es una radiografía de lo que pasa en el mundo“
José María Caparrós (Barcelona, 1943) es Catedrático de Historia Contemporánea y Cine en la Universidad de Barcelona. Doctor en Filosofía y Letras, su vida está escrita por el cine: es Director del Centre d’Investigacions Film-Història, Miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Miembro de la Acadèmia del Cinema Català, Vicepresidente de CinemaNet y ha sido premiado por el Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC) con la Medalla a la Mejor Labor literaria y periodística por toda su trayectoria profesional. Después de aportarnos su visión general en la entrevista que nos concedió para Cinéfilos sin Fronteras, hablamos más a fondo con quien ya de pequeño era llamado Gary (como Gary Cooper), para seguir deleitándonos con sus conocimientos y opiniones en esta conversación sincera, didáctica y llena de amor por el cine. En ella nos habla del nacimiento y posterior politización del Festival de Sitges, de su mala experiencia en Cuba debido a la falta de libertad en la isla, de la importancia de la música en el cine y del buen nivel de calidad actual de la industria española, así como del sentido del cine y sus propios proyectos y experiencias profesionales.
Barcelona | Nerea Madrazo / Sergio Cuenca, LGEcine.org
José Ignacio Wert anunció en el 61º Festival Internacional de cine de San Sebastián la introducción de una asignatura de educación audiovisual. ¿Qué le parecen a usted las palabras del ministro de Educación, Cultura y Deporte? Tal asignatura, ¿llega en el momento adecuado o podría haberse implantado mucho antes?
Son unas palabras muy importantes. Se tenía que haber hecho mucho antes. Es una asignatura pendiente desde que Miquel Porter organizó las primeras clases en colegios en los años 60 con su mujer, y yo en los 70 en Barcelona. Muchos pedagogos hemos visto que era necesario enseñar cine en las escuelas porque la gente ha de prepararse para el mundo audiovisual, no sólo para hacer cine sino para captar las imágenes, para entender las películas, para no ser manipulados por las imágenes, etc. Ha llegado tarde porque en Francia se puso a principio de este siglo y había pedagogos que años atrás enseñaban. Ya veremos si ya se pone en marcha.
¿Hay en algún otro país donde se haya implantado?
En Inglaterra, Estados Unidos, etc. El audiovisual es muy importante.
¿Usted qué plan educativo pondría a dicha asignatura de cine?
Tendría que ser audiovisual, no sólo cine. La base seria conocer el lenguaje del cine, la sintaxis cinematográfica, la historia y luego análisis de películas y los grandes directores. También hay libros especializados para esto. Yo también he publicado al igual que discípulos míos sobre el tema, siendo el último que escribieron Juan Vaccaro y Tomás Valero “Nos vamos al cine. La película como medio educativo”, un libro que publicó la Universidad de Barcelona en 2011.
Sin perder de vista el tema de los festivales, tenemos aquí de forma inminente el Festival de Cinema Fàntastic de Sitges*. ¿Qué puede contarnos al respecto sobre dicho festival? (*Esta entrevista fue realizada antes del Festival de Sitges 2013)
Yo fui jurado en la quinta edición y estuve desde el primero, quedándome luego otros diez años más. Es un festival importante, el cual debería ser el más importante de cine fantástico y de terror. El gobierno catalán se hizo con el Festival y lo ha institucionalizado. Ahora ha evolucionado mucho hacia el canibalismo, ciencia ficción, zombis, etc. Y a mí este tipo de terror duro nunca me ha gustado, pero tiene muchos aficionados.
¿Podría ser una moda?
Sí, una moda, pero cuando empezamos recuperamos todas las grandes películas de ciencia ficción, los clásicos fantásticos, etc. Era una maravilla pero claro, todo ha evolucionado y se han metido cosas como el erotismo, sadismo, etc. Yo me retiré y vi que no era lo mío. Cosas desagradables a mí no me van.
¿Le parece curioso que alberguemos un festival así pese a que si miramos nuestro pasado cinematográfico, el género fantástico o de ciencia ficción no sea el que más abunde?
Sí. Yo creo que hay que ir a este festival porque sobre todo se hacen homenajes a clásicos, a veces monografías o ciclos monográficos y eso es interesante. Si hicieran un homenaje a un género concreto a clásicos o a un estilo concreto dentro del género de terror entonces tendría una mayor entidad, porque tienen mucho público también. Pero en fin, lo que hacen es también películas más impactantes o promocionar las películas de la escuela de L’ESCAC.
¿Con qué intención nació el Festival de Sitges?
Lo montó un aficionado a la fotografía, Antonio Ráfales, quien se asesoró de un especialista de terror (del cual no me acuerdo de su nombre) y entonces hicieron recuperar el género. Primero era fantástico, luego entró el terror y cuando ya la Generalitat lo cogió, entró todo este cine comercial que conocemos. Cuando eso sucedió, a Ráfales lo quitaron de la dirección y pusieron un director desde el gobierno catalán.
Háblenos un poco de usted. Siendo una persona que ha dedicado su vida al cine, ¿Le ha sido difícil combinar vida privada con profesional?
No me ha sido difícil porque soy soltero y mi vida ha sido dedicada el cine. Es como si me hubiera casado. Entonces toda mi vida profesional ha sido la dedicación al cine, a su enseñanza, a publicar libros sobre cine, ser crítico de cine, etc. Entonces mi vida ha sido el cine.
¿Nunca ha querido tirarse a la piscina y hacer algo de cine?
No sé hacer fotografías, por lo tanto no sé hacer películas, es decir, hay que saber. Yo soy un teórico, un historiador. Aunque hay teóricos que se han dedicado a hacer películas, siendo su excusa para poder dedicarse a hacer cine. Uno de ellos es Fernando Trueba, que fue crítico en El País haciendo una revista que montó que se llamaba Casablanca.
Cambiando de tema, ¿Podría explicarnos si a lo largo de la historia del cine, la incursión de la música es importante a la hora de visualizar una película? ¿Podemos relacionar música y cine de tal modo que una mala banda sonora puede arruinar por completo una película y viceversa?
Sí. Ha habido grandes músicas que han hecho historia en películas tan flojas como la trilogía del dólar de Sergio Leone: con la música de Morricone la levantaron. De Lo que el viento se llevó hizo la música Max Steiner. Es una película de una novela muy floja pero que ha sido un hito en la historia del cine. En 2001: Una odisea en el espacio hicieron una música especial para la película pero Kubrick cogió clásicos para poner en la banda sonora. La banda sonora es muy importante en el cine, pero en la época muda también se hicieron obras maestras que no tenían música. El cine tampoco llegó a ser realmente mudo porque se tocaba piano en las películas, y las grandes películas tenían una orquesta. ¿Algún ejemplo? No soy entendido en música. Lo que ocurre muchas veces que me meto tanto en las películas que no me entero a veces de la música en sí. Es curioso, ya que hay gente que lo vive, pero yo no es que me entere mucho.
Según ha explicado a sus alumnos, este curso 2013-14 será su último como docente. ¿Qué siente sabiendo eso? ¿Le gustaría seguir ejerciendo?
Sí. Y voy a seguir ejerciendo. Me ha llegado una carta del rectorado porque cumplo 70 años en la que me retiran, porque es obligatorio y hay que dejar paso a los jóvenes. No obstante voy a seguir como emérito aunque sin dar clases porque no se permite, pero sí he conseguido en el Institut d'Estudis Nord-americans dar cursos programados para estos dos próximos dos años, si Dios me da salud. No sé hacer otra cosa.
Usted ha viajado y ha visto mucho por el mundo, ¿Podría contarnos una anécdota que recuerde con aprecio y nostalgia? ¿Y un mal recuerdo?
Hollywood, cuando lo visité. Fue residir en el Marmont Hotel, donde habían vivído Marilyn Monroe y Humphrey Bogart. Después, pasear por Sunset Boulevard o ir al paseo de las estrellas y ver a mi ídolo, Gary Cooper, y ver sus huellas. Eso fue un gran recuerdo de Hollywood. También visité los estudios Universal en los que te pasean con un trenecillo y te enseñan Tiburón, la casa de Psicosis, etc. Son vivencias, aunque la más impresionante fue cuando vi cómo rodaban una escena con un caballo de cartón y un mar que se movía pero que era de plástico, y que al pasarla en pantalla parecía verdad. Esto me impresionó.
El mal recuerdo fue cuando fui a Cuba, en el que fui jurado del Festival de la Habana y me siguió un policía todos los días y al cuarto día me entrevistó un agente de Fidel Castro, porque sospechaban que luchaba contra la dictadura de Fidel, pues habían llegado unos catalanes de Convergencia que se habían manifestado contra la dictadura y se habían refugiado en una iglesia. Como yo era catalán pensaron que tenía alguna relación porque fui de jurado y presidente, y quizás esto les desconcertó y pensaron que tenía relación. Me manipularon el ordenador, los e-mails, me habían espiado… Fue desagradable porque pensé que estos hechos sucedan en el 2010 cuando ya se ha acabado el comunismo y que ocurran estas cosas en pleno siglo XXI me pareció deplorable. No volveré allí hasta que no haya libertad.
¿Qué cree que debería replantearse la industria española de cine para poder captar a más espectadores en las salas de cine?
Estamos en un momento crítico en el que el cine español está desprestigiado y no se lo merece porque hay buenas películas. El gran público les sigue llamando al cine “españoladas”. Hay que hacer un cine que conecte más con las vivencias de la gente, un cine que refleje la sociedad y las mentalidades de los problemas de la gente joven. Han de acercarse más a la gente, un cine nuevo. Hacer cine de calidad y que la gente se sienta identificado con aquello. Aunque no sé qué hay que hacer, pero hay que ganarse al público y que vean que las películas españolas son tan buenas como cualquier otras. Lo hemos visto con Lo imposible. Si se hace cine de calidad, la gente irá.
¿En una línea cronológica de pasado a presente no cree que haya habido una mejora de la recepción del público español que se ha ido quitando la etiqueta de “españolada”?
Lo de españolada se va perdiendo, sí; pero en gente joven, que son los más interesados por las cosas cotidianas. Los mayores no van al cine porque no quieren saber nada. Se quedan en casa por comodidad. Sobre todo por la mala fama que tiene el cine español desde el franquismo.
El cine y la historia. Dígame cuál es el nexo que une ambas cosas.
Lo que une es que refleja mentalidades. Refleja la vida. La película es una radiografía de lo que pasa en el mundo. El cine es un espejo de la realidad, lo dijo Kracauer. En las películas de Woody Allen ya se ve reflejado por ejemplo los judíos, Nueva York, Manhattan, etc. El cine es un reflejo de la realidad, no es tal como es la realidad, sino una aproximación/espejo y es una ventana abierta a lo que pasa en la vida. Y la Historia se aprende más en el cine que leyendo libros (aunque también manipulados, siendo éstos también parciales muchas veces).
¿Algo que quiera decirnos u aconsejar?
Que sigáis con vuestro blog que es muy bueno. Que tenéis un público y que sigáis ahí. Es lo único que os puedo aconsejar. Lleváis un buen camino.
(Entrevista publicada en LGEcine.org, 14-XII-2013)